miércoles, 11 de junio de 2025

La relación más extraña que jamás tuve

He leído a algún psicólogo decir que los gays tenemos tan asumida la marginación y el abandono que cualquier persona que nos guste y nos haga un poco de caso ya nos hace engancharnos.

A mí me pasó fugazmente en 2008 con una persona que acabó siendo la persona más estrambótica con la que he tenido algún tipo de relación.

En marzo de 2008 mi vida era extraña. Estaba cambiando y yo no estaba del todo preparado. Yo tenía 23 años y acababa de empezar a trabajar de prácticas en EADS (Airbus), me acababa de sacar el carnet de conducir y me había comprado un coche de segunda mano. En mi tiempo libre seguía haciendo lo mismo: iba a aeróbic por la tarde y a la EOI (estudiaba 5º de alemán), pero no tenía vida social, salvo la que tenía online. Mis amigos de por entonces eran online.

Y online conocí a esta persona, llamémosla F. F tenía 31 años y vivía en Madrid. Nos conocimos en una web de contactos, nos dimos el Messenger y estuvimos unos cuantos días hablando, conversaciones de estas que llegan hasta la noche. Así que después de unos días, me propuso, ¿qué tal si te vienes a Madrid el fin de semana?

Y yo, obviamente, ante el primer hombre que me hacía caso en tres años, dije que vale. Ya por entonces trabajaba, tenía algo de dinero (aunque no era mucho, cobraba 500 euros al mes) y la conexión entre San Fernando y Madrid era muy barata (ida y vuelta costaba 30 euros, aunque eran ocho horas de autobús).

Detalles sobre lo que hicimos ese finde y el otro que fui tampoco puedo dar muchos porque no los recuerdo. Lo que sí recuerdo es a F.

F no era especialmente guapo. Digamos que su fuerte era el interés que mostraba, le interesaba todo, hasta la mínima tontería que se te ocurriera contar.

Sin embargo, todo él estaba envuelto en un halo de misterio. Jamás tuve claro de qué vivía. Si tenía algún trabajo, no era de 8 horas diarias, eso lo sé, porque tenía mucho tiempo libre. Solo sé que no le faltaba de nada. (En su habitación tenía un iPod touch comprado dos semanas antes en su caja, sin desprecintar, aunque no le interesaba porque había salido uno nuevo y se lo quería comprar - de hecho se lo compró estando yo allí).

Decía que era islandés, lo cual me parecía superexótico y a mí, que ya me conocéis, me interesaba por el idioma y por la cultura. Hablaba un castellano muy bueno para ser islandés; de hecho, yo hubiera dicho que era madrileño. Le pregunté un par de veces por cosas del islandés (yo había estudiado un par de cosas básicas unos meses antes, de un libro) y no supo respondérmelas. No pasa nada, pensé; muchos nativos no saben cómo funciona su idioma; aunque él no me soltó ni una frase.

La cuestión es que en los dos fines de semana que estuve allí en su casa apenas pude saber más de él. Ni sobre su familia, ni amigos. Lo único que supe es que su madre aparentemente era una jubilada que vivía en Almería. Ni siquiera coincidí con sus compañeros de piso porque entrábamos y salíamos por donde no nos veían.

Sin embargo, como usualmente se dice, las mentiras tienen las patas cortas. Políticamente no teníamos nada en común; aunque le avergonzaba reconocerlo, era de derecha. Me dijo que no estaba afiliado a ningún partido, pero un día que fuimos a tomar algo vi el carnet del PP en su cartera. Por entonces me cabreé, ahora simplemente me parecería patético.

Y otra mentira, quizá la más absurda, era su identidad. Aunque se preocupaba de que no viera su nombre en ninguna parte, estando conmigo abrió el portátil y entró en la página de la fnac para reservar el iPod touch nuevo que luego iríamos a recoger. En la esquina superior derecha salía el nombre de usuario. El suyo era un nombre bien castellano con dos apellidos bien castellanos. Era F, sí, pero no escrito en islandés, sino en castellano de toda la vida.

Después de ese segundo finde no le volví a interesar. No fue lo que hoy llamarían ghosting, porque contestaba a mis mensajes, pero tarde y sin ganas. Así que obviamente el interés desapareció.

(¿Por qué a mí aún me interesaba? Ay, hijos. Volvemos a la premisa de partida. Era la única persona que me había hecho caso en años).

Casi olvidaba comentar el regalo que me dejó, unas ladillas que descubrí un par de semanas más tarde y que tardé algún tiempo en poder quitarme.

En perspectiva, la conclusión que saqué es que tenía algún tipo de problema con su identidad y tenía que inventarse otra para ser más interesante, no solo para los demás, sino también para sí mismo.

Y en fin, esta es la historia. ¿Moraleja? Ninguna. Podría decir que os queráis y no os dejéis engatusar, pero si os pasa es porque no tenéis la experiencia para evitarlo.

Como epílogo: me lo volví a encontrar años después en páginas de contacto. Yo por entonces tenía 31, y él 32. El extraño caso de la diferencia de edad menguante. Me imagino que en la actualidad, que tengo 40, él tendrá 35.

martes, 20 de mayo de 2025

Frambuesas de Fin de Año

De vez en cuando, en casa compramos frambuesas. Esta semana las hemos visto en el Lidl y las hemos comprado, tenían muy buena pinta.

Para mí las frambuesas son una fruta de Fin de Año, porque en mi familia hay una historia que hace que las identifique así.

El 30 de diciembre de 2011, mi madre, por motivos, fue ingresada en el hospital. Todos los años pasábamos el Fin de Año con ella en su casa, y comíamos las uvas, pero ese año no iba a ser así.

La cuestión es que el repentino ingreso de mi madre en el hospital nos cambió los planes, y nos encontramos la noche del 31 de diciembre en casa de mi hermana (que vivía cerca del hospital). No habíamos hecho cena de Fin de Año, habíamos comprado unos bocadillos en un desavío junto al hospital. Y por supuesto, no teníamos uvas. Lo más parecido que mi hermana tenía para ofrecernos eran unas frambuesas que había comprado unos días antes para hacer una tarta con ellas.

