viernes, 31 de diciembre de 2021

En 2021...

¡¡Es la hora de mi esperadísimo resumen de 2021!!

  • La noticia principal, la más importante de 2021, es que conseguí acabar mi grado. Por fin soy Graduado en Ingeniería Química, después de una dura defensa del Trabajo Fin de Grado.
  • Empecé el Máster en Ingeniería Química, fui tres días a clase y anulé matrícula. No por nada, sino porque no iba a poder ir a clase.
  • Lo mismo con la Escuela Oficial de Idiomas, quise retomar el alemán y no pude.
  • Estas dos cosas se dieron porque me contrataron en una empresa de Granollers. No como ingeniero sino como operario, pero por algo hay que empezar.
  • A raíz de esto, obviamente, tuve que mudarme a vivir a Catalunya, aunque a día de hoy sigo sin haber encontrado un piso decente en Granollers y vivo en una urbanización de mala muerte donde no hay ni una sola tienda.
  • Tuve que despedirme de mis amigos sevillanos, a los que no sé cuándo volveré a ver y que echo mucho de menos.
  • En este año no hubo quedada de les cirques, pero vino Aitor a visitarme en julio. Además, Fede me visitó en agosto y Luis en octubre.
  • En cuanto a viajes que hice yo, hice excursiones con Aitor (a Cádiz, Gibraltar, Ronda y Carmona) y Fede (a Huelva y Faro). También visité a Nando en Huelva.
  • También fui a Folsom Europe, que se volvió a celebrar. Allí conocí a Luis, con quien pasé tres días geniales, y estuve con Dani y los otros lederones. A la vuelta desvirtualicé a Pau.
  • En lo laboral, empecé el año con el despido pactado de Atis, así que pasé a estar en el paro, en el que he permanecido hasta octubre.
  • Y como he dicho, me han contratado de operario en una empresa de Granollers, pero con un contrato temporal. Así que ya son dos tres motivos para encontrar un trabajo diferente y mejor.
  • En lo sentimental he pasado un año bastante movido. Después de un desengaño fuerte en primavera, del cual me costó mucho recuperarme, pasé un verano más o menos bueno en el que pasaba de este tema, y en el otoño empecé a salir con Pau, que me ha acompañado estos dos últimos meses y al que espero conocer mucho mejor. :)
  • Estando como estamos, una de las noticias principales es que he esquivado la covid durante 12 meses, así que bien por mí.
  • Si seguimos con la salud, ha sido el año en el que me operé de las vías lagrimales, porque el ojo derecho no paraba de llorarme, así que en abril me hicieron una dacriocistorrinostomía en el ojo derecho. A día de hoy me vuelve a llorar, pero no tanto como antes de operarme.
  • Empecé un régimen bastante duro de dieta y entrenamiento y conseguí verme bastante bien, pero estos dos últimos meses lo he echado a perder y vuelvo a estar gordo y flojo. Espero solucionar esto en cuanto tenga un alojamiento mejor aquí en Catalunya.

lunes, 25 de octubre de 2021

Te echaré de menos, Sevilla

Trece años (y tres meses). Se dice pronto, pero trece años de treinta y siete son más de una tercera parte. Trece años son los que he pasado en Sevilla. Prácticamente toda mi vida adulta.

Llegué a esta ciudad un 19 de julio de 2008, un sábado. Me mudé ese día, era la primera vez que iba tan lejos con mi coche, un Kia Picanto de segunda mano; solo tenía cinco meses de carnet y me preocupaba hacer un camino tan largo. Dicho camino acabó cuando vi aparecer, desde la carretera, mi puente favorito, que me avisaba de que ya estaba aquí; de que, como a una Violet Sanford de la vida, la gran ciudad me esperaba.

Tenía la tierna edad de 23 años, venía a Sevilla para mi primer contrato laboral y, la verdad, los primeros meses se me hicieron duros. No conocía a nadie, salvo a mi pareja, Fernando. No encajaba bien en el trabajo, donde me pasaba todo el día. Así que pasaba la semana deseando que llegara el fin de semana para, o bien estar con mi pareja, o bien volver a Cádiz con mi familia.

El tiempo fue pasando, y lo que al principio me resultaba un lugar hostil, acabó por convertirse en mi casa. Hasta el punto de que fue el lugar donde retomé mis estudios y los acabé; donde encontré amigos de los buenos, de los que son para siempre.

