domingo, 23 de noviembre de 2014

No habemos muchos

Mi apunte de hoy es lingüístico.

No somos pocos los andaluces que hemos crecido oyendo a nuestros padres y abuelos decir frases como en esta casa habemos mucha gente y luego, en el colegio, estudiando que esa construcción es errónea, anómala, blasfema y casi casi un pecado que hace llorar al niño Jesús.

¿Qué ocurre? ¿Es realmente incorrecto conjugar así el verbo haber? Y si es así, ¿por qué?

Veamos qué dice la normativa. Según la normativa tradicional, el verbo haber, usado como verbo pleno, es impersonal o unipersonal, no tiene sujeto y por lo tanto siempre se conjuga en tercera persona del singular. Hay, había, hubo, habrá, habría.

La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) publicó hace poco una gramática que, sin dejar de ser normativa, hace un papel descriptivo muy bueno y alejado de lo que siempre hemos esperado de la RAE. Veamos qué dice al respecto:

Al ser impersonal transitivo, haber no concuerda con su argumento, que desempeña la función de complemento directo. Aun así, los hablantes de amplias áreas del español, tanto europeo como americano, establecen la concordancia con el grupo nominal, lo que indica que ese argumento se interpreta como sujeto en esas variedades. Se recomienda la variante en singular en estas construcciones, por tanto la primera opción en {Había ~ Habían} suficientes pruebas para incriminarlos; {Hubo ~ Hubieron} dificultades añadidas; {Debe ~ Deben} de haber problemas. Se ha observado estadísticamente que la concordancia es menos frecuente con el pretérito perfecto simple (hubieron) que con los demás tiempos verbales. Las oraciones que presentan concordancia de persona con haber, como Habemos pocos o Habemos tímidos que temblamos de miedo ante el público, fuertemente estigmatizadas en el español europeo, resultan habituales en la lengua conversacional de algunos países de América (especialmente en las áreas centroamericana y andina), pero son menos aceptadas en otras zonas.

¿Qué ha pasado? Que para muchos hablantes haber necesita un sujeto y han reinterpretado su función sintáctica. Y como el verbo debe concordar con el sujeto, se crean esas innovadoras estructuras de primera persona del plural, donde se conjuga la función descriptiva con la identificativa, dado que el hablante describe un grupo en el que se incluye.

Analizándolo de ese modo, y teniendo en cuenta que el único motivo para condenar esa estructura es la tradición gramatical, me veo en la necesidad de reivindicarla. Si casi todo el mundo habla así, ¿qué motivo de peso tenemos para decir que está mal?

Admito que me ha sorprendido gratamente que la Academia no considere sencillamente incorrectos esos usos concordantes (si lo hiciera, aparecerían con un asterisco en el texto), sino simplemente poco recomendados. Nos topamos con el problema de que, como describen, los usos concordantes están fuertemente estigmatizados en el español europeo. Vamos, que si hablas como siempre hemos hablado, te van a decir que «hablas mal». Sin saber por qué, como siempre. Habrá que armarse de paciencia y conseguir que hayamos muchos de esta opinión.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Libros y sus índices

Crecí en una casa en la que, si algo no faltaba, eran libros. Había toda clase de obras literarias y de referencia. Mi madre leía mucho (mi padre supongo que también, pero no tengo recuerdos de eso) y mis hermanas también lo hacían.

De chico mis libros favoritos eran los de referencia, me pasaba el día mirando atlas y leyendo enciclopedias. Recuerdo que los teníamos de muchos tipos; en concreto recuerdo que todos los atlas llevaban las fronteras anteriores a 1990 salvo dos, e incluso en estos dos seguía sin aparecer Checoslovaquia dividida o Eritrea independiente.

El más antiguo que teníamos había sido impreso a principios de los 70 (¿1974 puede ser?) y me resultaba muy exótico, por cuanto muchos de los países tenían nombres diferentes. Yibuti no era Yibuti, era el Territorio francés de Afars e Issas. Egipto aparecía con el nombre de República Árabe Unida, que sólo de mayor me enteré de que había sido un proyecto fallido de federación entre Egipto y Siria.

(Por cierto, que la Guerra Fría me parece un periodo histórico apasionante. Recuerdo haber visto en la tele la caída del Muro de Berlín y los acontecimientos que acabaron por desmembrar la URSS y, por supuesto, no era consciente de la importancia que tenía. Hoy cuando leo sobre eso no puedo más que imaginarme lo inquietante que debía resultar.)

Divago, pero con esto me quiero referir a que crecí en una familia donde se daba mucha importancia a la cultura, en este caso, reflejada en la letra. Y es que las ocasiones en las que abría un libro con alguien de mi familia, ya fuera una enciclopedia, un atlas o cualquier otro, eran bastante frecuentes.

Siempre pienso que debido a eso soy muy curioso y me gusta saber más, leer más, informarme de todo lo que me interesa, buscar la respuesta a cada duda que me surge. Aún hoy algo que me caracteriza es que cuando me interesa un tema me paso días leyendo todo lo que puedo para enterarme de todo.

Y no olvidaré una vez que cogí un libro para buscar algo (no puedo recordar el qué), pero al abrirlo y mirar las primeras páginas, no encontraba el índice. No tenía.

