sábado, 31 de diciembre de 2016

En 2016...

Cuenta la leyenda que cada 31 de diciembre yo hacía un resumen de mi año aquí en mi blog. Acabo de comprobar, sin embargo, que la última vez que lo hice fue en 2013, y lo hice tarde.

(Lo que nunca cuento es que esto es plagiado de Almu, pero bueno).

Va siendo hora de retomar las buenas costumbres. Aquí está mi esperadísimo resumen del año.

En este año que acaba, 2016...
  • Conocí Peníscola. Vale, no es que haya viajado poco, es que solo he ido a sitios que ya conocía. Salvo Peníscola.
  • Entablé una amistad más cercana con mis compañeros de curro, sobre todo con Miguel y Jose.
  • Me sacaron una muela del juicio, el primer diente que me quitan. Ahora solo me quedan 31.
  • Terminé de pagar mi coche (¡un año antes de lo previsto!).
  • Me compré una regla de cálculo porque soy así de friki.
  • Voté en unas elecciones generales... tapándome la nariz.
  • Me mudé a Sevilla capital y empecé a compartir piso con mi hermana.
  • En relación con eso, me cambié de gimnasio y ahora estoy en uno chico y lleno de ciclados con morritos. Bueno, como todos.
  • Hice mi primera venta en eBay. Tampoco gran cosa, que saqué 12 euros.
  • Escribí un libro sobre política y marxismo para mi sobrina y lo publiqué en Amazon. Ya he vendido 11 copias, más las que he regalado.
  • Volví a visitar una de mis ciudades favoritas, Berlín, y me arrepentí de no haberme ido allí a vivir hace años.
  • Quise donar sangre y me dijeron que no podía. Maldito rasgo drepanocítico.
  • Mi relación de cuatro años con mi pareja llegó a su fin, la más larga que he tenido hasta ahora.
  • Conocí a alguien que me fascinó y estuve unos meses a pico y pala. Pero vi que el interés no era mutuo, así que me retiré por donde vine (aunque lo siga teniendo presente).
  • Aparte de eso, desvirtualicé a más gente de Twitter a la que le tengo mucho cariño, como Cristòfol, Fran y Vic.
  • Además, volví a ver a amigos de toda la vida a quienes quiero un montón, como Almu, Laura, Iván y Juan (en Madrid), Fran, Nando y Antonio (en Sevilla).
  • Intenté reactivar mi vida sexual, pero solo estuve con dos tíos y uno me pegó ladillas. No me lo ha reconocido.
  • Cumplí 32 años, es decir, que en base binaria ya tengo seis cifras (100000).
  • Fui reelegido delegado de personal en unas elecciones sindicales algo decepcionantes.
  • Decidí no renovar la tarjeta de descuento del cine. Total, estando soltero no voy.
  • Me apunté a la autoescuela para sacarme el permiso de moto.
Y eso es todo lo reseñable. Aunque últimamente estoy más bien decaído, el año no ha sido taaaan malo. Eso sí, espero que 2017 sea mejor. Y gracias a todxs por haber estado conmigo.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Outside

Como ya sabréis, el pasado domingo murió el cantante británico George Michael, vocalista del grupo de los 80 Wham! y luego artista en solitario. Lo recordaréis de canciones míticas como Last Christmas, Wake me up before you go-go (con Wham!), Faith o Freedom (en solitario).

Faith

Nunca fui fan de George Michael. Cuando estuvo de moda yo era muy joven, así que nunca me llamó la atención, aunque a mis hermanas mayores les gustaba. Y posteriormente, en la época en que me empezó a interesar la música, las canciones de este señor no iban conmigo; probablemente, porque eran de un estilo que nunca me gustó (me vienen a la mente As e If I told you that, a ambas puedo encontrarles el gusto hoy, pero hace dieciséis años no).

Si nunca fui su fan, ¿a qué viene que hable ahora de él? Porque lo merece. Os cuento.

Pongo en antecedentes para quien no conozca a este señor. George Michael era homosexual, aunque él no lo declaró públicamente, ni en la época de Wham! ni al principio de su carrera en solitario. En abril de 1998, sin embargo, fue arrestado por acto obsceno en Beverly Hills, California. El acto obsceno fue enseñarle el rabo a otro señor mientras hacía cruising. El problema es que este otro señor era un policía de paisano que le había tendido una trampa.

Lo épico fue la reacción de George Michael. Se negó a declararse inocente en el juicio (nolo contendere) y fue condenado a una multa de 810 dólares y 80 horas de servicio comunitario. Por hacer cruising en un baño público.