No se me olvida la primera vez que me describieron como sevillano. Fue en 2011, estaba trabajando en Toulouse y habíamos salido unos cuantos de excursión, a Rocamadour. Nos cruzamos con unos españoles que preguntaron de dónde éramos, y mi compañera Sonia dijo, «somos de Sevilla». Que lo haría por generalizar y porque en una respuesta genérica no pega decir «pues trabajamos en Sevilla pero hay gente de Cádiz, de Córdoba, de Málaga...» no, no pega. Pero la cuestión es que me sentí englobado en los sevillanos y mira, me gustó. Y empecé a asumir que ya era un poco sevillano.

Han pasado diez años y ahora yo mismo me considero parte de esta ciudad, y no puedo negar que esta ciudad forma parte de mí, ha moldeado bastante mi forma de ser, mi personalidad, mis experiencias (incluso mi acento). Y aunque juego a menudo la carta de «yo puedo decir que esta ciudad es preciosa, porque no soy de aquí», realmente estoy mintiendo un poquito, porque sí que lo soy.

A la izquierda, junio de 2008, justo antes de mudarme.
A la derecha, octubre de 2021, mi último mes en la ciudad.


 

Pero, sin esperarlo, esta etapa ha llegado a su final. Cuando más enraizado me sentía, cuando estaba ya empezando el máster e incluso planteándome comprar alguna casa en la ciudad o alrededores en cuanto tuviera trabajo, el mundo laboral me envía fuera, en este caso a Catalunya. Y a pesar del cariño que le tengo a esta ciudad y a todos los amigos que tengo aquí, incluso al hecho de tener a mi familia a una hora de coche, no tengo más motivos para quedarme cuando el trabajo me hace irme.

Se me está haciendo duro, muy duro, recoger todo lo que tengo aquí y pensar que me voy a ir, sobre todo porque no sé si volveré. De visita, claro que sí, siempre puedo, pero no sé si volveré a vivir aquí. Y eso me duele un poquito.

Pero por mucho que duela, hay que aceptar la vida y hay que intentar pensar en positivo. Espero que Catalunya me trate bien.

domingo, 3 de octubre de 2021

Treinta y siete

Llega otro tres de octubre, otro cumpleaños. Otro comienzo de curso, otra nueva vida. Quizá el más incierto de los que he vivido, o al menos de los últimos años.

A los treinta y seis no les pedí nada. Y me han traído un despido y el desempleo, pero también me han traído un título universitario y la esperanza de un cambio laboral a mejor, que ya veremos en qué se traduce.

Por favor, que los 37 se porten bien y me dejen progresar. 

jueves, 29 de julio de 2021

Admitido... y renunciado

Cariños, mi último drama viene porque soy un poco quieroynopuedo. Aunque ya me conocéis y me queréis así.

Y es que en cuanto terminé el grado, eché la preinscripción para hacer un máster. Aunque mi primera idea es ponerme a trabajar, si no me saliera trabajo no quiero estar ocioso, así que me preinscribí. Aquí en Andalucía se gestiona mediante el Distrito Único Andaluz (cuya adjudicación debe salir durante el día de hoy): una preinscripción única para todas las universidades públicas andaluzas.

También se me ocurrió echar la preinscripción para un máster que me parecía interesante en la Universitat Politècnica de València (UPV). Ya había visto el precio, que era más caro, pero la idea de vivir y estudiar en València me parecía atractiva. Igualmente, no me tenía que preocupar mucho porque no entregué carta de motivación y mi carrera no era preferente para el acceso, así que probablemente no me admitirían.

Un carajo pa mí. El lunes me enviaron un mail diciendo que estaba admitido, y que tenía que formalizar la matrícula entre el martes a las 13:00 y la noche del miércoles.

Ahí comienza la rallada. No tengo tiempo para pensarlo. ¿Debo inscribirme y largarme a estudiar a València, o dejar pasar la oportunidad de irme a un lugar donde me apetece estar?

Así que después de pensarlo durante la noche y toda la mañana del martes, decidí dejarlo pasar. El máster en València es más caro, tendría que organizar una mudanza, buscar piso, y a fin de cuentas irme a vivir allí sin perspectiva de ingresos. Estaría igual que aquí pero gastando más dinero. Y el único punto a favor es la ilusión que me haría irme.

Ha sido una de esas decisiones que duelen. Pero creo que ha sido lo más razonable.