Cuando expresé mi malestar porque no podía encontrar lo que buscaba, mi madre me respondió. «Busca el índice al final». Gracias a ella, descubrí que los libros más antiguos solían llevar el índice en la última página y no en las primeras.

Por eso recuerdo ese día cada vez que abro un libro y su índice está al final. Recuerdo ese día, recuerdo a mi madre, y agradezco la educación que recibí en casa.

miércoles, 2 de julio de 2014

El doblaje en andaluz, Street Sharks

El artículo del otro día sobre el infame modelo lingüístico de Canal Sur me hizo rebuscar en internet, investigar, y me encontré con la sorpresa de que Canal Sur había emitido una serie de dibujos animados doblada al andaluz. Se llama Street Sharks, es una serie de animación estadounidense de 1994, y fue doblada en Sevilla. En esta página podéis ver datos técnicos sobre el doblaje de esta serie (actores, estudios, año).

Por lo que se ve, en los estudios Alta Frecuencia de Sevilla se han doblado muchas series y películas, pero todas al dialecto de Castilla, salvo la serie de dibujos Bandolero (la cual no incluyo en mi artículo de hoy porque se encuentra en una situación diferente) y la que comento, Street Sharks.

Digo que Bandolero se encuentra en una situación diferente porque fue la productora quien decidió que la serie debía doblarse en andaluz, debido a que estaba ambientada en Andalucía. Es decir, la utilización del dialecto andaluz se debía a motivos folklóricos más que a un interés de dignificación mediante su uso funcional.

El resultado del doblaje de Street Sharks lo podemos ver en Youtube.

Olvidemos al malo, el Doctor Piranoid, que habla con acento de Castilla; al modelo utilizado para el doblaje de esta serie yo lo llamaría un andaluz de (muy) mínimos. Es decir, se limita a aspirar algunas -s de final de sílaba. Pero el vocabulario es el mismo que usarían en Castilla, incluyendo dialectalismos (patatas en lugar de papas, que es el término más usado en español, incluido el andaluz), el seseo no existe, e incluso utilizan el leísmo castellano; tres aspectos que yo modificaría a la hora de definir un estándar andaluz para los medios. Incluso se da la paradoja de que, aun siendo el sonido de la sh en Sharks un sonido nativo del andaluz occidental, los dobladores se empeñen en pronunciar el nombre de los Street Sharks con el sonido de ch castellano (como cuando un andaluz intenta hacerse el fino).

Hay páginas que aseguran que este doblaje causó mucho revuelo e incluso llegó a ser debatido en el Parlamento de Andalucía (enlace 1, enlace 2). Sin embargo, he buscado todo lo posible en los diarios de sesiones de los plenos del Parlamento de Andalucía y en las comisiones de control a RTVA y no he encontrado nada que haga referencia ni a esta serie, ni a doblajes en andaluz; Google tampoco da enlaces a ningún diario que se haga eco de esa supuesta polémica, así que personalmente no creo que haya existido (si alguien puede aportar alguna fuente que dé fe, lo agradeceré).

No es ninguna sorpresa que, haciendo una búsqueda en Google sobre el doblaje de esta serie, aparezcan multitud de foros de aficionados a los dibujos animados o al doblaje criticando la elección de doblaje en andaluz. Lo que sí me ha sorprendido gratamente es encontrar mensajes de gente a la que le gustó que se utilizara el andaluz en este doblaje (de mínimos, pero menos ajeno a nosotros que el doblaje castellano).

Personalmente, me gustaría que todos los dibujos que emitiera Canal Sur fueran doblados en andaluz (y, si fuera posible, en un andaluz menos acomplejado que el de Street Sharks). No me voy a meter ya en series y películas, pero al menos los dibujos animados sí. Hay que tener en cuenta que en cuestiones de doblaje la costumbre pesa mucho, más de lo que la mayoría de la gente se da cuenta. La utilización del andaluz en la televisión ha sido frecuentemente tachada de «poco natural», muy injustamente, cuando el único motivo por el que suena poco natural es porque no tenemos costumbre de oírlo en esas situaciones. Nadie se da cuenta de lo poco natural que es el castellano que se utiliza en los doblajes, por ejemplo, porque estamos muy acostumbrados. ¿Conocéis a alguien que insulte a otra persona diciendo furcia o bastardo, o que cuando está cabreado utilice el adjetivo jodido para calificarlo todo (pásame el jodido teléfono)? Yo tampoco. Si alguien hablara así en la calle, pensaríamos que es extranjero o está sufriendo un ictus. Sin embargo, en la televisión nos parece lo más normal. El lingüista David Arnau, de la televisión catalana TV3, reflexionaba sobre este fenómeno en el artículo Malparits indignes.

Y si no fuera posible doblar en andaluz, puestos a renunciar a nuestro dialecto, no veo por qué habríamos de hacerlo en favor del de Castilla. Si no puede haber doblaje en andaluz, lo correcto me parecería poner los doblajes de Canal Sur en español neutro (es decir, el que ahora solemos llamar latinoamericano). Si la industria ha logrado crear un estándar español que es lo suficientemente deslocalizado como para que todos los latinoamericanos lo consideren suyo por igual, y que además se acerca mucho más al modo de hablar de los andaluces que el dialecto de Castilla, ¿por qué no lo podemos aprovechar? Además, mi generación creció viendo dibujos doblados al otro lado del Atlántico y nunca nos pareció extraño. No entiendo por qué tenemos que ver doblajes a un dialecto minoritario que no es el nuestro.

