domingo, 24 de diciembre de 2017

El puente del Centenario

Llevo casi diez años viviendo en Sevilla, y nunca había subido a los Sagrados Corazones. Es un sitio emblemático y que todo sevillano conoce; yo quería ir pero hasta hoy no me ha dado por hacerlo. Si no lo conocéis os comento; los Sagrados Corazones es un cerro con una iglesia que está en San Juan de Aznalfarache. A mí la iglesia ya os podéis imaginar que no es lo que me interesa, sino las vistas; se ve Sevilla de una manera espectacular.

Quise hacer fotos, pero la luz no me acompañaba nada. Aquí os dejo una que he subido a Instagram.

En los Sagrados Corazones, esta tarde de nochebuena

Aparte de la bonita capa de contaminación que cubre Sevilla, se ve al fondo el puente del Centenario. Sevilla, surcada por la dársena del Guadalquivir, está cosida por nueve puentes (el Centenario, las Delicias, los Remedios, San Telmo, Triana, el Cachorro, la pasarela de la Cartuja, la Barqueta y el Alamillo) y de todos ellos este es mi favorito.

¿Por qué me gusta tanto este puente? Me podréis decir, y con toda la razón, que lo construyeron mal, porque se ha quedado pequeño, porque cuando introdujeron el carril reversible dejaron los demás tan estrechos que ahora hay que ir a 60... y tenéis toda la razón. Y si me recordáis que está siempre atascado, estaréis en lo correcto (aunque eso no es culpa del puente, pobrecillo).

La foto es de junio de 2015, por eso estoy tan cambiado. Y vale que el puente se ve poco, pero está ahí detrás, es el testigo mudo de todo lo que pasa en la ciudad


Me gusta por su estética, porque es grande, es majestuoso. Pero sobre todo, porque para un gaditano, el puente del Centenario es la puerta de entrada a Sevilla. Os contaré una historia.

Sábado 19 de julio de 2008. Dani es un chaval de 23 años, cañaílla, que ha dejado sus prácticas en el Puerto de Santa María porque le han hecho un contrato de verdad en una empresa de verdad, pero en Sevilla. Así que se ha hecho dos maletas, las ha metido en su Kia Picanto de segunda mano y se ha echado a la carretera, a hacer el camino más largo que había hecho hasta ahora (solo tiene cinco meses de carné de conducir).

Una hora y media después aparece él por el horizonte.
La foto es de Google.

Y él me anuncia que he llegado. Que he llegado a la gran ciudad, a mi nueva vida.

Recuerdo que esos días tenía mucha ilusión por el cambio, pero me daba miedo, me daba vértigo. Temía que las cosas salieran mal. Pero tenía que hacerlo, tenía que buscarme a mí mismo y crecer. Y eso fue lo que hice.

Una de mis películas favoritas fue siempre El bar Coyote. Una película muy criticada, por simplona, por superficial, o por lo que queráis. Me da igual. Me encantaba la historia de Violet Sanford, que decide abandonar South Amboy para irse a la gran ciudad a perseguir su sueño. Y lo pasa mal. Le pasa de todo. Pero acaba siendo ella misma y consiguiendo su sueño.

Yo no tenía un sueño determinado cuando me vine a Sevilla, pero me vine a ser yo mismo, y lo acabé siendo. Y así estoy.

Esta foto también es de Google. El puente visto desde la avenida de la Raza.
Pues este puente simboliza eso para mí. Simboliza a esta ciudad, mucho más que la Giralda, mucho más que la Torre del Oro. Para mí, Sevilla es el puente del Centenario. Y por eso me encanta.

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