Así que ahí nos tienes, a tres de mis hermanas y a mí delante de la tele y con un platito con doce frambuesas cada uno, preparados para comerlas con las campanadas.

Empezaron las campanadas y mis hermanas comieron una sola frambuesa, porque les resultaron demasiado ácidas y no pudieron seguir. Yo me comí las doce porque el sabor ácido de la fruta, por lo general, me gusta. Así que entré en el año 2012 con 12 frambuesas.

Mi madre se murió definitivamente a la hora de almorzar del día siguiente, el 1 de enero.

Por eso, para mí las frambuesas son una fruta de Fin de Año. Cuando las como no recuerdo la muerte de mi madre como una tragedia; al revés, me hace recordar lo que nos reímos mis hermanas y yo durante las campanadas, en ese Fin de Año improvisado por las circunstancias que nos había tocado vivir.

No serán mi fruta favorita, pero me encantan las frambuesas.


 

jueves, 8 de mayo de 2025

Deslocado

Ya es un poco un lugar común que escuche una canción sobre emigrantes y venga a deciros lo mucho que me identifico. En este caso, es la canción participante por Portugal en Eurovisión 2025. Para no repetirme, simplemente os dejo el enlace al vídeo y el texto.

Conto os dias para mim
Com a mala arrumada
Já quase não cabia
A saudade acumulada.
Cuento los días para mí
Con la maleta hecha
Ya casi no cabía
La nostalgia acumulada.
Do azul vejo o jardim
Mesmo por trás da asa
Mãe, olha à janela,
Que eu tou a chegar à casa.
Desde el cielo veo el jardín
Incluso por detrás del ala
Madre, mira por la ventana,
Que estoy llegando a casa.
Que eu tou a chegar à casa.
Que eu tou a chegar à casa.
Que eu tou a chegar à casa.
Que estoy llegando a casa.
Que estoy llegando a casa.
Que estoy llegando a casa.
Por mais que possa parecer
Eu nunca vou pertencer
Àquela cidade.
O mar de gente, o sol diferente,
O monte de betão,
Não me provoca nada,
Não me convoca casa.
Por más que pueda parecer
Yo nunca voy a pertenecer
A aquella ciudad.
El mar de gente, el sol diferente,
El monte de hormigón
No me provoca nada,
No me llama a casa.
Porque eu vim de longe
Eu vim do meio do mar.
No coração do oceano
Eu tenho a vida inteira.
Porque vine de lejos
Vine de mitad del mar.
En el corazón del océano
Tengo la vida entera.
O meu caminho eu faço a pensar
Em regressar à minha casa
Ilha, paz, Madeira.
Mi camino hago pensando
En regresar a mi casa
Isla, paz, Madeira.
Se eu te explicar palavra a palavra
Nunca vais entender
A dor que me cala
A solidão que assombra a hora da partida.
Si yo te explico palabra a palabra
Nunca vas a entender
El dolor que me calla
La soledad que ensombrece la hora de la partida.
Carrego o sossego de poder voltar
Mãe, olha à janela, que eu tou a chegar.
Cargo la tranquilidad de poder volver
Madre, mira por la ventana, que estoy llegando.
Por mais que possa parecer
Eu nunca vou pertencer
Àquela cidade.
O mar de gente, o sol diferente,
O monte de betão,
Não me provoca nada,
Não me convo...
Por más que pueda parecer
Yo nunca voy a pertenecer
A aquella ciudad.
El mar de gente, el sol diferente,
El monte de hormigón
No me provoca nada,
No me llama...
O mar de gente, o sol diferente,
O monte de betão,
Não me provoca nada,
Não me convoca casa.
El mar de gente, el sol diferente,
El monte de hormigón
No me provoca nada,
No me llama a casa.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Primer encuentro con Viena

Podría definir mi relación con el alemán como de amor-odio, pero sin ser ninguna de las dos cosas. Después de tantos años y de tantas experiencias con ella, ahora mismo es una lengua que me resulta de la familia, como de casa. He pasado más de la mitad de mi vida en contacto con ella, empecé a estudiarla con 15 años y ahora tengo 40. No la he estudiado continuamente, pero leo cosas en alemán de vez en cuando, cuando se me cruzan en redes sociales y eso. He llegado a un punto en el que entiendo el 90% de lo que oigo y leo. Por otro lado, no soy capaz de hablarla fluidamente, y me gustaría recuperar mis habilidades en ella, pero no estoy tan motivado como para esforzarme. Ya no es mi lengua favorita como lo fue en mi adolescencia.

La cuestión es que, al menos en mi experiencia, la enseñanza del alemán está extremadamente centrada en Alemania. Esto podréis pensar que es lógico, y siempre está el argumento numérico: el 80% de los hablantes del alemán están en Alemania. Lo que no es tan lógico es que del resto de variedades no se enseñe nada. A mí incluso un profesor llegó a corregirme un uso que está muy extendido en el sur de Alemania y es incluso oficial en el estándar austriaco, solo porque no es oficial en Alemania. Así están las cosas.

(Para los más interesados, se trata del uso de sein como auxiliar para formar el perfecto de los verbos stehen, liegen y sitzen. Que diréis, ¿y por qué lo dices así y no con haben, como les gusta a los profesores alemanocéntricos? Pues primero, porque me resulta más lógico, y segundo, porque así lo interioricé cuando estuve haciendo Erasmus en el sur de Alemania).

También puedo añadir que en el tiempo que he estudiado alemán mientras vivía en Alemania, apenas hubo menciones a Austria o Suiza (ya ni pienses en Bélgica).

Como consecuencia de todo esto, aunque siempre me dio curiosidad Austria, mi conocimiento de Austria y de su capital, Viena, siempre ha sido bastante reducido. De hecho, mi impresión era que Viena era una linda y pequeña capital de un pequeño país sin demasiadas pretensiones; una cosa como podría ser, no sé, Bruselas o Dublín.

Mi impresión empezó a cambiar cuando empecé a estudiar serbocroata y, sobre todo, cuando hice allí una parada de varias horas en enero, de camino a Belgrado. El tiempo fue el suficiente para que Pau y yo pudiéramos acercarnos del aeropuerto al centro, dar un pequeño paseo y comer.