Dejo aquí esta reflexión y mi deseo de que, en el futuro, Canal Sur se implique más en la promoción de nuestra identidad lingüística.

lunes, 23 de junio de 2014

El infame modelo lingüístico de Canal Sur

Voy a dedicar unas líneas al modelo lingüístico de Canal Sur. Canal Sur, la nuestra. O al menos eso rezaba su eslogan al principio de los 90.

No cabe duda de que es nuestra porque nuestros impuestos son los que la sostienen. Y se supone que es la que nos representa y nos vertebra. Todo queda muy bonito en la teo ría. La práctica... es otra historia.

Voy a dejar aparte las cuestiones polémicas sobre la temática de los programas de televisión o el peso de los diferentes territorios en sus emisiones y voy a centrarme en el modelo lingüístico que se utiliza.

Una de las mayores críticas que ha tenido siempre Canal Sur es el uso bajo tirando a nulo de la modalidad lingüística andaluza, el dialecto, el acento, o lo que quieras, no voy a entrar aquí en la denominación. Vamos, que cuando oyes a los presentadores y locutores no piensas que sean andaluces. Es algo que impacta a la gente de fuera que ve Canal Sur, y es algo que a muchos andaluces nos molesta.

Algunos asegurarán que en la tele hay que hablar bien y que hablar andaluz no es hablar bien. No voy a perder tiempo en rebatir tal ejercicio de ignorancia.

La posición oficial de Canal Sur está recogida en su libro de estilo. En éste, primero (página 31), se hace un bonito elogio del papel que el canal debe hacer en la difusión de lo que ellos llaman las hablas andaluzas (¿cuando se habla del español de la Argentina -igual de diverso que el andaluz- también lo llamarían las hablas argentinas?), pero en el resto del texto este elogio queda en papel mojado.

Vaya por delante que Canal Sur deja que cada periodista elija qué acento utiliza para comunicar. Muy respetable, hasta cierto punto. Yo me opongo frontalmente, luego explicaré por qué.

A partir de la página 219, explican que el andaluz que se utilice debe utilizar los rasgos de más alto nivel y que no se identifiquen con lo popular y coloquial. Teniendo en cuenta que la asociación se hace al revés, de modo que los rasgos andaluces ya llevan de por sí la asociación de que son populares y coloquiales, no avanzamos mucho.

Paso a analizar algunas de las pautas de este libro de estilo.
  • Se acepta eliminar la -d a final de palabra (usted, realidad pronunciados usté, realidá), pero aun así, recomienda pronunciarla levemente (página 222). Es decir, recomienda una pronunciación que ningún andaluz hace. La gran mayoría, incluso cuando hablamos en registros formales, no pronunciamos esa -d. Los que lo hacen (y ahora miro a los periodistas de Canal Sur) lo hacen a la manera madrileña, es decir, pronuncian ustez, realidaz (aunque esta pronunciación está condenada en el libro de estilo). ¿Cuál es el motivo de recomendar una pronunciación que para todos es artificial?
  • Recomienda evitar la pronunciación fricativa de la ch porque la considera vulgar (coshe).
  • Recomienda pronunciaciones claramente artificiales en el caso de la b, es decir, condena pronunciar summarino y sutterráneo (pronunciaciones aplastantemente mayoritarias en Andalucía) e incluso llega a aconsejar supterráneo (cuando nadie pronuncia así esa palabra, al menos en Andalucía). Del mismo modo, avisa de que no desaparezca la b en palabras como abstención u obstáculo, que igualmente nadie pronuncia con b.
  • Condena el ceceo, cuando es la pronunciación de más de la mitad de Andalucía, y le da la consideración de poco formal.
  • Critica los dos grados de abertura vocálica propios de Andalucía Oriental. Aunque los da como correctos, después pasa a decir que no aconseja hacer una abertura vocálica muy amplia para no sonar muy locales. Es decir, ni sí ni no, sino todo lo contrario.
  • Rechaza la aspiración de la t implosiva, en palabras como atlético o etcétera. Igual que en los casos anteriores de la b y la d, nadie pronuncia esa t, y pronunciarla queda artificial y muy afectado.
  • Recomienda pronunciar la x como ks o gs en palabras como examen, y condena pronunciarla como una simple s (esamen). En ningún momento habla de la solución mayoritaria en Andalucía en registros formales, que es hacer una s geminada (essamen). Es decir, en este punto ignora cómo hablamos los andaluces y se limita a recomendar una pronunciación a todas luces castellana.
  • En el terreno de la sintaxis, condena el uso de ustedes con el verbo en segunda persona del plural (ustedes queréis), un uso propio de Andalucía Occidental, que rechaza por coloquial. Sin embargo, acepta el leísmo de persona masculina (le saludé, le vi), que siempre ha sido ajeno al modo de hablar de los andaluces y que, en general, nos suena estridente. Es decir, crítica a un rasgo autóctono y defensa de uno ajeno.
Estos son sólo algunos aspectos que me han llamado la atención, pero el libro de estilo está lleno de absurdos de esa magnitud. En resumen, tenemos que, por un lado, condena la artificiosidad y recuerda lo importante que es sonar natural. Por otro lado, las pronunciaciones naturales las condena casi todas (o las ignora), y recomienda pronunciaciones artificiosas que, en algunos casos, no están en uso en ningún dialecto del español. Además, si tienes en cuenta la imagen de conjunto, este libro de estilo sólo acepta el andaluz si se limita a sesear y aspirar las s de final de sílaba. Nada más. Sin embargo, los rasgos castellanos los acepta sin problemas.

