sábado, 25 de febrero de 2023

La lluvia cae sobre la ciudad

Cuando era chico, me gustaba hojear (y ojear) los libros de texto de mis hermanas mayores, del instituto. No de todas las asignaturas, pero sí de algunas. Recuerdo uno de Historia de España y de los Países Hispánicos (se llamaba así) que me gustaba porque tenía mapas, aunque no me interesaba nada de los eventos que describían dichos mapas. También recuerdo uno de Lengua Castellana que me gustaba especialmente y del cual me leí bastantes textos, años antes de tener que estudiar su contenido en el instituto.

Pues recuerdo concretamente un artículo (que he buscado en internet pero no he encontrado Beatles, de Rosa Montero, publicado en El País el 2 de octubre de 1993), de una escritora, que decía que de joven se había aprendido las palabras de A hard day’s night de los Beatles como un papagayo, y que con el tiempo aprendió inglés y las palabras se ordenaron y adquirieron mágicamente un significado.

Eso me está ocurriendo a mí ahora, que estoy aprendiendo serbocroata. Desde chico he estado oyendo canciones de Eurovisión y aprendiendo las que más me gustaban. Y el momento en que empiezas a encajar y desencriptar frases da una sensación placentera poco comparable con ninguna otra.

Ese momento en el que aprendes que kiša es la lluvia, y que cuando llueve dicen pada kiša (cae la lluvia). Y entonces te viene a la mente la letra de Sveta ljubav (Croacia 1996), y la línea que dice idoxladnakishabadanagrá empieza a encajar como “i dok zlatna kiša pada na grad”, que se traduce por «y mientras la dorada lluvia cae sobre la ciudad»...

...tko zna gdje si ti sad?
(¿quién sabe dónde estás ahora?).

Aprender serbio(*) me está reportando multitud de microplaceres como ese. Ese es importante, el de comenzar a comprender canciones que me gustan; por otro lado, también ocurre que empiezan a gustarme otras que no me decían nada (como Moj svijet de Sergej Ćetković, Montenegro 2014).

Moj svijet čuvam za te, u moj svijet ja tražim da te vrate...

Otro de ellos es aprender las diferentes maneras que hay de referirse a una cosa, expresiones, frases hechas, modismos, como que para decir que tienen muchas cosas que hacer dicen que tienen las manos llenas (imam pune ruke).

Por otro lado, por ser una lengua eslava, es mucho más gratificante porque abre la puerta a conocer y entender (a un nivel basiquísimo) las demás lenguas eslavas, dado que tienen muchas similitudes entre sí, más que las romances o las germánicas. Lo poco que sé de serbio me ha ayudado a entender frases sueltas en canciones en macedonio o en búlgaro, y en algún caso más raro, también en checo, polaco o ruso.

La lengua también te acerca a la cultura, y eso puede ser bueno o puede ser malo, según lo bien o lo mal que encajes en la cultura a la que te estás acercando. De hecho, el hermetismo endogámico de los lituanos fue lo que me disuadió de seguir aprendiendo lituano (aparte de la falta de material y de recursos), por allá por 2010, aunque la lengua me sigue pareciendo preciosa (reconozco que esto en mí no tiene ningún valor, porque me gustan casi todos los idiomas, pero el lituano es uno de mis favoritos). En el caso de la lengua serbia (croata, bosnia y montenegrina), es un arma de doble filo. Me acerca a la cultura de cuatro países balcánicos, la cual encuentro muy interesante. Pero también a la parte menos agradable, y es que hablamos de cuatro países que hasta hace veinticinco años se han estado pegando tiros por unos motivos que, fuera de los Balcanes, cuesta mucho entender y explicar.

Esto se refleja en el idioma y en la actitud de los hablantes hacia él. Por ejemplo, en que en Bosnia el idioma oficial sea el bosnio y se reconozcan el croata y el serbio como idiomas minoritarios protegidos (¡¡son todos el mismo!!). O que en la preselección croata para Eurovisión digan que no entienden las canciones serbias... cuando la lengua estándar de los cuatro países está basada en el mismo dialecto (concretamente, uno del sur de Bosnia). O que en Montenegro hayan oficializado dos letras nuevas para diferenciar el montenegrino pero nadie las use.

En fin, volviendo al idioma, ya uno tiene una cierta edad y no se emociona como antes; más de una vez me he planteado para qué estoy aprendiendo un idioma nuevo si apenas lo usaré ni lo pondré en práctica. Pero estos pequeños avances aprendiéndolo me dan la vida. Y hay temporadas en las que se necesita esa pequeña ilusión ;)

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(*) Nota: muchas veces digo serbio en lugar de serbocroata por diversas razones: una, porque es más corto; dos, porque es una lengua policéntrica, con cuatro estándares, y el que aprendo es el de Serbia; y tres, porque parece que es una palabra más «amigable» que serbocroata, a juzgar por las reacciones de la gente: parece que serbocroata les suena a algo extravagante pero serbio les suena «más normal». No sé lo que les pasa por la cabeza. Pero en ningún momento pongo en duda la unidad del serbocroata.