Seguiré intentando irme, pero me iré con algún trabajo ya conseguido, con las cosas bien hechas.

lunes, 21 de junio de 2021

Carrera finalizada

Pues acabo de defender el Trabajo Fin de Grado. Esto solo significa una cosa: ya soy, oficialmente, ingeniero químico.

Han pasado casi 21 años desde que el 2 de octubre de 2000 entrara en mi primera clase universitaria, la clase de Química Física que nos daba el Dr. Jesús Ayuso, un hombre fascinante porque daba su clase completa, incluidas las demostraciones, con solo media cuartilla de papel.

Aquello fue en Puerto Real, y fue una aventura universitaria gaditana que duró hasta 2007, cuando me examiné de mi última asignatura y me quedé pendiente de hacer el Proyecto Fin de Carrera mientras buscaba prácticas.

Gran error porque ya sabéis el resultado: me metí en las prácticas, luego encontré un trabajo, y el PFC fue abandonado poco a poco hasta morir en el olvido.

Esto, que en otros lugares del mundo no sería un problema, aquí es un escollo laboral insalvable: si no tienes tu título es como si no hubieras estudiado nada. En ninguna oferta me consideraban por no tenerlo. En algunas me lo dijeron expresamente: esta oferta es solo para titulados.

No sabía qué sería de mi vida, y pensé que me iba a quedar siempre en esa situación, hasta que en 2017 dos compañeros de trabajo me hicieron pararme a pensar. ¿Y si la intento acabar? Es una locura, pero no es imposible. Pensaba que solo podría hacer algo a distancia, pero uno de ellos, de hecho, estaba estudiando una carrera nueva (ya tenía dos), y lo hacía yendo a clases presenciales, simultaneando con el trabajo.

El camino iba a estar lleno de piedras. La primera, el acceso. No puedes hacer un traslado de expediente, primero tienes que acceder a una plaza. No te puedes presentar por la vía de mayores de 25 porque ya tienes la selectividad hecha. ¿Tu nota? Un 8,71 sobre 10. Las notas de ahora son sobre 14. ¿Y no te la ponderan? No. Tienes un 8,71 sobre 14. Pagas la certificación oficial de la selectividad y presentas la preinscripción.

Suerte que la nota de corte se quedó en 8,5 y entraste en segunda adjudicación, porque en primera te quedaste fuera (el 7º en la lista de espera). Vale, ya estás dentro. Ahora tienes que matricularte y hacer traslado de expediente. Y solicitar la convalidación el reconocimiento (ahora se llama así) de las asignaturas que has hecho. Porque querrás que todo lo que hiciste en su momento te sirva de algo, ¿no?

Vale, haces la matrícula, pagas la matrícula. Pagas el traslado de expediente, pides a la UCA los programas de las asignaturas que aprobaste, rellenas la solicitud a la US, presentas la solicitud con los programas por duplicado o triplicado... te gastas 20 euros en copias impresas y presentas el tocho en la secretaría. Que ya te responderán en 3-4 meses, dicen. Mientras tanto, ve a clase. Tú vas a clase de las dos que seguro que tendrás que hacer porque no existían en Cádiz (Electrónica e Informática) y rezas al universo para que te acepten los reconocimientos.

3-4 meses después te dicen que el 60% de la carrera lo tienes reconocido. El 40% restante tienes que cursarlo, examinarte y aprobarlo. Tus planes de sacarte la carrera en un solo año se van al carajo.

Así que ese año se convierte en cuatro. Cuatro años intentando compaginar ir a clase, ir a prácticas, con tu trabajo a jornada completa. Y no se da mal, a cuatro-cinco asignaturas por año, pero lo vas sacando. Con el paréntesis del cuatrimestre que pasaste en Hamburgo, poco a poco va saliendo todo. Incluso con una pandemia de por medio que te vino genial: dejaste de tener que ir a trabajar y pudiste dedicarte a ir a clase de manera virtual.

Así llegamos a 2021, ese deseado año en que apruebas las últimas asignaturas que te quedan y te enfrentas al temido Trabajo Fin de Grado. Tienes miedo de volver a fracasar en el mismo punto. Pero con mucha más constancia que en 2007, y con todo lo que has aprendido en estos años, te marcas objetivos pequeños y los vas cumpliendo y superando.

Te preparas la defensa de una manera brutal. Te pasas una semana haciendo el powerpoint, los dos últimos días ensayas sin parar, te acaba doliendo la garganta. Haces modificaciones hasta el último momento porque siempre te pasas de los 20 minutos.