Esto es el libro de estilo. La realidad es diferente. En el programa La hora de Andalucía (seleccionad 23 de junio), que estuve oyendo esta mañana al salir del trabajo, vemos un ejemplo (ha sido el motivo de que quisiera escribir este artículo).

La presentadora (por lo que dice la locución, Olga Moya) conduce el informativo con un acento claramente castellano imitado (está bien conseguido, pero en algunos rasgos se le nota que no es su acento nativo). En el 0:35 se le escapa un másimas (contra lo que recomienda el libro de estilo) pero, por lo demás, castellano todo. Los titulares los dan Valentín García (que me consta que no es andaluz, así que no comentaré) y Beatriz Almeda (la única que usa un acento andaluz a ratos; no aspira la j, por ejemplo, a pesar de que es la pronunciación propia de su acento y el libro de estilo lo acepta). Fidel del Campo también usa un andaluz light en el reportaje sobre el ascenso del Córdoba (y digo light porque ni siquiera la aspiración es generalizada, las s finales de grupo fónico no las aspira). El acento andaluz no vuelve a aparecer hasta el minuto 23, en la noticia sobre Isla Mágica, locutada por Beatriz Rodríguez.

¿Es esto lo propio de un medio de comunicación que, según su libro de estilo, asume la responsabilidad de fomentar y practicar un estilo de andaluz culto, correcto y formal que sea referencia de buen uso idiomático para los andaluces? Personalmente, salvo que ese estilo de andaluz culto corresponda con el uso de Castilla, no puedo estar de acuerdo.

Retomo lo que dije antes de oponerme a que cada periodista elija en qué acento comunicarse. Canal Sur debe ser una herramienta que dignifique nuestra identidad de andaluces, no que la denigre o la marginalice. Uno de los mayores rasgos de nuestra identidad es nuestra forma de hablar, nuestro acento, dialecto, habla o como prefiera llamarlo cada uno (la elección del término es más política que lingüística). ¿Qué clase de imagen se les da a los andaluces cuando ven que ni siquiera el medio de comunicación que debe vertebrar Andalucía utiliza su acento y lo cambia por uno de fuera? ¿Por qué una cadena pública autonómica da prioridad a la elección del periodista (muy respetable, por su parte) antes que al cumplimiento del artículo 10.3.4. de nuestro Estatuto de Autonomía?

Mientras tanto, el público se sigue quejando porque los informativos se dan en castellano, de Castilla, claro está. Espero que en algún momento el gobierno autonómico rectifique y tome medidas en este sentido. Aunque viendo el inmovilismo político que sufrimos, lo veo difícil.

miércoles, 18 de junio de 2014

Orgullo (LGTB)


Los que me conocéis por Twitter o Facebook sabéis que no sólo soy gay sino también muy activista en ese tema. Y ahora que se acerca el día del orgullo, el 28 de junio, voy a hacer un par de reflexiones sobre esta cuestión.

El día del orgullo, con su manifestación y fiesta correspondiente, es fuente de polémicas dentro del colectivo LGTB. Aunque inicialmente se supone que es una fiesta que nos une a todos, la realidad es muy diferente, y nos acaba separando en diversas sensibilidades. Vamos por partes.

Vaya por delante que el nombre de orgullo LGTB es, quizá, demasiado fácil de malinterpretar. Cada uno pensará lo que quiera, pero como yo lo veo, el orgullo no es de ser LGTB, sino de luchar por una causa; es orgullo de ser una persona íntegra, de ser consecuente con quien eres.

Hay quien dice que «si no somos diferentes y no queremos un trato diferente, no tiene sentido un día del orgullo gay/LGTB, porque no hay un día del orgullo heterosexual». Una reflexión muy bonita en la teoría, pero absurda en la práctica. No hay un día del orgullo heterosexual porque los heterosexuales nunca lo han necesitado. Son la porción mayoritaria de la sociedad. No han de vivir estigmas, ni discriminación, por ser heterosexuales. No tienen nada que reivindicar por el simple hecho de ser heterosexuales. Nosotros, desgraciadamente, sí que tenemos, porque aún sufrimos discriminación cada día. Y no hay que irse muy lejos para encontrarla, aquí mismo hay, en nuestra tierra. Cuando dejen de venderse libros que curen la homosexualidad, cuando dejen de existir las palizas callejeras por ser homosexual, cuando nos dejen de mirar mal por ir cogidos de la mano por la calle, quizá será momento de plantearse dejar de celebrar el día del orgullo. Hoy por hoy no estamos en ese caso.

Hay quien dice que el orgullo está mal porque se ha mercantilizado. Estoy de acuerdo. Hemos de evitar caer en el problema de ver el orgullo sólo como una fiesta. Es una fiesta, sí, pero reivindicativa. Quitarle el matiz reivindicativo es lo peor que nos podría pasar a todos, porque conseguiríamos precisamente lo contrario de lo que pretendemos.

