jueves, 20 de abril de 2023

Una breve mirada al pasado

Una de mis peores costumbres es que guardo muchas, muchísimas capturas de pantalla. Cada vez que quiero enseñar a mis amigos algo que he visto online, hago capturas de pantalla; hasta aquí es normal porque lo hacemos todos. Pero también hago capturas de pantalla cuando veo cosas que me hacen ilusión, y las hago para tenerlas yo y encontrármelas más adelante. Y también he hecho capturas de pantalla menos agradables.

Los que me conocéis ya sabéis que en 2018 pasé por una relación muy desagradable con una persona que no me trató de la mejor manera. La dinámica que había entre los dos hacía que bastante a menudo tuviera que hacer capturas de pantalla de nuestras conversaciones o de comentarios en redes sociales porque a menudo borraba mensajes, negaba haberlos escrito o incluso aseguraba haber dicho lo contrario de lo que decía en ellos.

Como Google me está diciendo que se me está acabando el espacio en mi almacenamiento, he entrado en Google Fotos y he encontrado, archivadas, un montón de capturas de pantalla de 2018. Me las he ido encontrado por orden cronológico, del principio al final, y he vivido a cámara rápida el torbellino de emociones que fue aquella relación: de la ilusión y la incertidumbre, primero a la seguridad, después a la manipulación y finalmente a su ira cuando dejé de permitirle manipularme, la cual no acabó con el fin de la relación, sino que se prolongó unos meses más.

Al principio miraba las capturas por encima, con un poco de repelús incluso con las más "agradables", las primeras. Pero conforme iba avanzando y el tono se iba poniendo peor, he dejado de leer. Solo veía su nombre arriba del todo y pulsaba borrar. Y me alegro de haberlas borrado y no poder leerlas más, porque aunque haya superado el maltrato, no puedo superar haberme permitido pasar por eso, haberme metido donde me metí y haber dejado que me tratara como me trató.

Hay cosas que es mejor que no estén en tu vida. Ni en capturas, ni siquiera en recuerdos. 2018 es un año de mi vida que deseo que no hubiera existido. Si bien hay quien dice que de todas las experiencias se aprende y de todas podemos sacar cosas buenas, sinceramente yo desearía no haber pasado por eso, no creo que me haya aportado (casi) nada y no creo que haya aprendido nada que compense lo mal que lo pasé.

Y de esta persona solo espero que haya dejado de hacer daño a los demás.

lunes, 3 de abril de 2023

Tuki, de Sofía Martín

¿Os pasa que hay películas, canciones, y otros productos culturales que son tan CUTRES que os fascinan? Me pasa con Tuki, una canción del Benidorm Fest 2023 interpretada por Sofía Martín.

El título de la canción es Tuki, que si no has oído la canción no sabes lo que es, aunque ya ella se encargará de explicarte en el estribillo que está tuki y está living. Supongo que no tiene relación con Las Tukus, no sé si ellas le reclamarán la propiedad intelectual.

La canción empieza suave con una estrofa de la cual entiendo las palabras pero no el significado, aunque me suele pasar con muchas canciones de este estilo. Y ya en estas primeras líneas te das cuenta de que aunque Sofía sea alemana de nacimiento y haya vivido muchos años en Alicante, prefiere cantar intentando imitar un acento de algún lugar indeterminado del Caribe porque vende más (apropiación cultural who?). Pero no mucho, porque no sesea.

Sospecho que se enfrenta a algún tipo de examen, porque dice “nunca pudieron creer, ahora llaman pa saber si lo vamos a aprender esta noche”, con lo cual supongo que sus amigos no sabían que había un examen mañana y quieren estudiar con ella para que ella les enseñe, o algo. Que también puede ser que en lugar de aprender diga prender, y ella y sus amigos sean pirómanos.

Y cuando llega al primer puente, sigue con una voz supersuave “pegamos como la miel, quién lo iba a saber ya*” y de repente salta chillando de fondo EH!, que si eres medio sensible te pega un susto considerable.

* Bueno, en el texto de la canción pone que dice eso, pero yo oigo algo diferente que no tiene ningún sentido, así que me quedo con lo del texto.

Empieza el estribillo y, después de decir que está tuki y está living, dice una frase que he tenido que buscar en el texto para entender lo que dice (“gafas gala, bolso está divino, na”), que debo de estar muy desconectado de la actualidad si la gente habla así porque jamás lo hubiera entendido.

Sofía Martín está a tope con la inclusividad cuando dice “pasarela para tu vecino, -na” es decir, tu vecino y tu vecina, sin decir las dos palabras enteras para no enfadar a los académicos de la RAE. Además, tu vecino y tu vecina tienen movilidad reducida y ella quiere integrarlos poniéndoles una pasarela.

La siguiente estrofa te habla del gran éxito de Sofía, que sigue hasta llegar a la cima, y luego sus ambiciones: pizza todos los días (eso es fácil, que hable con Díaz Ayuso), casa pa la familia, billetes color lila y un porche. Que a lo mejor quiere decir un Porsche, pero pronuncia un porche, así que me inclino a creer que quiere su mesita y sillitas para ver el amanecer desde la puerta de casa, sentada con su familia. Comiendo pizza, por supuesto.

Ya el resto repite puente y estribillo, así que poco más hay que decir, y al final viene mi parte favorita, cuando ella se menciona a sí misma en el final de la canción, y dice SOFÍA, SOFÍA MARTÍN (y su EEEEH de rigor), así como si fuera Lady Gaga, me deja maravillado.