Si ya esto es suficiente motivo para estar orgulloso de este hombre (recordemos, un personaje público, famoso), la cosa no queda ahí. En octubre de ese mismo año, y como primer single de su disco recopilatorio, lanza la canción Outside (que se traduce como «fuera, en la calle») donde satiriza todo este acontecimiento. El vídeo es una verdadera parodia de la represión sexual de las leyes estadounidenses, y en la letra habla abiertamente de sus preferencias sexuales: la letra no decía que le gustaran los hombres, eso ya había quedado claro en el escándalo; Outside habla de no recluir tu sexualidad a la intimidad de tu casa. Quería dejar claro que no se arrepentía de su episodio de cruising.

Outside

Esta canción llegó muy, muy adelantada a su tiempo. Si hoy en día cualquier leve demostración de sexo en público escandaliza, podéis imaginar qué se pensaba del cruising en 1998. Pero es que su autor ya estaba adelantado a su tiempo, y con esto no hizo más que gritar contra la asquerosa represión social, contra la homofobia que, si bien ahora es asfixiante, en los años 90 lo era mucho más.

No puedo decir que el gesto de este señor me influyera porque lo vi desde mucha distancia y sin enterarme de lo que pasaba. Yo en 1998 estaba pasando mi pequeño drama particular de sospechar y luego darme cuenta de que era gay, y posteriormente de estar aterrado de que cualquier persona llegara a saberlo (las cosas que pasan cuando uno está en el armario con 13-14 años). Sin embargo, me puedo imaginar que fue de gran ayuda para muchas otras personas que estaban dentro del armario y asustadas por la homofobia de la sociedad en la que vivían. Me lo ha confirmado Owen Jones en su artículo del lunes pasado en The Guardian.

No quiero dejar de enlazar aquí un tuit suyo que resume todo esto.


A George Michael no solo hay que agradecerle eso, nunca tuvo miedo de dar la cara por aquello en que creía. Criticaba duramente la imagen azucarada y sexualmente inofensiva que daban los medios sobre el colectivo gay. Nunca negó ser votante de los laboristas (a pesar de que los defensores de Thatcher se arrogaran a Wham!), e hizo conciertos en favor de los mineros en huelga contra Thatcher (1984) y en favor de las enfermeras del servicio público de salud (2006). Se posicionó públicamente en contra del gobierno de Blair tras su implicación en la guerra de Iraq, lanzando una canción (Shoot the dog) que provocó muchas críticas.

Así que comprenderéis por qué escribo este texto. Aunque no fuera seguidor de su música, tengo claro que fue una persona digna de admiración. Creo que el mundo está peor sin él, y lamento que no haya más gente que aproveche su posición de fama para alzar la voz sobre causas necesarias.

Que descanse.

domingo, 18 de diciembre de 2016

A todo el mundo hay que darle su sitio

En mi casa había conciencia de clase, aunque no habláramos de ella. Desde chico, mis hermanas y mi madre (y mi padre en los pocos años que conviví con él) me enseñaron que hay que respetar y valorar el trabajo de todo el mundo.

Claro que todo esto era mucho más fácil de enseñar cuando mi madre cocinaba y limpiaba en casas ajenas y en restaurantes, y mis hermanas eran camareras, cocineras o secretarias. Después llegaban a casa y compartían todo lo que les pasaba en el trabajo, los problemas con sus jefes o con los clientes (en cada caso).

Cuando tuve mi primer trabajo, muchas de estas cosas me quedaban muy atrás. Había pasado unos cuantos años en la universidad (con el adoctrinamiento elitista que esto conlleva) y, aunque nunca olvidé lo que había aprendido en casa, había detalles en los que no reparaba.

En este trabajo, todos mis compañeros, o la gran mayoría, eran como yo, chavales de veintipocos años, recién egresados y sin experiencia laboral, así que estábamos todos igual de verdes. Excepto uno, con quien me llevaba muy bien. Tenía diez años más que nosotros, había trabajado en sitios muy variopintos y era un tío muy observador, decía cosas muy interesantes. Así que hablaba mucho con él.

Una de las cosas que me dijo un día es que «a todo el mundo hay que darle su sitio», y me puso el ejemplo de que cuando entró en la empresa, el primer día se paró a hablar con el portero y le dijo que desde entonces iba a trabajar ahí. En ese momento no lo entendí. El portero era un señor que trabajaba en la puerta del aparcamiento y con el que nadie se paraba a hablar porque entrábamos en coche y ni siquiera venía de camino hablar con él; si querías hacerlo, tenías que ir expresamente.