Estando allí me di cuenta de que la ciudad está pagadísima de sí misma. Para quien no entienda esta expresión valenciana, digamos que está encantada de conocerse. El pequeño paseo que dimos ya nos dejó clara la importancia histórica que ha tenido la ciudad. Vale, es algo un poco obvio si conoces la historia europea reciente, pero para mí fue chocante porque no esperaba que hubiera retenido tanto. Parecía que en cualquier momento te fueras a cruzar con Sissí Emperatriz.

La Ópera de Viena

Como he dicho, mi impresión también ha cambiado gracias a mi estudio del serbocroata. El estudio de una lengua nunca se puede hacer independiente de la cultura que la habla, por mucho que lo intentes. Yo no lo he intentado, me ha interesado saber sobre Yugoslavia y la cultura balcánica. Y claro, eso significa que no puedes evitar conocer lo que piensan sobre los vecinos que históricamente han tenido más influencia sobre ellos: los turcos (por el Imperio Otomano) y los austriacos (por el Imperio Austrohúngaro).

Aún a día de hoy la relación entre los pueblos exyugoslavos y Austria es enorme. La cantidad de exyugoslavos que viven en Viena es gigantesca (estando allí unas cuantas horas oímos hablar serbocroata en muchas ocasiones), y los que no viven allí, en su mayoría han visitado Viena al menos una vez. Hay numerosos vuelos diarios entre Viena y Belgrado, así como líneas regulares de autocares. Entre Viena y Zagreb es incluso más sencillo, hay varios trenes diarios.

Eso sí, que la relación sea grande no significa que sea buena. La opinión sobre Austria entre los balcánicos es bastante variopinta, pero tiende más a negativa: en la conciencia colectiva sigue pesando bastante el papel imperialista de Austria en la zona hasta hace poco más de un siglo. Esto no mejora si tenemos en cuenta que los serbios, croatas, bosnios y montenegrinos en Austria no cuentan con la mejor reputación, pues sigue pesando sobre ellos el sambenito de que son inmigrantes pobres y a menudo los austriacos los miran por encima del hombro. Por eso, si rascas entre exyugoslavos, es bastante fácil que encuentres quien critique Austria y los austriacos, a veces de una manera poco sana.

Con todo esto, Viena es una ciudad a la que me apetecería volver, esta vez sabiendo un poco mejor lo que voy a encontrarme allí. También puede ser una oportunidad para reencontrarme con la lengua alemana.

lunes, 21 de abril de 2025

Spice Girls y el elitismo musical en la familia

Hace unos meses descubrí, no recuerdo cómo, que existía un libro sobre la historia de las Spice Girls. Vi reseñas y me pareció interesante, así que lo encontré y lo he estado leyendo desde entonces.

Este retorno al pasado me ha estado trayendo muchas ideas a la cabeza, aunque supongo que no todas las plasmaré en este blog.

Ya os he hablado en otras ocasiones sobre mis gustos musicales, artistas que me gustan o me han acompañado a lo largo de la vida. Este blog tiene 21 años, así que he tenido varias ocasiones, aunque tampoco han sido muy numerosas porque, aunque oigo música muy a menudo, y tengo mis grupos y artistas favoritos, no soy fan acérrimo de nadie. Sin embargo, de más joven sí que he sido bastante fan de algunos grupos o artistas (aunque nunca de una manera exagerada).

Y esto enlaza con el grupo del que os quería hablar, las Spice Girls. La primera vez que vi a las Spice Girls fue una mañana en la tele. Los fines de semana me levantaba temprano; no es que lo hiciera expresamente para ver los dibujos, como hacían otros niños, sino que me despertaba (supongo que por la costumbre) y me ponía a ver la televisión (usualmente los dibujos). El matiz no es tan importante, pero es ese.

Y a veces no veía los dibujos, porque quizá los que estaban echando no eran los que me gustaban. La cuestión es que a finales de 1996, un fin de semana, estaba yo despierto viendo un programa de Canal + de videoclips, y apareció Wannabe, de las Spice Girls, cuando aún no eran famosísimas. De hecho, me dejaron muy impactado porque eran cinco chicas que llegaban, entraban en una fiesta llena de vejestorios y gente bien vestida revolucionándolo todo, y en menos de tres minutos se habían ido.

Fue poco después que todo el mundo empezó a hablar de las Spice Girls. Salían en todas partes, en videoclips, en anuncios, en programas de la tele. No recuerdo que se hablara tanto de ellas en el instituto, pero mis compañeras del conservatorio sí que eran muy fans de las Spice. Y con el tiempo, yo me uní a la ola. Me gustaba mucho su música, y ellas me parecían simpáticas y divertidas.

La cuestión aquí es que las Spice Girls fueron el primer grupo que me gustó por mi propio criterio. En mi casa siempre se había oído música; los fines de semana por la mañana, una vez que acababan los dibujos de la tele, se apagaba y mis hermanas o mi madre ponían la música que ellas elegían. Por eso crecí conociendo mucha música pop de los 80 y principios de los 90.

¿Y qué ocurre? Pues que en cuestiones musicales, en mi casa siempre recibí el rechazo y el desprecio de mi familia. La música que yo quería escuchar era mala, por sistema. Las Spice Girls eran (según mis hermanas) tontas y falsas, y su música no era auténtica. Laura Pausini, otra artista que me encantaba, también era tonta, pero porque era romántica, y su música era aburrida. Un par de años después me aficioné a La Oreja de Van Gogh, y eran unos niñatos tontos que además no tenían respeto por haber elegido ese nombre para su grupo. (Ya ni comento lo de que me gustara Eurovisión, porque Eurovisión era cutre). En definitiva, la música que elegían mi madre y mis hermanas se podía oír por los altavoces, para todo el mundo, pero la mía solo la podía oír yo solo y por la tarde, si me sentaba junto a la cadena de música y me ponía los auriculares.

Este destierro se hizo un poco más liviano cuando me regalaron un walkman en 1998. Al menos ya no tenía que estar sentado en una esquina del salón para poder oír mi música.

Por suerte, mi hermana más pequeña es de mi generación, y ella y yo compartíamos bastantes gustos musicales. Nos aficionamos a la radio y la música pop más o menos a la vez, y nos comentábamos descubrimientos. Fue ella quien primero me habló de Britney Spears, por ejemplo, quien durante dos años fue la artista más oída en mi habitación y en mi walkman.

