De vez en cuando, en casa compramos frambuesas. Esta semana las hemos visto en el Lidl y las hemos comprado, tenían muy buena pinta.
Para mí las frambuesas son una fruta de Fin de Año, porque en mi familia hay una historia que hace que las identifique así.
El 30 de diciembre de 2011, mi madre, por motivos, fue ingresada en el hospital. Todos los años pasábamos el Fin de Año con ella en su casa, y comíamos las uvas, pero ese año no iba a ser así.
La cuestión es que el repentino ingreso de mi madre en el hospital nos cambió los planes, y nos encontramos la noche del 31 de diciembre en casa de mi hermana (que vivía cerca del hospital). No habíamos hecho cena de Fin de Año, habíamos comprado unos bocadillos en un desavío junto al hospital. Y por supuesto, no teníamos uvas. Lo más parecido que mi hermana tenía para ofrecernos eran unas frambuesas que había comprado unos días antes para hacer una tarta con ellas.
Así que ahí nos tienes, a tres de mis hermanas y a mí delante de la tele y con un platito con doce frambuesas cada uno, preparados para comerlas con las campanadas.
Empezaron las campanadas y mis hermanas comieron una sola frambuesa, porque les resultaron demasiado ácidas y no pudieron seguir. Yo me comí las doce porque el sabor ácido de la fruta, por lo general, me gusta. Así que entré en el año 2012 con 12 frambuesas.
Mi madre se murió definitivamente a la hora de almorzar del día siguiente, el 1 de enero.
Por eso, para mí las frambuesas son una fruta de Fin de Año. Cuando las como no recuerdo la muerte de mi madre como una tragedia; al revés, me hace recordar lo que nos reímos mis hermanas y yo durante las campanadas, en ese Fin de Año improvisado por las circunstancias que nos había tocado vivir.
No serán mi fruta favorita, pero me encantan las frambuesas.
2 comentarios:
Quina història més bonica
M'alegre que t'haja agradat :)
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