Han pasado ocho años desde entonces y ahora puedo entender mucho mejor a lo que se refería. Estamos inmersos en una sociedad de valores clasistas, donde damos más importancia a unas personas que a otras según su relación social, su puesto de trabajo, su poder adquisitivo... y al final nos encontramos con un puñado de gente que desprecia a porteros, recepcionistas, camareros, secretarios, cajeros, limpiadores, y en general a toda la gente que se encuentra trabajando cara al público. La asquerosa máxima liberal de que el cliente siempre tiene la razón ha hecho mucho daño, porque además es mentira. A veces el cliente es, simplemente, gilipollas.

Por simple respeto, es importante valorar y agradecer el trabajo de todas las personas. También por empatía, porque seguro que a todos nos gustaría que nos valoraran y agradecieran nuestro trabajo. Pero es que además tiene un lado provechoso. Cuando las personas sienten su trabajo valorado, seguramente lo hagan mejor y con más ganas, y el resultado será más satisfactorio para nosotros si vamos a ser los receptores de ese trabajo, o si somos sus clientes.

Seguramente, ese portero al que mi compañero fue a presentarse el primer día, lo recordará posteriormente y podrá ayudarlo cuando lo necesite. Si facilitas el trabajo de las personas que limpian, seguro que disfrutarás de lugares más aseados. Si tratas con educación y amabilidad al camarero, puedes estar seguro de que estará más receptivo si tienes alguna petición que hacerle o si hubiera algún problema con la comida. Lo mismo con los secretarios, recepcionistas, y demás personas cuyo trabajo consista en atenderte. Y, desde luego, si eres amable, no se irán a casa pensando en el imbécil que llegó hablándoles con malos modos.

Y, por último, recuerda que por muy cliente que seas y por mucho dinero que tengas, si esa persona no te atendiera, no podrías tener lo que has ido a buscar. Sin su trabajo, tu dinero no vale para nada.

Por todo esto, recuerda dar a cada uno su sitio. Un buenos días, un por favor, unas gracias y una sonrisa, son gratis y pueden marcar una gran diferencia.

(Ya otro día si queréis os cuento la anécdota de cuando me peleé con un señor pijo en una estación de tren a cuenta de su comportamiento con la limpiadora. Ya sabéis que tiendo a ser algo bronquista).

domingo, 11 de diciembre de 2016

¿Demasiado tarde para el «in corpore sano»?

Los que me conocéis sabéis que tengo una extraña relación de amor-odio con el gimnasio. Normalmente la parte de odio nunca la digo y la gente se cree que amo el gimnasio. Voy a explicarme un poco mejor.

Creo que lo expliqué hace años en algún texto de este mismo blog, pero lo explico de nuevo. Hasta los 23 años siempre fui gordo, y si no hubiera sido por un fallo médico, es posible que aún estuviera así. De hecho con casi 20 años, recién regresado de mi Erasmus, alcancé 100 kg, mi máximo. No es una cifra muy bonita para alguien que mide 1,73 m. Pero en fin, como digo, a los 23 adelgacé bastante.

La cuestión es que, cuando cumplí los 26 años, me entró una ligera crisis de identidad y decidí que quería tener un cuerpo más bonito, así que decidí meterme en la musculación en serio y empezar a comer de una manera más adecuada para ganar músculo. Los resultados el primer año fueron espectaculares, pero he de decir que requerían una disciplina que es muy difícil de seguir.

Con los años he ido perdiendo esa disciplina, he ganado peso y perdido forma. También porque, por supuesto, soy seis años más viejo y eso se nota. Pero bueno, al menos me mantengo de una manera medianamente decente. Sé que gracias a las pesas no me he hinchado como un sollo.

Estos motivos son los que dan la parte de «amor» a mi relación con el gimnasio. ¿Y el odio? Pues porque soy más flojo que el fango y me gusta menos moverme que a una pelusa detrás de un mueble. A esto, además, se le suma que en mi gimnasio actual no me encuentro del todo cómodo, como sí lo estaba en el anterior. Pero bueno, voy al gimnasio porque estoy mentalizado de que me hace falta.

