miércoles, 15 de enero de 2025

El segundo viaje a Belgrado (1ª parte)

El miércoles, sreda

El miércoles nos levantamos temprano para ir al aeropuerto. Nos llevó la madre de Pau, estuvimos allí bastante temprano; en el aeropuerto todo se desarrolló como de costumbre, llega, pasa el control de seguridad, busca la puerta y espera. Lo diferente en este caso es que no volábamos directos, sino haciendo escala en Viena, donde íbamos a tener cuatro horas de escala hasta coger el avión a Belgrado.

El vuelo se desarrolló sin eventos destacables; dos horas y pico de Barcelona a Viena con Austrian. No habíamos estado nunca en Viena, así que decidimos que cuatro horas nos daban para poder ir al centro, verlo un poco y comer allí, y volvernos al aeropuerto. Así lo hicimos; la conexión entre el aeropuerto y el centro es muy ágil, bastantes trenes regionales pasan por allí y no hace falta pillar el tren exprés que cuesta un ojo de la cara. Por eso, cogimos el tren y en la estación central nos montamos en el tranvía; nos bajamos delante de la Ópera.

La Ópera de Viena

Viena me sorprendió, aunque no tenía sentido que me sorprendiera. Aun siendo austriaca, me la imaginaba como una ciudad alemana estándar, pero nada que ver: la arquitectura y el ambiente de la ciudad son mucho más majestuosos. Se nota que la ciudad tuvo un pasado muy esplendoroso y ha retenido bastante.

Quizá por eso y por el alto estándar de vida austriaco, también es una ciudad muy cara, así que acabamos comprándonos un kebab y comiéndonoslo en un banco junto a Kärntner Straße. Ya nos hubiera gustado ver un poco más de la ciudad, pero en cuanto acabamos de comer solo nos dio tiempo a caminar un poco hasta la parada del tranvía y deshacer el camino hecho, dado que no queríamos arriesgarnos a llegar tarde al vuelo (no conocíamos el aeropuerto de Viena). Así que de nuevo, tranvía y tren, y en el aeropuerto de nuevo. Pasamos el control de seguridad (esta vez con control de pasaportes de salida, dado que Serbia no es espacio Schengen) y nos llegamos hasta la puerta de embarque.

El segundo vuelo ya fue un poco como estar en Serbia, por la clase de pasaje que iba; el 90% eran hablantes de serbio. En una hora llegamos a Belgrado: las dos ciudades están increíblemente cerca, una vez que terminen el ferrocarril Budapest-Belgrado, cualquier compañía que ponga tren Viena-Belgrado va a tener los trenes llenos, a juzgar por la magnitud de la diáspora yugoslava en Viena.

Ya antes de salir de Viena había anochecido (alrededor de las 16h), así que todo el vuelo se desarrolló de noche. En Belgrado nos esperaba mi amigo Aleks, a quien recordaréis de la crónica del viaje anterior. Fuimos en su coche hasta el centro, aparcamos en un párking en las inmediaciones del hotel y fuimos al hotel a hacer check-in. Dejamos las maletas y nos fuimos a comer; quisimos ir a una pizzería, pero estaba llena, así que cenamos en un mexicano, donde probamos un plato de tres tipos de tacos.

Después de eso nos volvimos al hotel para dormir, que queríamos aprovechar el jueves.

El jueves, četvrtak

La noche del miércoles al jueves tuvimos problemas para dormir, dado que nuestra habitación tenía ventana a Zeleni venac y durante toda la noche se oían autobuses. Por eso, por la mañana fuimos a la recepción y pedimos si nos podían cambiar la habitación; nos la cambiaron, nos dieron una más alta pero con vistas a un patio interior. No era problema, porque tampoco buscábamos expresamente las vistas, nos era más importante poder dormir. Nos fuimos al bufé del desayuno, desayunamos y salimos.

La primera parada que quisimos hacer fue a la librería Aleksandar Belić. Teníamos que ir allí porque el diccionario gordo que compré en el viaje anterior tenía un error de imprenta: se le repetían páginas y le faltaban otras, así que le escribí a la editorial (Matica srpska, una especie de RAE serbia) y me dijeron que cuando volviera a Serbia me pasara por esa librería. Le expliqué a la librera lo que había pasado y me dijo que ya la habían avisado los de Matica srpska, así que me cambió el diccionario sin ningún problema. Volvimos al hotel a dejar el diccionario y nos fuimos a dar un paseo, porque hacía un día muy templado y soleado (de hecho salí sin chaqueta).