Ahora, lo que más me molesta son aquellos que dicen que el orgullo LGTB es perjudicial porque «da una imagen errónea de los homosexuales». Desgraciadamente, esto lo dicen muchos gays, que incluso se lo creen. Analicemos por qué lo dicen.

Tuit de @GaysdeDerechas
(Todo viene por este tuit que enlazo, que me lo he encontrado hoy en Twitter, aunque fue publicado en diciembre pasado.)

Cuando nos hablan del orgullo LGTB, ¿qué nos viene a la mente? Gente disfrazada de manera extravagante, gente vestida con miles de colors, gente con comportamiento descarado, quizá incluso gente semidesnuda. He asistido todos los años desde 2008, y confirmo que esa gente va. Seamos sinceros: son una minoría de la gente que asiste, pero son lo más llamativo de la marcha/cabalgata.

Los homosexuales que rechazan las marchas del orgullo porque dan una imagen errónea, no quieren que se les identifique con ese tipo de gente. Normalmente dicen que quieren «ser normales» y «no llamar la atención». ¿Qué es ser normal, entonces? ¿Tenemos que hacer lo que se espera de nosotros con tal de no llamar la atención? ¿Hasta qué punto tenemos que evitar llamar la atención?

Es un ejercicio de autoodio, de intolerancia propia. Y viniendo de un homosexual, tiene un nombre: homofobia. Quien dice que un homosexual no puede ser homófobo, se equivoca estrepitosamente.

Esta gente que se disfraza, y que sale a la calle como le da la gana al menos por un día, ¿está haciendo algún tipo de daño? ¿Perjudica a alguien? ¿Cuál es el problema, que no se comporta como tú quieres que se comporte? La tolerancia no es admitir a alguien sólo si hace lo que quiero que haga. La tolerancia es admitir al otro como es, y haciendo lo que quiere, siempre que no haga daño a nadie. La igualdad que reclamo no es ser igual que los demás; la igualdad que reclamo es que se me respete siendo quien yo soy, no quien otros quieren que sea.

Y no hace falta que diga que este rechazo a la gente que «llama la atención» es de ser muy, muy desagradecido. Si hoy tenemos lo que tenemos, ha sido gracias a esa gente que siempre ha llamado la atención. A esa gente que no ha querido fingir, hacerse pasar por quien no es sólo por encajar. Esa gente que ha preferido no vivir escondida, incluso cuando estar fuera del armario significaba ser apalizado o encarcelado. Gracias a que no se escondieron, que lucharon por conseguir un lugar digno en nuestra sociedad, hoy muchos ni siquiera nos planteamos escondernos y tampoco lo necesitamos. Porque algunos han luchado para que hoy nos beneficiemos todos; los que se esconden y los que no lo hacemos.

Por todo esto, pienso que el orgullo es más necesario que nunca, nos da visibilidad, nos da todo tipo de visibilidad. Porque en el orgullo tenemos que estar todos, los que nos comportamos de una manera y de otra. Los que se disfrazan y los que no lo hacemos, los que suben a las carrozas y los que las vemos desde abajo. Sólo la visibilidad que consigamos ahora nos permitirá vivir con más normalidad en el presente y en el futuro.

miércoles, 23 de abril de 2014

No es el sur, se llama Andalucía

Algo se muere en el alma... pero en la mía, cada vez que oigo a alguien referirse a mi país como el sur.

Y mucha gente me ha preguntado a qué se debe esto, porque no ven nada malo llamar a Andalucía el sur.

El sur es un punto cardinal. No es ningún sitio concreto. Andalucía tiene norte y tiene sur. Sevilla tiene norte y tiene sur. Cádiz tiene norte y tiene sur. Por lo tanto, si llamas a Andalucía el sur, es porque la estás considerando parte de algo mayor. La referencia, por lo tanto, está fuera, de manera implícita.

Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta. ¿Andalucía es el sur de qué, exactamente? Sí, es el sur de la Península Ibérica. Aunque también lo son Murcia y el Algarve. Cuando alguien va a alguno de estos dos lugares... ¿también dice que va al sur? Todos sabemos la respuesta.

(Por otro lado, ¿alguien dice que va al oeste o al poniente cuando viaja a Portugal?)

También hay quien me ha dicho que dicen que van al sur cuando van a Andalucía porque Andalucía se encuentra al sur de su ubicación actual. Me lo ha dicho gente de Madrid o de Castilla la Vieja. Y digo yo... ¿cuando van a Toledo, también dicen que van al sur?

No, cuando la gente (la mayoría, claro, que hay casos para todo) llama a Andalucía el sur no está pensando en la Península Ibérica ni en una posición relativa a su ubicación actual. Está pensando en España. El problema no es sólo que esto impacte de frente con mis convicciones andalucistas -que, al fin y al cabo, son mi responsabilidad, así que no me quejaré de eso- sino que supone, primero, un ejercicio de ignorancia. El sur de España, si nos ponemos estrictos, no es Andalucía: son las Islas Canarias. Ceuta y Melilla también se encuentran más al sur que Andalucía. Así que no, Andalucía no es el sur de España.