Toda esta reflexión viene porque me estaba planteando si debería retomar el plan gimnasio disciplinado. Me debato entre el sí y el no. Por un lado, pienso que debería hacerlo, intentar recuperar una buena figura y ganar en salud y en fuerza. Además, ahora que estoy solo y, por lo que veo, sospecho que pasaré una larga temporada así, ganaré en seguridad si mejoro mi forma.

Y por el otro lado, pienso que por más que lo logre no me convertiré en uno de ellos. Con 32 años el cuerpo no es el mismo que con 26 y el nivel de esfuerzo que se requiere es bastante más alto. Estoy casi convencido de que no voy a perder mi flotador por más que me lo curre. La cuestión, ¿estoy dando excusas para ni siquiera intentarlo?

En fin, que estoy dándole vueltas y aún no he tomado una decisión. El objetivo es bonito y merece la pena, pero no puedo saber hasta qué punto es alcanzable. Lo mejor es que estoy pensando esto en los días previos a las fiestas de fin de año… parece que no tenía otro momento más adecuado. Pero en fin, si no hacemos nada especial en casa (y no creo que lo hagamos, más allá de la cena de fin de año), tampoco tiene por qué ser una fecha mala.

Ya os iré actualizando con los progresos.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Real o no real

Me despierto por la mañana, miro el móvil, consulto el correo. Entro en las redes sociales. Todo bien, lo de siempre. Me levanto, desayuno. Voy al gimnasio, vuelvo, me hago el almuerzo, me ducho, voy a trabajar. Me paso ocho horas oyendo a mi jefe, preparando órdenes de trabajo, resolviendo dudas sindicales. Vuelvo a casa, estoy un rato en el ordenador, me voy a la cama a dormir.

En el ordenador, entro repetidamente en webs de contactos, en chats, en aplicaciones, intento entablar conversaciones con desconocidos que en el mejor de los casos solo quieren compartir un par de horas en la cama.

Y todo esto, ¿para qué?

Intento engañarme a mí mismo, pero no lo consigo, sé que es todo una mentira. Quedo con personas que, como mucho, me parecen tolerables. Evito páginas web y redes sociales que puedan romper mi pequeña burbuja. Intento no quedarme ocioso en ningún momento.

Porque, ay, las horas en blanco son mis peores enemigas. Porque pensar me hace daño.

Porque si no mantengo la mente ocupada, me viene a la cabeza verte jugando al GTA. Me viene a la cabeza ese paseo después del cine que me permitió conocerte mejor. Me asaltan los recuerdos de llevar a Socs hasta el veterinario, o de cenar de japonés en casa viendo los Simpson.

Porque cuando llega la noche recuerdo acariciarte mientras te quedabas dormido, y apoyar la cabeza en tu pecho al despertar. Y ese momento en que me dijiste que te alegrabas de que estuviera allí contigo. Ese beso en el supermercado que por un momento me hizo olvidar todo lo demás.

Y por eso hago todo lo posible por no pensar y mantenerme en mi burbuja. Porque cuando te leo, cuando sé algo de ti, vuelvo a recordar que no lo conseguí, que no fui suficiente, que en algún momento perdí la oportunidad.

En mi pequeño mundo, en este plató del Show de Truman en el que estoy metido, quizá no sea feliz, pero no me siento desdichado. El problema es que sé que no es real, que es una ficción de bajo coste. Que, si soy sincero, el que me llena eres tú.

Entonces me pregunto por qué sigo buscando encerrarme en mi mundo y negar lo que siento en realidad. Pero lo hago para defenderme, para sobrevivir. El amor nunca se malgasta, cierto, pero darlo te puede dejar sin energía.

Y uno ya tiene una edad y sabe que esto se pasará. Que la vida continúa, que no sé dónde estaremos mañana, con quién nos cruzaremos o qué decisiones tomaremos. Que la gente va y viene, y solo se queda quien quiere… y que, más pronto que tarde, llegará el día en que estos tres meses solo me traigan buenos recuerdos, por la ilusión que me hiciste sentir.

sábado, 3 de diciembre de 2016

En analógico

Solo paso por aquí para deciros, a los millones de personas que me leéis, que voy a estar entrando menos en las redes sociales estos días. Creo que después de estos últimos cuatro meses de caos y drama necesito pararme a pensar adónde quiero llegar con mi vida, dejar de tomar decisiones erróneas y destructivas, y para eso estaré mejor si evito leer cosas que me puedan afectar negativamente o hacer daño.