La idea era visitar la catedral de San Sava, así que decidimos ir caminando. Pasamos por Slavija y visitamos San Sava, esquivando a todos los vendedores de iconos y elementos religiosos que rondan por la entrada. Después de eso, intentamos visitar la Biblioteca Nacional pero solo se permitía la entrada a socios, así que nos fuimos, emprendimos ruta a Tašmajdan y la iglesia de San Marcos.

En la catedral de San Sava están prohibidas las armas.

Caminamos un poco hasta Trg Republike y se iba haciendo hora de comer, así que cogimos un autobús hasta Zemun. Que por cierto, desde el 1 de enero los autobuses de Belgrado son completamente gratuitos; no voy a entrar ahora en comentar esta medida, pero daría para mucho.

¿Por qué fuimos hasta Zemun? Porque a Pau le apetecía que repitiéramos el sitio donde comimos la última vez, en Ćiri bu ćiri ba, un restaurante de comida serbia donde la comida está bastante buena y no es excesivamente caro. El problema es que volvimos a comer con la vista, así que pedimos muchísima comida y nos costó acabarla. Ni postre, ni nada; salimos de allí rodando y dimos un pequeño paseo junto al Danubio, pero pronto nos volvimos al hotel.

Panorámica del Danubio junto a Zemun, con sus cisnes

Descansamos un rato en el hotel, hasta que Aleks nos escribió por si queríamos ir a tomar algo con él. Estuvimos por la zona de Zaokret hasta que dieron más o menos las 19.30, ya que él había quedado con un amigo y nosotros con mi profe, Nemanja. Así que anduvimos hasta donde habíamos quedado con Nemanja, en la fuente de Terazije, junto al hotel Moskva. Poco antes de llegar me caí de boca, suerte que puse las manos y solo me hice un raspón en la palma de la mano izquierda.

Con Nemanja tuvimos una animada conversación, hablamos de todo un poco, como siempre, aunque más que nada del examen. Además, tuvo un detalle muy tierno, me regaló una bolsa con chocolates, un paquete de café doméstico (que será para Pau) y un libro que había sido suyo para que lo leyera (Kruna od perja, de Singer). Al acabar, nos volvimos al hotel y a dormir.

El viernes, petak

El viernes nos despertamos temprano (bueno, como todos los días), aunque esta vez pudimos dormir cómodamente. Fuimos al desayuno, aunque tampoco mucho tiempo porque habíamos quedado a las 9. ¿Y con quién? Con un vendedor con el que estuve en contacto el día anterior para comprar el mítico diccionario serbocroata de 6 tomos, elaborado durante los años 60. De él he hablado en mi blog en valenciano; es el más completo que hay sobre la lengua serbocroata. La edición que compré es la reimpresa en 1990 y, aunque se ve antigua, no tiene marcas de uso; el vendedor dijo que creía que nadie la había usado.

Rečnik srpskohrvatskoga književnog jezika, diccionario de la lengua literaria serbocroata

Cuando acabamos, llevamos los seis tomos al hotel, descansamos un poco (yo repasé algo de gramática) y salimos en dirección al examen. Yo llevaba mis plumas de casa (las de escribir, no las de gay, que esas las llevo siempre) pero pensé que sería buena idea comprar un bolígrafo, lápiz y goma por si se me acababan las plumas. Tres plumas, bolígrafo, lápiz y goma, porque yo no soy neurótico. Pues comprar el lápiz y la goma fue la mejor decisión de mi vida, dado que me permitió hacer anotaciones a lápiz en el examen.

Llegamos a la Facultad de Filología, donde se celebraba el examen; los chicos que bloqueaban la puerta me preguntaron, les di los buenos días y les dije que iba al Centro de Serbio como Lengua Extranjera, así que me dejaron pasar. Todo esto y el examen lo cuento en mi publicación sobre el examen, así que no me repetiré aquí. Solo diré que la facultad estaba llena de mensajes llamando a la resistencia, contra la corrupción y por la solidaridad con los estudiantes.

Un tablón de anuncios con carteles sobre las actividades en lengua catalana. Encuentras más actividades en catalán en Belgrado que en Sevilla, vergonzosamente.

Justo al salir me encontré en la puerta a Nemanja, así que se vino a comer con Pau y conmigo, mientras le contaba cómo había sido la parte escrita del examen. Después de comer nos fuimos al hotel a descansar, hasta la tarde: a las 5 salían las notas, así que a eso de las cinco y media volvimos a la facultad (esta vez Pau entró conmigo) para ver los resultados. Como ya os conté, aprobado, así que volvimos al hotel a descansar. Fuimos a cenar algo al restaurante chino de debajo del hotel y después me fui a tomar algo con Vlada, Pau se quedó descansando. Estuvimos tomando algo en un pequeño bar junto a Cvetni trg y a eso de las 23 volví al hotel.

Seguiré en la segunda parte.

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