También hay quien me ha dicho que Andalucía es el sur de Europa. Es cierto que Andalucía está en el sur de Europa, pero esta zona es tan amplia que Malta, que se encuentra a tres horas de avión, también está en el sur de Europa. Del mismo modo podríamos definir a Creta, que se encuentra más lejos. Además, el marco de relaciones internacionales históricas de Andalucía no es Europa; es el mar Mediterráneo, en el cual Andalucía ocupa una posición occidental, no meridional. Hasta hace muy poco tiempo, Andalucía siempre ha tenido más relación con el Rif que con el País Vasco, por ejemplo. Y mirando desde el Rif, estamos al norte.

Andalucía tiene un nombre, y este es Andalucía. No hace falta referirse a ningún marco de referencia externo para definirla. Por ese mismo motivo, hacerlo es despersonalizarla. Si no hace falta referirse a nada externo, ¿para qué hacerlo? Para evitar referirse a su entidad propia.

Esta estrategia de despersonalización es un viejo clásico del Estado español que, como casi todas las malas costumbres jacobinas, aprendió de Francia, donde es algo común y muy extendido: no es extraño oír cómo a las diferentes naciones o regiones, en algunos casos con una historia propia extensísima, las llaman sólo por su punto cardinal o incluso por su número de departamento. De hecho en Toulouse oí bastante a menudo cómo decían que allí tenían l’accent du Midi: el acento del sur.

Además, siguiendo con la misma estrategia, es curioso cómo sólo se utiliza el sur cuando se quiere hablar de algún aspecto folclórico. Nunca oirás que en el sur hay mucha industria aeronáutica, o mucha investigación en biotecnología. Pero en el sur se come muy bien. En el sur se divierten mucho y tienen muy buena vida. En el sur hay unas playas muy buenas. Ay, qué veranos pasamos en el sur.

Andalucía es mucho más que las borracheras que te cogiste en la playa o en la feria, o que aquel día que comiste tapitas en una de nuestras ciudades. Andalucía es la tierra que nos dio a Góngora, a Bécquer, a Velázquez, a Picasso y a García Lorca. Es la tierra del Parque Tecnológico de Málaga o del nodo aeronáutico de Sevilla. Es la tierra que destaca por su producción de energía solar y en trasplantes de órganos.

Así que, por favor, no nos llames el sur. No nos quites nuestro nombre. Llámanos Andalucía. O, si quieres, llámanos Cádiz, Málaga, Sevilla, Granada, Huelva, Córdoba, Jaén o Almería... que no son el sur de nada.

jueves, 17 de abril de 2014

Mi desengaño con el PA

Sabéis que hasta hace poco he militado en el Partido Andalucista. Lo que seguramente no sabríais es que ya no milito. Y es que últimamente este partido, con el que me identificaba hasta cierto punto, me ha ido dando varios motivos para desengañarme con ellos.

Prepararon unas elecciones primarias, un hecho bastante loable y que da ejemplo de democracia. Hasta ahí, bien. Pero cuando el candidato que más aceptable me parecía -un tal Sergio Flores, de Ronda- de repente suelta en una entrevista que «hay muchos andalucistas que creemos en el federalismo, porque hay mucha gente que oye la palabra “nacionalismo” y le suena muy fuerte» (es decir, que eres federalista porque la gente tiene miedo al nacionalismo, yo a eso lo llamo cobardía u oportunismo) o que no es «ni de izquierdas ni de derechas» (qué curioso, como UPyD o la Falange), a mí me sienta como si me echaran encima una jarra de cubitos de hielo, que es peor que el agua fría porque encima los cubos te dan golpes.

Además, un par de meses antes el candidato con más posibilidades de ganar se dedica en su Twitter a ridiculizar a otras formaciones políticas, lo cual tampoco me hizo gracia. Me refiero a este tuit concreto:

Antonio Jesús Ruiz


(Enlace: https://twitter.com/PAntoniojruiz/status/366228329809977345)

Que a ver, quizá los de Izquierda Unida se equivocaran en la descripción, pero burlarse de una equivocación tan nimia es mezquino, y además en política es juego sucio; un juego sucio que yo, al menos, no voy a apoyar. Y digo que es nimia porque si me dicen que el monumento a Blas Infante es un monolito me lo creo (no conozco el vocabulario específico de monumentos) y porque SÍ está en Kansas City, por muchos matices que este señor quiera introducir.

Pero es que no queda ahí todo. Hasta cierto punto hay que soportar y entender que el PA gobierne en coalición con el PP en ciertos municipios (en mi Isla de León lo hace, y ya me toca la moral, porque José Loaíza no podría darme más asco). Lo que no puedo tolerar es que hagan cosas como la de esta noticia:


(Enlace: http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/el-ayuntamiento-de-ecija-censura-una-obra-de-teatro-donde-la-virgen-habla-como-madre-y-mujer/)

Es decir, el PA tiene la concejalía de Cultura, y censura la obra de teatro porque a un par de cofrades no les gusta. Que, por cierto, yo he ido a ver esa obra de teatro, he ido a verla con cofrades, y desde luego les encanta. Decir que la obra es irreverente o irrespetuosa es totalmente falso y eso sólo pueden decirlo o gente muy ignorante o gente que no la haya visto. Desde luego, si tan irrespetuosa fuera con las cuestiones eclesiásticas o cofrades, no habría sido repetida tantas veces en salas de Sevilla capital.