Por eso, ahora que tengo 40 años y el tiempo ha dado su sitio a mucha gente, me alegro muchísimo de ver lo que han sido esos grupos que me gustaban. Es verdad que mucha de la música que oía en mi época de instituto, aunque me sigue pareciendo buenísima, no ha trascendido, porque sabemos que eso depende de miles de factores y muchos no están relacionados con lo buena o mala que sea tu música. Pero tanto las Spice Girls, como Laura Pausini, como La Oreja de Van Gogh han quedado como artistas/grupos con talento y que han hecho una importante contribución al mundo de la música pop, de una forma u otra.

lunes, 31 de marzo de 2025

Amanecer en la cosecha

He acabado el quinto libro de Los juegos del hambre (antes que el cuarto, que no he sido capaz de pasar de la mitad, pero lo haré) y hay tantas cosas que me gustaría decir. Pero no estoy preparado y creo que es demasiado pronto para hacer spoilers, que solo salió hace dos semanas.

Ya nos lo comentaremos.

domingo, 9 de marzo de 2025

Visita al pasado a través de cartas

En este último viaje que he hecho a Cádiz, ha surgido la oportunidad de ojear con mi hermana algunas cartas viejas que mi madre guardaba, de las que mi padre le había enviado en su juventud.

Mi padre había viajado mucho por trabajo. Las cartas empiezan cuando mi padre está cumpliendo el servicio militar, entre 1968 y 1970; de etapas posteriores hay postales de cuando trabajaba con Abengoa por toda Andalucía, y de nuevo cartas de cuando estuvo trabajando de electricista en la marina mercante, durante toda la década de los 70.

No nos dio tiempo de mirarlas todas porque eran muchas y fue todo bastante improvisado. No estaban ordenadas, así que vimos algunas en orden aleatorio; tenemos pendiente ordenarlas, leerlas, y a mí me gustaría escanearlas.

Las pocas cartas que nos dio tiempo a mirar me hicieron tener sentimientos que no esperaba. Al principio me sentía un poco contrariado porque, al fin y al cabo, estaba leyendo la intimidad de dos personas, que se escribían cartas solo para ellos, sin contar con que nadie más las leyera. Luego, acallé ese sentimiento y empecé a ver de primera mano la historia entre mis padres. Por supuesto que sé que mis padres fueron jóvenes, pero es la típica cosa que no te esperas hasta que te la encuentras: una pareja de chiquillos, él con 19 y ella con 15, enviándose cartas diciéndose lo mucho que se echaban de menos, lo mucho que se querían, y la preocupación porque ella se había quedado embarazada a esas edades (todo insertado en el contexto de la sociedad de la época, el franquismo y el nacionalcatolicismo), seguido de la ilusión cuando nace la niña...

Fue bastante emocionante, y estoy deseando volver a casa de mi hermana (probablemente en verano) para seguir leyendo.

jueves, 16 de enero de 2025

El segundo viaje a Belgrado (2ª parte)

Continúa de la primera parte.

El sabado, subota

Pues el sábado comenzó como todos los días, nos levantamos temprano y fuimos al bufé del desayuno. Acabamos temprano y, como no teníamos compromisos como el del diccionario, nos volvimos a la habitación y descansamos un rato; Pau leía y yo repasaba gramática.

Cuando se acercó la hora, dimos un poco de paseo y me metí en la facultad, busqué el aula donde nos iban acumulando y allí me senté. Para no desconcentrarme mucho, en lugar de mirar redes sociales, me puse a leer el libro que estoy leyendo en serbio (Лето када сам научила да летим, de Jasminka Petrović). Cuando dieron las doce comenzó el examen, los detalles del cual están en el texto sobre el examen, no los repetiré aquí.

Como ya sabéis, al final del examen me dieron la buena noticia de que había aprobado, así que salí de allí muy contento, me encontré a Pau en la puerta (que estaba haciendo fotos del rodaje de un videoclip que estaba teniendo lugar en la esquina; no sabemos qué canción era, pero sale Aleksandar Simić). Le di la noticia y nos fuimos a comer al Rollbar, donde nos pedimos comida tradicional: una sopa de primero, y de segundo yo me pedí pljeskavica y él kobasice.

A la izquierda las kobasice, a la derecha la pljeskavica

Después de eso, estábamos pendientes de quedar con Aleks, que estaba en Novi Beograd y no sabía a qué hora podía quedar, así que para hacer tiempo nos fuimos a Mercator y vimos un poco de los productos de allí, ya que la compra la había hecho Pau el día anterior y yo no había visto nada. Como Aleks no decía nada, nos volvimos al centro, descansamos un poco en el hotel y quedamos con Uroš, que venía un poco tarde.

Con Uroš dimos un paseíto y luego nos sentamos a tomar algo en una crepería, donde tuvimos una interesante y divertida conversación. Eso significa que no pude evitar merendar, me pedí un chocolate caliente con pedazos de galleta, esponjitas y crema de cacahuete; una bomba calórica que además por su aspecto fue la merienda más queer que jamás he tomado, y me encantó. Eso sí, vi la pinta que tenían las palačinke de las demás mesas y me prometí a mí mismo que para el próximo viaje merendaríamos allí algún día.

Mi taza me estaba gritando "Slaaaaay, queeeeen"

A las 8 nos llegamos a Trg Republike porque habíamos quedado con Aleks. El plan no era cenar (igualmente allí se cena antes de las 8), sino simplemente dar una vuelta y tomar algo. Fuimos a un sitio llamado Meduza, estuvimos charlando un poco, y luego saludamos al novio de Aleks y nos llevaron al hotel. Antes de dormir, como Pau tenía hambre (él no había merendado), pasamos por el chino de debajo del hotel y nos pedimos un plato de arroz y unas gyozas para llevar, nos las subimos a la habitación y allí cenamos algo.