Te presentas a la defensa, haces tu exposición bien, no te pones demasiado nervioso, explicas todo de manera tranquila y natural, como tú eres, porque te puedes aprender datos de memoria, pero no discursos. Pero el último momento no iba a ser fácil. Un tribunal de tres miembros, dos de ellos amigables, pero uno extremadamente hostil que lo critica todo de tu trabajo y te hace preguntas a mala idea para intentar arrinconarte. No lo consigue porque, como dice tu tutor, se te nota la honestidad. Por otro lado, tienes 36 años, llevas 13 peleándote con alimañas en el trabajo y 6 organizando asambleas. Y, además, los otros dos miembros del tribunal salen a defender tu trabajo.

Y en palabras de tu tutor, «tienes un 9 muy peleado. Con otro tribunal habrías tenido un 10 sin pelear». Pero oye, que estás aprobado, ya va bien, es suficiente. Ya has acabado. Fin.

Enhorabuena, veintiún años después, pero ya eres ingeniero químico.

domingo, 25 de abril de 2021

El artista digital

Entró fuerte y salió fuerte. Arrancà de cavall, parà de burro (gracias Aitor por enseñarme esta expresión).

Culpa mía por haberme creído que alguien podía tener un interés real tan fuerte. Al final fue un espejismo.

Que ahora me hace debatirme entre mis dos vertientes, mis dos yoes.

El primero me dice que no era para mí y que, en cualquier caso, he esquivado una bala.

El segundo me dice que no estuve a la altura, que es un tío genial y que pudo haber algo maravilloso que eché a perder.

Quizá los dos tengan un poco de razón.

Igual que me creí la ilusión inicial, también me creí las palabras finales. Que no era el momento, que le encantaría pero más adelante. Y ahí me ves un mes después, esperando a que fuera más adelante, mientras él ya tenía a otro.

Que obviamente sabía que la opción correcta no era quedarme esperando. Pero tampoco podía hacer otra cosa cuando no era capaz de pensar en otro tío.

No quiero volver a pasar por esto, con nadie. Y me conozco y sé que volveré a hacerlo en cuanto alguien que me guste me preste un poco de atención.

En mi defensa diré que fue él el que empujó e insistió. Pero fue culpa mía caer en eso.

Estoy cansado.

lunes, 22 de febrero de 2021

Aprende inglés, que es más útil

Había escrito esto para un hilo de Twitter pero no tengo claro si lo publicaré. Así que mientras tanto lo dejo por aquí:

 

Cada vez que alguien viene diciendo que lo importante es aprender inglés y no otras lenguas porque te puedes comunicar con tropocientos quintillones de personas, como si fuera un factor determinante, no sé si me da risa, lástima o vergüenza.

Hablo inglés de manera fluida y por supuesto que me ha resultado útil. Pero no me ha servido para hablar con TANTA GENTE. Me ha servido para hablar con algunas personas, y en su mayoría, no por gusto sino por necesidad. Sobre todo en el trabajo.

¿Sabéis cuál me ha sido útil para hablar con personas? El valenciano. A una gran parte de mis mejores amigos los he conocido en valenciano y gracias a saber hablar y entender esta lengua.

¿Que mis amigos también hablaban el castellano? Pues en su mayoría sí. Pero no llegas a alguien igual cuando se puede expresar en su lengua que cuando tiene que cambiar a otra para hablar contigo. ¿O ustedes os sentís igual de cómodos hablando en inglés? Porque yo no.

Así que me tengo que reír cuando me venden esa mierda de la cantidad de gente con la que puedes hablar en inglés, francés o suahili. Que obviamente eso está muy bien y tiene su utilidad. Pero la utilidad en abstracto no existe, solo existe relacionada con un objetivo.

Si voy a viajar a menudo a los Países Bajos, el inglés me resultará mucho menos útil que el neerlandés. Y eso que allí todo el mundo habla inglés. Pero nunca vas a entender el lugar y su cultura del mismo modo en una lengua extraña que en la propia.

El mandarín lo hablan muchas más personas que el inglés. Pero si voy a relacionarme con gente de Inglaterra no me servirá de mucho el mandarín. ¿De qué me sirve un idioma que me permite hablar con 1.500 millones de personas si la gente con la que voy a hablar no lo conoce?

En definitiva, que cuando juzgáis la utilidad de un idioma que habla otra persona, estáis haciendo el ridículo, así que dejad de hacerlo. Todos los idiomas son útiles y enriquecen.