(A estas alturas ya estaréis hartos de mis idas y venidas, pero mira, mi blog es el sitio donde desahogarme. Lo siento por las tonterías que tenéis que leer.)
Dice el refranero que Quien con niños se acuesta, mojado amanece. Nunca me ha gustado ese refrán, porque cuando se aplica a alguien suele ser bastante despectivo. Yo no lo aplicaría a mi crush, porque no se merece ese desprecio. Simplemente cada uno es como es y hay que saber en dónde nos metemos. Con el mismo trasfondo, me parece menos ofensivo Si saben cómo me pongo, pa qué me invitan. O muchos otros con significado similar: genio y figura hasta la sepultura, o el que decía mi abuela, el que tiene un vicio, si no se mea en la puerta se mea en el quicio.
La cuestión es que yo sabía que esto era una posibilidad, pero la había borrado de mi mente. Ya cuando lo conocí comentaba que se quería ir a vivir a Málaga. Pero claro, los motivos por los que lo decía en verano ya no eran aplicables ahora, así que yo ya no lo contemplaba. Error.
Así que sí, quería irse de aquí y ha decidido hacerlo. Aún no se ha ido, pero lo hará en breve. Y desde que tomó la decisión he pasado unos días horribles, para qué negarlo. Sobre todo porque no puedo quedar con él sin que ese sea el único tema de conversación.
Y claro, como dice otro refrán, en este caso anglosajón, si amas algo, déjalo ir. Sus motivos para irse están bien argumentados. Y aunque yo en su situación no lo haría, no puedo desanimarlo. Es mezquino y egoísta. Y yo no puedo ser así, porque es injusto, porque no se lo merece, y porque quiero ser un buen amigo suyo. Así que aquí me tenéis, animándolo a dar el paso aunque por dentro me esté matando.
El refrán continúa con si vuelve a ti, es tuyo para siempre; si no vuelve, es que nunca lo fue. Dejando a un lado que las personas no son posesiones, él nunca fue para mí, y no va a serlo, así que sé que no va a volver. No puedo contar con eso. Pero ahora mismo me encuentro paralizado.
Me gustaría no verme en esta situación, pero no está en mi mano. En cuanto se vaya, solo será cuestión de tiempo que deje de doler. Todavía no tiene fecha, y aunque la única solución será esa, no quiero que llegue. No quiero dejar de verlo y de estar a su lado. Pero los días están contados.
Y por favor, que con el próximo no me pase lo mismo. No puedo pasar por esto otra vez.