El domingo, nedelja

El domingo sí que fue un día corto; nos despertamos muy temprano porque teníamos temprano el vuelo. A las 6.15 nos estábamos levantando, terminamos las maletas (las habíamos empezado el día anterior) y acabamos justo a tiempo para subir a las 7 a desayunar algo rápido. Y fíjate si fuimos rápidos, que a las 7.20 ya estábamos bajando a que Aleks nos recogiera, dado que nos había insistido en llevarnos al aeropuerto.

La última mañana había una niebla considerable. Por cierto, que eran las 7 de la mañana y había ya esta luz

A las 7.45 estábamos despidiéndonos de él en la puerta de la terminal 2. Hicimos check-in en nuestro vuelo a Zúrich, donde tuvimos una escala de cerca de una hora, y a las 14.00 estábamos aterrizando en Barcelona.

En los vuelos de Swiss están prohibidos taconistas y yuppies


miércoles, 15 de enero de 2025

El segundo viaje a Belgrado (1ª parte)

El miércoles, sreda

El miércoles nos levantamos temprano para ir al aeropuerto. Nos llevó la madre de Pau, estuvimos allí bastante temprano; en el aeropuerto todo se desarrolló como de costumbre, llega, pasa el control de seguridad, busca la puerta y espera. Lo diferente en este caso es que no volábamos directos, sino haciendo escala en Viena, donde íbamos a tener cuatro horas de escala hasta coger el avión a Belgrado.

El vuelo se desarrolló sin eventos destacables; dos horas y pico de Barcelona a Viena con Austrian. No habíamos estado nunca en Viena, así que decidimos que cuatro horas nos daban para poder ir al centro, verlo un poco y comer allí, y volvernos al aeropuerto. Así lo hicimos; la conexión entre el aeropuerto y el centro es muy ágil, bastantes trenes regionales pasan por allí y no hace falta pillar el tren exprés que cuesta un ojo de la cara. Por eso, cogimos el tren y en la estación central nos montamos en el tranvía; nos bajamos delante de la Ópera.

La Ópera de Viena

Viena me sorprendió, aunque no tenía sentido que me sorprendiera. Aun siendo austriaca, me la imaginaba como una ciudad alemana estándar, pero nada que ver: la arquitectura y el ambiente de la ciudad son mucho más majestuosos. Se nota que la ciudad tuvo un pasado muy esplendoroso y ha retenido bastante.

Quizá por eso y por el alto estándar de vida austriaco, también es una ciudad muy cara, así que acabamos comprándonos un kebab y comiéndonoslo en un banco junto a Kärntner Straße. Ya nos hubiera gustado ver un poco más de la ciudad, pero en cuanto acabamos de comer solo nos dio tiempo a caminar un poco hasta la parada del tranvía y deshacer el camino hecho, dado que no queríamos arriesgarnos a llegar tarde al vuelo (no conocíamos el aeropuerto de Viena). Así que de nuevo, tranvía y tren, y en el aeropuerto de nuevo. Pasamos el control de seguridad (esta vez con control de pasaportes de salida, dado que Serbia no es espacio Schengen) y nos llegamos hasta la puerta de embarque.

El segundo vuelo ya fue un poco como estar en Serbia, por la clase de pasaje que iba; el 90% eran hablantes de serbio. En una hora llegamos a Belgrado: las dos ciudades están increíblemente cerca, una vez que terminen el ferrocarril Budapest-Belgrado, cualquier compañía que ponga tren Viena-Belgrado va a tener los trenes llenos, a juzgar por la magnitud de la diáspora yugoslava en Viena.

Ya antes de salir de Viena había anochecido (alrededor de las 16h), así que todo el vuelo se desarrolló de noche. En Belgrado nos esperaba mi amigo Aleks, a quien recordaréis de la crónica del viaje anterior. Fuimos en su coche hasta el centro, aparcamos en un párking en las inmediaciones del hotel y fuimos al hotel a hacer check-in. Dejamos las maletas y nos fuimos a comer; quisimos ir a una pizzería, pero estaba llena, así que cenamos en un mexicano, donde probamos un plato de tres tipos de tacos.

Después de eso nos volvimos al hotel para dormir, que queríamos aprovechar el jueves.

El jueves, četvrtak

La noche del miércoles al jueves tuvimos problemas para dormir, dado que nuestra habitación tenía ventana a Zeleni venac y durante toda la noche se oían autobuses. Por eso, por la mañana fuimos a la recepción y pedimos si nos podían cambiar la habitación; nos la cambiaron, nos dieron una más alta pero con vistas a un patio interior. No era problema, porque tampoco buscábamos expresamente las vistas, nos era más importante poder dormir. Nos fuimos al bufé del desayuno, desayunamos y salimos.

La primera parada que quisimos hacer fue a la librería Aleksandar Belić. Teníamos que ir allí porque el diccionario gordo que compré en el viaje anterior tenía un error de imprenta: se le repetían páginas y le faltaban otras, así que le escribí a la editorial (Matica srpska, una especie de RAE serbia) y me dijeron que cuando volviera a Serbia me pasara por esa librería. Le expliqué a la librera lo que había pasado y me dijo que ya la habían avisado los de Matica srpska, así que me cambió el diccionario sin ningún problema. Volvimos al hotel a dejar el diccionario y nos fuimos a dar un paseo, porque hacía un día muy templado y soleado (de hecho salí sin chaqueta).

La idea era visitar la catedral de San Sava, así que decidimos ir caminando. Pasamos por Slavija y visitamos San Sava, esquivando a todos los vendedores de iconos y elementos religiosos que rondan por la entrada. Después de eso, intentamos visitar la Biblioteca Nacional pero solo se permitía la entrada a socios, así que nos fuimos, emprendimos ruta a Tašmajdan y la iglesia de San Marcos.

En la catedral de San Sava están prohibidas las armas.

Caminamos un poco hasta Trg Republike y se iba haciendo hora de comer, así que cogimos un autobús hasta Zemun. Que por cierto, desde el 1 de enero los autobuses de Belgrado son completamente gratuitos; no voy a entrar ahora en comentar esta medida, pero daría para mucho.

¿Por qué fuimos hasta Zemun? Porque a Pau le apetecía que repitiéramos el sitio donde comimos la última vez, en Ćiri bu ćiri ba, un restaurante de comida serbia donde la comida está bastante buena y no es excesivamente caro. El problema es que volvimos a comer con la vista, así que pedimos muchísima comida y nos costó acabarla. Ni postre, ni nada; salimos de allí rodando y dimos un pequeño paseo junto al Danubio, pero pronto nos volvimos al hotel.