Luego rectificaron, pero a mí eso no me vale. Demostraron estrechez de miras y una ranciedad conservadora que, desde luego, yo no estoy dispuesto a apoyar. Para defender la ignorancia ya tenemos al PP.

Así que, por todo esto que he expuesto, lo siento pero no quiero quedarme esperando a ver con qué próxima vergüenza me sorprende el Partido Andalucista. Les deseo lo mejor y, si algún día se deciden a ser un partido serio, que realmente crea en el progreso de Andalucía como país moderno y desde la izquierda, podrán volver a contar conmigo. Pero ese futuro lo veo bastante lejano.

viernes, 7 de marzo de 2014

Incompetencia comunicativa

Siempre decimos que la enseñanza de los idiomas en Andalucía (y, en general, en el Estado español) es mala, malísima. Y nos referimos en general a que el inglés que se aprende no hay por donde cogerlo, que los niños salen sin fluidez, que no entienden nada de lo que escuchan ni leen, o que todos los años vuelven a empezar por aprender el verbo to be.

Sin embargo, a lo que poca gente le da importancia, porque no hay conciencia social sobre ello, es al hecho de que la enseñanza de la lengua propia es mala. Está viciada de raíz, contaminada por la tradición filológica prescriptiva que siempre ha reinado por estas tierras.

Con ello me refiero a que, a menudo, enseñar lengua en primaria se limita a decir a los niños qué palabras y estructuras deben usar y cuáles no. Y enseñarles que, en general, lo que hablan ellos y dicen en casa o en la calle está mal, es incorrecto y rechazable, y tienen que aprender otras maneras de hablar y otras estructuras que sí sean correctas.

Como resultado, los niños salen pensando que hablan mal y que lo de hablar bien es algo muy difícil que sólo consigue la gente con mucha cultura y muchos estudios. Esto se puede canalizar en dos comportamientos: primero, el de la resignación y la disculpa (es que yo hablo muy mal) y, segundo, el del enaltecimiento (pues yo hablo así porque me da la gana).

No es hasta la secundaria que se les enseña a los alumnos que la lengua tiene registros diferentes, y que lo correcto e incorrecto no existe por sí mismo, sino que una palabra, una estructura, una expresión puede ser adecuada o no adecuada según la circunstancia en la que se encuentre el interlocutor. Para entonces, pocos alumnos entienden e interiorizan ese concepto; la mayoría lo aprende de memoria para el examen y luego lo olvida.

De ahí que haya gente que, después, cuando aprende palabras o expresiones formales las intente aplicar en todas las situaciones, y acabe generando situaciones muy ridículas en las que raya la pedantería y sus interlocutores no entiendan nada. En concreto, me viene a la mente una persona que, en foros de Internet sobre temas informales, utilizaba palabras restringidas al ámbito literario o recargaba en exceso sus textos, introduciendo incluso latinismos. Competencia comunicativa, ¿para qué?

Una profesora de la universidad me enseñó una frase que lo resume todo: no es culto el que habla siempre con palabras cultas; es culto el que sabe adecuar su discurso a la situación. La persona culta no baja al patio de vecinos y dice “disculpe su señoría, ¿para qué menester me requiere?”; eso lo hace el pedante. La persona culta, por el contrario, no tendrá problemas en decir “¿qué querías, picha?” (adáptese la expresión a la zona geográfica), y dejará la otra frase para situaciones de formalidad extrema o para creación literaria.

¿Por qué salto ahora con todo esto? Porque está extendiéndose por Facebook y Twitter (¿veis? adecuación al discurso, en mi casa diríamos que está roando) una foto de un libro de texto de primaria donde se describe el lenguaje de los mensajes de texto, se habla de que en ese medio de comunicación se sacrifica la ortografía, se prescinde de los acentos y se abrevian las palabras. En fin, no voy a describir con más detalle, todos conocemos ya ese tipo de lenguaje. A la foto, normalmente, la acompañan quejas más o menos furibundas por el hecho de que un libro de texto describa este modo de comunicación.



Señores, en el currículo académico de la asignatura de lengua castellana está incluido el estudio de la comunicación en todos sus modos. Cuando me tocó estudiarlo, recuerdo que se enseñaba con detalle la diferencia entre la lengua oral y la lengua escrita, ésta caracterizada por la reflexión y aquélla por la espontaneidad. La cuestión es que la situación comunicativa de los mensajes de texto es novedosa: no encaja en la lengua escrita tradicional ni en la oral. Y por eso, no podemos tratar a los mensajes de texto como si fueran una carta, un e-mail o un libro.

Muchos de los que comentaban esa foto ponían el grito en el cielo porque creen que ese modo de escribir debe ser censurado. A mí esa actitud me parece gravemente errónea. Escribir con abreviaturas en mensajes de texto responde a unas exigencias concretas, a una situación que requiere brevedad, y que hace que la gente prime la transmisión del mensaje antes que la corrección lingüística. Una cuestión que, por otro lado, es lo más lógico: la comunicación consiste en transmitir información exitosamente, y en este caso, abreviar y sacrificar la ortografía permite una transmisión mucho más productiva de la información (se transmite más en el mismo espacio). La estética o la corrección son criterios secundarios que habrá que tener en cuenta en otros medios de comunicación, pero no en este.