Aún pasaré por Facebook y Twitter, solo que menos a menudo. Si queréis algo urgente, ya tenéis mi WhatsApp o mi Telegram. Y espero volver pronto y bien repuesto.

martes, 29 de noviembre de 2016

De sueños de nueve horas

¿No os pasa a veces, que tenéis un problema que no sabéis resolver y os atormenta, y de repente un día te despiertas y lo ves todo claro?

Pues hoy es uno de esos días. Gracias a un sueño de nueve horas (y a Twitter, jajaja) todo ha encajado en mi cabeza.

No os puedo dar detalles. Solo os diré lo que he aprendido: que no puedes empeñarte en entrar a cabezazos en la vida de alguien. No funciona así, esa persona tiene que darte permiso y querer que entres. Parece obvio —lo es—, pero a veces dejamos de ser racionales.

Y a ver, madurez ante todo, que de este patinazo el responsable soy solo yo. No se puede gustar a todo el mundo, y hay cosas que no se consiguen perseverando. O están para ti o no lo están. Probablemente sea una explicación más racional que ponerme a pensar en qué fallé.

Así que cabeza alta. Lo intenté, arriesgué, lo hice lo mejor que supe, no lo conseguí, y aquí paz y después gloria. Me sigue encantando él y sé que lo echaré de menos. Seguramente seguiré sonriendo como un imbécil al ver su foto. Y no voy a mentir, me duele no haberlo conseguido. Pero hay que mirar adelante, que queda mucha vida por vivir.

Os dejo con esta magistral letra de The Corrs.

There's only so much I can take, and I just gotta let it go.
And who knows? I might feel better if I don't try and I don't hope.

Maybe there's nothing more to say, and in a funny way I'm calm.
Because the power is not mine... I'm just gonna let it fly.


viernes, 25 de noviembre de 2016

Descentrado

Me pasa una cosa estos días, y es que quiero escribir, se me ocurren muchos temas de los que me gustaría hacer un textito. Pero cuando lo intento, no me salen más de tres frases. Quiero hablar de emociones, de amistades, de rupturas, del pasado y del futuro, de proyectos y de experiencias, e incluso de elecciones sindicales. Pero no soy capaz de elaborar nada.

Claro que hoy me he pasado 13 horas en la calle entre el curro y un atasco, y eso no ayuda en nada.

Estos días me encuentro descentrado, confundido, desorientado. Desde luego, no soy mi yo de siempre. Aunque prometo volver pronto a ser el borde insensible que conocéis.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Reflexión personal sobre Un monstruo viene a verme

El pasado fin de semana vi la película Un monstruo viene a verme. Ya la había visto, pero un amigo la quería ver así que lo acompañé al cine.

He de decir que esta segunda vez lloré más que la primera, no puedo adivinar por qué, aun sabiendo lo que iba a pasar.

No voy a decir que sea un peliculón, porque hay partes que me parecen mejorables, pero el final es muy bueno, y a mí personalmente se me hace algo doloroso.

No leas a partir de aquí si no has visto la película, porque te la voy a destripar.

Y parecerá estúpido que me afecte personalmente, pero hay cuestiones personales que, aun habiéndolas superado hasta el punto de que no me afecten en mi vida cotidiana, nunca pueden terminar de cerrarse.

Hablo de Conor y la muerte de su madre. Salvando las distancias por la edad, yo viví una situación parecida hace casi cinco años. Aunque por suerte tengo cuatro hermanas que me quieren mucho, siempre estuve muy unido a mi madre. Vivía a 130 km, pero la llamaba cada día, la visitaba varias veces al mes, consultaba con ella todas mis dudas. Era una parte fundamental de mi vida, aun siendo yo un adulto independiente.

Murió un día de año nuevo, tras meses con un estado de salud que no paraba de empeorar. Tenía yo 27 años (ahora tengo 32).

Por eso esta película me hace revivir todas las sensaciones dolorosas que tuve en aquella época. Por un lado la angustia de ver cómo se encontraba cada día peor, sobre todo los dos últimos días, y el deseo egoísta de querer que todo ese sufrimiento se acabara ya. Por otro, el dolor porque se iba, y porque no quería que se fuera, porque uno nunca está preparado para que se vaya alguien tan importante. Y, por último, el miedo. El miedo a afrontar la vida solo. Y esos meses posteriores de sentirme en la más absoluta desorientación, de no saber qué hacía ni adónde iba, de no pensar lo que haría la semana siguiente porque no me encontraba preparado para vivirla.