Panorámica del Danubio junto a Zemun, con sus cisnes

Descansamos un rato en el hotel, hasta que Aleks nos escribió por si queríamos ir a tomar algo con él. Estuvimos por la zona de Zaokret hasta que dieron más o menos las 19.30, ya que él había quedado con un amigo y nosotros con mi profe, Nemanja. Así que anduvimos hasta donde habíamos quedado con Nemanja, en la fuente de Terazije, junto al hotel Moskva. Poco antes de llegar me caí de boca, suerte que puse las manos y solo me hice un raspón en la palma de la mano izquierda.

Con Nemanja tuvimos una animada conversación, hablamos de todo un poco, como siempre, aunque más que nada del examen. Además, tuvo un detalle muy tierno, me regaló una bolsa con chocolates, un paquete de café doméstico (que será para Pau) y un libro que había sido suyo para que lo leyera (Kruna od perja, de Singer). Al acabar, nos volvimos al hotel y a dormir.

El viernes, petak

El viernes nos despertamos temprano (bueno, como todos los días), aunque esta vez pudimos dormir cómodamente. Fuimos al desayuno, aunque tampoco mucho tiempo porque habíamos quedado a las 9. ¿Y con quién? Con un vendedor con el que estuve en contacto el día anterior para comprar el mítico diccionario serbocroata de 6 tomos, elaborado durante los años 60. De él he hablado en mi blog en valenciano; es el más completo que hay sobre la lengua serbocroata. La edición que compré es la reimpresa en 1990 y, aunque se ve antigua, no tiene marcas de uso; el vendedor dijo que creía que nadie la había usado.

Rečnik srpskohrvatskoga književnog jezika, diccionario de la lengua literaria serbocroata

Cuando acabamos, llevamos los seis tomos al hotel, descansamos un poco (yo repasé algo de gramática) y salimos en dirección al examen. Yo llevaba mis plumas de casa (las de escribir, no las de gay, que esas las llevo siempre) pero pensé que sería buena idea comprar un bolígrafo, lápiz y goma por si se me acababan las plumas. Tres plumas, bolígrafo, lápiz y goma, porque yo no soy neurótico. Pues comprar el lápiz y la goma fue la mejor decisión de mi vida, dado que me permitió hacer anotaciones a lápiz en el examen.

Llegamos a la Facultad de Filología, donde se celebraba el examen; los chicos que bloqueaban la puerta me preguntaron, les di los buenos días y les dije que iba al Centro de Serbio como Lengua Extranjera, así que me dejaron pasar. Todo esto y el examen lo cuento en mi publicación sobre el examen, así que no me repetiré aquí. Solo diré que la facultad estaba llena de mensajes llamando a la resistencia, contra la corrupción y por la solidaridad con los estudiantes.

Un tablón de anuncios con carteles sobre las actividades en lengua catalana. Encuentras más actividades en catalán en Belgrado que en Sevilla, vergonzosamente.

Justo al salir me encontré en la puerta a Nemanja, así que se vino a comer con Pau y conmigo, mientras le contaba cómo había sido la parte escrita del examen. Después de comer nos fuimos al hotel a descansar, hasta la tarde: a las 5 salían las notas, así que a eso de las cinco y media volvimos a la facultad (esta vez Pau entró conmigo) para ver los resultados. Como ya os conté, aprobado, así que volvimos al hotel a descansar. Fuimos a cenar algo al restaurante chino de debajo del hotel y después me fui a tomar algo con Vlada, Pau se quedó descansando. Estuvimos tomando algo en un pequeño bar junto a Cvetni trg y a eso de las 23 volví al hotel.

Seguiré en la segunda parte.

lunes, 13 de enero de 2025

B2 en serbio

Queridos lectores, ya os he hecho un spoiler en el título, pero es lo de menos.

Como ya muchos sabéis, he estado en Belgrado unos días, desde el miércoles hasta ayer domingo. El motivo era la convocatoria de examen oficial de lengua serbia, que se celebraba los días 10 y 11 de enero. Decidí presentarme al nivel B2 después del consejo de mi querido profesor, Nemanja. (Si buscáis un tutor de serbio o de croata, poneos en contacto con él; pulsad en su nombre para ir a su página web).

Y la buena noticia es que ¡he aprobado! Me ha costado lo mío, y tenía muchas dudas, pero he aprobado y con buena nota. Así que paso a contar cómo es el examen y cómo fue mi experiencia, tal y como hice cuando aprobé mi examen de moto.

El examen

El examen oficial de serbio que he hecho lo organiza el Centro de Serbio como Lengua Extranjera (Centar za srpski kao strani jezik), que se encuadra dentro de la Facultad de Filología de la Universidad de Belgrado. Creo que la Universidad de Novi Sad celebra otros exámenes oficiales, pero yo hice este.

Se organizan tres convocatorias al año: una en enero, otra en junio, y una extraordinaria en agosto, exclusivamente para la gente que necesita el título para poder inscribirse en un estudio universitario. Las fechas se publican algún tiempo antes, pero no siempre lo hacen con la misma antelación y tampoco te garantizan que las fechas sean inamovibles. En este caso, publicaron la fecha a principios de septiembre y no hubo cambios.

El examen se celebra en dos días consecutivos: el primer día se celebra la prueba escrita y el segundo la oral. Consisten de las secciones que aparecen en la tabla siguiente, dependiendo del nivel al que te presentes.

Secciones del examen por niveles


El examen oficial de serbio no tiene la misma demanda que pueden tener otros como el inglés o el alemán, y esto se refleja en algunos detalles organizativos. En primer lugar, que citan a todo el mundo en el mismo sitio y a la misma hora, y de ahí cada profesor se lleva a uno o dos niveles a otra aula. En segundo lugar, que la prueba escrita es eliminatoria, aunque la oral sea al día siguiente: en el mismo día se corrigen todos los exámenes. Y en tercer lugar, que el resultado lo obtienes inmediatamente y el título lo tienes en una semana (porque lo tienen que firmar y sellar). Esto es lo que más me llamó la atención antes de ir al examen, pues cuando hice el de inglés tardé unas 5 semanas en conocer el resultado y 6 en obtener el título en papel.