Del mismo modo, los monjes que copiaban textos en la Edad Media utilizaban multitud de abreviaturas para aligerarse el trabajo. Y hoy en día eso no indigna a nadie; al contrario, se considera un hecho peculiar.

Personalmente, creo que los libros de texto hacen bien en describir ese nuevo método, porque es susceptible de ser estudiado como cualquier otro. Es otra vertiente de la lengua. Y, en cambio, las clases en el colegio deberían centrarse en enseñar que ese modo de escribir está muy bien para los mensajes de texto, y que para otros medios es más conveniente escribir de otras maneras. Cada situación requiere una actuación diferente.

Otro día hablamos del exceso de academicismo que tiene la gente de la calle.

domingo, 23 de febrero de 2014

Buenas noches, Espinete

Hace tiempo, dediqué una entrada a los libros que leía de pequeño, los de Richard Scarry que aquí fueron traducidos como «Serpentino». Hoy voy a volver a hablar de un recuerdo de la infancia.

En mi casa teníamos una cinta de casete de Barrio Sésamo. En concreto, la cinta se llamaba Espinete y sus amigos. En ella había canciones míticas de Barrio Sésamo (o a mí me parecen míticas porque de tanto oír la cinta me las aprendí, claro), como Un erizo como yo, Panadero soy, La canción de Don Pimpón o Ana. Canciones no sólo conocidas por todos, sino que incluso están en Youtube porque alguien se ha encargado de compartirlas para que no las olvidemos.

Todo eso está muy bien, pero había una canción al final del casete que era diferente. Era una canción que yo jamás había visto en ningún capítulo en televisión. Sin embargo, me gustaba mucho (y en mi casa no le gustaba a nadie, no me dejaban ponerla, jajaja), precisamente porque... cantaban en otros idiomas, no sólo en castellano. Decían una pequeña estrofa en castellano, que no recuerdo bien pero era algo del estilo:

Todos, adiós y buenas noches, adiós, hasta mañana,
nos vamos a la cama, nos vamos, nos vamos,
nos vamos a dormir.

Entonces salía una voz que no identifico, y decía: «¿qué tal si la cantamos como los niños catalanes?» y cantaban la misma estrofa en catalán. Después de eso, la misma en vasco y en gallego.

Crecí oyendo esa canción y, mientras no tenía más noticias sobre el tema, para mí era lo más normal que los catalanes, los vascos y los gallegos cantaran esa canción de manera diferente, y era guay escuchar lo raros que sonaban esos idiomas. Llegué a aprenderme que los catalanes decían algo así como anensan a durmí (que hoy en día supongo que dirían anem-se'n a dormir, lo cual tampoco es normativo) y los gallegos ímonos acochar (ni puta idea de cómo se escribe en realidad).

Hoy no sólo he descubierto que ese bonito mundo donde cada uno hablaba su idioma y todos nos amábamos no era real, sino que además si había algún atisbo de que existiera ya se ha desvanecido. Y esa canción no existe en Internet. No está en youtube, ni en eMule, ni ninguna página web habla de ella, salvo una wiki en inglés que menciona de pasada que esa canción existía.

Así que, si algún alma caritativa sabe de ella o me la puede pasar, lo agradeceré. O si la recuerda y quiere comentarlo, bienvenido sea.

Actualización (24 de febrero):  por Facebook me han hecho llegar un enlace de youtube donde estaba la canción, bien escondida por supuesto. La comparto con todos ustedes.


domingo, 12 de enero de 2014

En 2013...

Al final se acabó el año 2013 y no hice ni un triste resumen de lo que había pasado en el año.
  • Al final me hicieron un contrato indefinido en mi trabajo. De todos modos, no cesé mi búsqueda de empleo en Valencia, y espero que pronto me llamen para irme.
  • He viajado a Valencia bastantes veces.
  • En estos viajes he conocido sitios nuevos. Entre ellos, Xàbia, Altea, Alacant, Montblanc, L'Espluga de Francolí.
  • He hecho, además, viajes a Madrid, Lisboa, Barcelona y Granada.
  • En el viaje a Madrid vi a mis queridos Almu, Pablo y Laura, y en el viaje a Barcelona quedé con Joel, Marc, Jordi, Rafel y Pedro.
  • Estuve en la mítica noche de despedida de Ismael, que se ha ido a ganarse la vida a Inglaterra.
  • Cambié de médico de cabecera y gracias a eso descubrí que tenía una infección importante.
  • He ido al teatro tres veces:
    • En mi visita a Madrid con Fede vi el musical de El Rey León.
    • En Valencia vi la obra "Spot" en valenciano, de la compañía Albena Teatre, también con Fede.
    • Y en Alcalá de Guadaíra fui a ver a Manu Sánchez con Germán.
  • Además he visto un par de películas en el cine, entre ellas la muy esperada Los Juegos del Hambre 2.
  • He leído muchos más libros que el año pasado. Entre ellos, la trilogía de Los Juegos del Hambre (sí, me gusta, por si no se nota), pero también otros como Yerma (de García Lorca), 1984 (de George Orwell) o tres libros de Ferran Torrent, de los cuales destaco Societat limitada. Además, he leído bastante sobre política actual valenciana, incluyendo las obras cumbre de Joan Fuster.
  • Me di de baja del Partido Andalucista. Ya iban teniendo demasiados detalles que no encajaban con mis ideas políticas.