La prueba escrita tiene diferente duración dependiendo del nivel: los niveles A1 y A2 duran 2 horas, los niveles B1 y B2 3 horas, el C1 dura 3 horas y 20 minutos, y el C2 dura 3 horas y media. Además, existen reglas acerca del alfabeto que puedes utilizar para hacer el examen: los niveles A1, A2 y B1 los puedes hacer tanto en latino como en cirílico; sin embargo, el B2 tienes que hacerlo en cirílico (en cursiva o en letra de imprenta), y el C1 y el C2 los tienes que rellenar en cursiva cirílica obligatoriamente.

El mismo día de la prueba escrita, por la tarde, publican las puntuaciones y las personas que han aprobado y pueden hacer la prueba oral al día siguiente. Se publican de manera presencial, colgando una hoja impresa en la puerta del aula. Nada de publicaciones virtuales, ni correos electrónicos.

La prueba oral se lleva a cabo en grupos de tres. Reúnen a todo el mundo en un aula y van llamando a grupos de tres para que pasen a otra aula, donde harán el examen. Los tres candidatos no interactúan, pero están presentes en los exámenes de los otros; además, los exámenes son consecutivos: el primer candidato hace todas sus pruebas, después el segundo, después el tercero. Al acabar, los tres candidatos salen, el tribunal delibera, y los candidatos vuelven a entrar para saber la puntuación y el resultado (aprobado o suspenso).

Ahora os cuento mi experiencia concreta.

Mi experiencia

Un mes antes de la convocatoria, abren el periodo de registro. Tienes que ir a la web del Centro, abrir el enlace para registrarte, rellenarlo y enviarlo. El formulario está todo en inglés, así que no te hace falta tener un gran nivel para enviarlo. Después de eso, tienes que pagar el examen por transferencia bancaria SWIFT: no es posible ni por tarjeta de crédito, ni por PayPal, ni por ningún otro medio electrónico moderno. Así que comprueba en tu banco cuánto te van a cobrar. Yo, por suerte, pude hacerlo por Banco Mediolanum porque tengo cuenta allí y solo me cobraban 17 €; en ING, que es donde tengo la nómina, me cobraban 32 €, así que ni soñando. Creo que en Revolut se puede hacer más barato, pero no llegué a comprobarlo. Una vez que reciben el formulario y el pago, te envían un mail confirmando tu inscripción al examen.

El día de la prueba escrita, el viernes 10, decidí llegar temprano. El examen era a las 12, pero estuve allí a las 11.20 por si acaso: estos días los estudiantes están bloqueando las universidades en protesta contra la corrupción del gobierno y no sabía si iba a poder entrar ni si me iba a costar encontrar el aula. Me preocupaba mucho pasar a través del bloqueo, porque me hacía sentir como un esquirol, pero me dejaron pasar sin problemas. Lo que fue más difícil fue encontrar el aula: el Centro no está indicado en ninguna parte, así que tuve que preguntar a una señora de una ventanilla, que educadamente me indicó el camino: sal hacia la derecha, gira a la derecha, cruza un pequeño puente (?!), pasa al otro edificio y allí lo encuentras. Mientras lo encontraba, me sentía como en el videojuego de los 90 de Indiana Jones y la Última Cruzada.

Imagen real de mí paseando por la Facultad de Filología

Al final encontré el aula; la abrieron para que fuéramos pasando y sentándonos conforme llegábamos. Pensaba que seríamos pocos, pero al final fuimos 34 personas (entre todos los niveles). A las 12 llegaron los profesores y nos repartieron en grupos: los de B2 éramos bastantes, nueve, así que no nos mezclaron con otros niveles. Fuimos a otra aula con un profesor joven y muy simpático.

El examen se celebró de la manera más tradicional posible. Nos sentamos en el aula, nos repartieron el examen (que eran unos cuantos folios grapados), y el profesor nos dio las instrucciones: duración de tres horas, sin interrupciones, sin posibilidad de salir; de hecho nos dijo que si queríamos ir al baño, fuéramos ya. Una vez que volvieron todos, comenzamos.

El examen comenzó por los ejercicios de comprensión auditiva:

  • El primer ejercicio constaba de 10 preguntas, que tuvimos 20 segundos para leer (a mí no me dio tiempo a leerlas todas). El profesor leyó un texto dos veces, a partir del cual teníamos que responder a las preguntas. El texto iba sobre un hotel de lujo en las Maldivas, cuyas habitaciones se encuentran bajo la superficie del océano.
  • El segundo ejercicio consistía en cinco preguntas a las que había que responder sí o no, a partir de un texto que el profesor leyó también dos veces. Esta vez el texto era una noticia sobre el premio L'Oréal a las mejores científicas del área del Danubio.
  • Por último, el dictado: el profesor leyó tres veces un texto que teníamos que escribir al pie de la letra. La particularidad del dictado es que es el único ejercicio en el que no se permitía tomar notas, solo escribirlo directamente. El texto era sobre la miel y sus efectos sobre la salud.

Acabados esos tres ejercicios, el examen continuó en silencio, y tenía los siguientes ejercicios:

  • Lectura comprensiva: Un texto de varios párrafos, tres de los cuales se habían desordenado y había que indicar en qué orden iban en el texto.
  • Vocabulario: indicaban cuatro palabras, dos en masculino y dos en femenino, y había que rellenar la tabla con la pareja de género.
  • Sinónimos: a partir de tres palabras indicadas en el texto, te pedían que indicaras un sinónimo que funcionara en el contexto. En mi caso, fueron inovativan (respondí moderan), specifično (određeno) y potencijal (sposobnost).
  • Un texto con diez huecos y diez palabras, había que colocar una palabra en cada hueco. Las palabras estaban en la misma forma en la que aparecerían en el texto, así que no había que declinarlas ni conjugarlas.
  • Escritura: un texto en latino para escribirlo en cursiva cirílica. Es el único ejercicio donde se nos exigía escribir en cursiva cirílica, aunque yo los hice todos así porque escribir en letra de imprenta se me hace muy lento.
  • Escribir un pequeño texto, en cinco frases. En mi examen era sobre un objeto que siempre te lleves de viaje y que no sea ni el pasaporte, ni el dinero, ni la tarjeta. Yo me inventé que tengo un anillo de plata que me regaló mi madre.
  • Escribir un texto largo, tipo carta. En mi examen pedían escribir un mail a una inmobiliaria porque queríamos vivir en Serbia y debíamos describir cómo era el piso que queríamos.
  • Uso de la lengua (es decir, gramática): Un texto con diez huecos y diez verbos sin conjugar, para colocarlos en el lugar debido, conjugándolos en presente, perfecto, futuro I, aoristo, potencial, adverbio verbal de presente o adverbio verbal de pasado.
  • Diez preguntas tipo test de gramática: colocación de los pronombres átonos, formación de algunos tiempos verbales, formación del comparativo, concordancia de los números, genitivos irregulares, formación del recíproco, esas cosas.

El examen fue largo, pero no fue difícil; tuvo exactamente la misma estructura que el examen de ejemplo que tienen en su página web, así que me vino muy bien haber practicado haciéndolo. Tardé dos horas y media en hacerlo todo y pude repasarlo un par de veces; al acabar, entregué y el profesor nos dijo que esa misma tarde, sobre las 5, estaría la lista colgada en la puerta. De nuevo, ni mails, ni aulas virtuales ni nada: había que ir otra vez a la facultad y mirar la lista. Fui a eso de las cinco y media, por estar seguro y no ir demasiado temprano, y allí estaba la lista. Aprobé con un 73/80, así que pasé a la prueba oral.

La prueba oral se celebró el sábado, también a las 12. Nos reunieron a todos en un aula y allí esperábamos a que nos llamaran. Allí iban llegando profesores y llamaban de tres en tres, por nombre; a los dos primeros grupos los llamaron a la vez, en el segundo turno me llamaron a mí. Fui en un grupo con un chico polaco y otro japonés, y el examen nos lo hicieron dos profesoras muy simpáticas.

Antes de empezar la prueba oral, nos dieron la escrita corregida para que la revisáramos, ahí pude ver mis errores. Cuando hubimos acabado, nos preguntaron quién quería empezar y, al no ofrecerse nadie, empezaron por el chico polaco. Aunque entramos los tres a la vez, no nos hacían interactuar, solo estábamos presentes; el polaco hizo todas sus pruebas, luego el japonés y después yo. Estas pruebas fueron:

  • Una lectura en voz alta de un texto escrito en latino y otro en cirílico.
  • Una presentación de nosotros mismos: quiénes somos, dónde vivimos, a qué nos dedicamos.
  • La descripción de una imagen. En mi caso, me dieron una foto de cuatro personas en una fiesta de cumpleaños. Después de las descripción, unas cuantas preguntas sobre el mismo tema, así que hablamos un poco sobre las fiestas de cumpleaños, las sorpresas y los regalos.
  • Un pequeño diálogo con las profesoras. A mí me tocó hablar sobre por qué había decidido estudiar serbio, cuánto tiempo llevaba estudiándolo, si había visitado otras ciudades serbias.

Mi impresión fue que yo hablaba menos fluido que ellos, también porque ellos llevaban tiempo viviendo allí. Yo aún tengo que pausarme mucho para pensar las palabras.

Al acabar, nos hicieron salir al pasillo mientras deliberaban, y luego volvimos a entrar. Nos dieron el resultado de viva voz, incluido el número de puntos. En nuestro caso aprobamos los tres; nos dijeron que los tres habíamos tenido errores gramaticales pero que no eran importantes porque no dificultaban la comunicación. A mí me dijeron que había sido el mejor de los tres y que había hablado muy bien, lo cual me sorprendió y me alegró mucho. Al final, 73 puntos en la parte escrita y 17 en la oral, hacen un total de 90/100, así que ya me da para estar contento y orgulloso.

(Parecerá estúpido, pero después del examen estuve increíblemente relajado para usar el idioma. Tanto, que pude hacer el check-out del hotel completamente en serbio y aparentaba mucha más seguridad hablando).

Mis consejos

A diferencia de lo que hice cuando aprobé el examen de moto, apenas puedo dar consejos para este examen. Simplemente, estudia y practica, estudia y practica. Quizá el mejor consejo es que no dejes nada de lado, y que lo que más te cuesta lo estudies más.

Y a pesar de lo que te digan muchos serbios, practica sobre todo el cirílico, aunque estés en niveles bajos: cuanto antes lo domines, antes estarás preparado para situaciones reales.

Mis planes

¿Y ahora qué? Sabemos que un idioma no se termina nunca de aprender. Sin embargo, tengo un poco la impresión de que he acabado, en el sentido de que ya he cumplido el objetivo que me había marcado. Ahora quiero mejorar, pero no me pongo presión. No me planteo sacarme el C1, porque requiere un manejo de la lengua que no veo alcanzable sin vivir allí. Pero quiero seguir descubriendo la lengua, leer y escuchar más, mejorar mi comprensión auditiva y mi fluidez. Le propuse dos ideas a Nemanja: la primera, trabajar vocabulario laboral, por si diera la casualidad de que encontrara algún trabajo donde pudiera aplicar mis conocimientos de serbio; y la segunda, practicar con material croata y bosnio, para acostumbrarme a escuchar y entender mejor estas variedades, aunque yo hable serbio.

(En estos días se viene otro artículo que se centrará más en el viaje).

Agradecimientos

No estoy en una ceremonia de los Óscar, pero como es mi blog y escribo lo que quiero, no quiero acabar sin agradecer a:

  • A mi profesor, Nemanja, por hacer unas clases tan entretenidas, didácticas y por darme la confianza para hablar, sobre todo.
  • A mis amigos serbios, a los que conocí en Twitter: Aleks, Vlada y Uroš. Con los tres he podido pasar algún rato estos días y son un amor, y con los tres he podido practicar el idioma.
  • Y, sin duda alguna, a Pau, quien me animó a empezar a aprender serbio y me ha apoyado en todos los pasos del camino, aparte de acompañarme a Belgrado para hacer esta locura. ❤️