Esto pasó hace casi cinco años. Me acuerdo cada día de ella y sueño con ella a menudo. Miento si digo que no me duele que ya no esté. Pero no me paraliza. Y quizá películas como esta me ayudan a valorar lo que tuve, y a no dejar que el dolor me haga olvidar lo que merece ser recordado.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Del modo más cobarde

Hoy me he tirado a la piscina.

Pero lo he hecho del modo más cobarde. Le he dicho lo que sentía a quien me importaba, pero le he pedido que no me respondiera. Por un lado, no me atrevía a escuchar que la respuesta fuera negativa, como me imaginaba que sería. No sé si me faltan huevos o madurez emocional. Y por otro lado, si la respuesta no era negativa, igualmente no se merece que lo presione a decir algo que quizá no le apetecía.

(Bueno, hubiera sido más cobarde decirlo por WhatsApp. Pero no soy esa clase de hombre. Las cosas que importan hay que decirlas a la cara).

Ahora mismo tengo un lío de sensaciones contradictorias. Presumo de ser un tío racional, y racionalmente sé que he hecho lo correcto. Pero mi parte irracional me pregunta si no debía haberme callado y evitar la posibilidad de asustarlo, sobre todo con lo desagradable que he sido en la despedida.

Pase lo que pase a partir de ahora, quiero pensar que será para bien. Si no lo vuelvo a ver, al menos sé que ambos estaremos más tranquilos: él porque no lo molestaré, y yo porque me quedará claro que debo pasar página, sabiendo que lo puse todo de mi parte por un tío que merece la pena.

Y si nos volvemos a ver, que es lo que me gustaría, al menos tendré otra oportunidad de abrazarlo. (Sí, soy así de cursi).

Pero igualmente despedirse es de lo más duro. Ahora solo quiero dormir durante semanas.

Y lo más penoso es que, aun habiendo pensado durante días lo que quería decirle, al final ni siquiera he sido capaz de decirle lo más importante. Que no lo considero un juego, que no hay suplentes, no hay plan B, ni lo quiero buscar. Que apuesto por él. Si él quiere que lo haga.

Ahora solo me queda esperar a ver cómo pasan los días. Y confiar en que al final ocurrirá lo mejor.

martes, 15 de noviembre de 2016

Cuando te despiertas

- ¿No sabes qué hacer? Eso te lo resuelvo yo fácil. ¿Quién es la primera persona en quien piensas cuando te despiertas?
+ Mañana te lo digo.

(...)

+ Tenías razón. Es la primera persona en quien pienso al despertar.
- Pues haz lo posible por conseguir estar con él.

(Conversación que tuve con un buen amigo mientras hacíamos una tarta)

sábado, 12 de noviembre de 2016

A veces

A veces me gustaría abrazarte, decirte que todo saldrá bien y que de todo se sale. Aunque cueste, aunque duela.

Decirte que eres un tío fascinante y que estaré ahí para lo que necesites.

Incluso solo para estar a tu lado, aunque ni siquiera hablemos, y así sepas que no estás solo.

Porque verte contento me hace feliz.

Aunque no sea capaz de decírtelo. Aunque prefiera que no lo sepas.

jueves, 27 de octubre de 2016

Efímero

Y como vino, se fue.

El temido momento llegó. Se acabó y gracias por venir.

Al menos no se me podrá reprochar que no hiciera todo lo que estaba en mi mano. Pero no ha sido suficiente. Al fin y al cabo, no siempre se puede ganar.

Siempre me quedará el recuerdo de cuatro días muy grandes con una persona encantadora.

Habrá que mirar adelante. Aunque va a costar.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Equipaje

Si hay un motivo por el que me encanta la serie Cómo conocí a vuestra madre es porque me puedo sentir identificado con muchas de las escenas o de los planteamientos de la serie. Hay muchas de ellas que me recuerdan a épocas de mi vida, y otras que obviamente no he vivido, y que no sé si llegaré a vivir.

Por motivos que no puedo desvelar, llevo un par de días pensando en el equipaje. Me explico: esto del equipaje se refiere a las experiencias, traumas o costumbres que arrastras de tu pasado cuando comienzas una relación.

En la serie, el protagonista se preocupaba por el equipaje que llevaban las mujeres a las que iba conociendo y con las que pretendía establecer una relación seria. Sin embargo, se acaba dando cuenta de que él también llevaba equipaje y no era precisamente liviano.

En mi caso, me preocupo más por mi propio equipaje. Sé que voy cargado y, aunque con los años he podido desprenderme de bastante lastre, también he ido recogiendo otro tipo de peso. Cuando empecé con mi relación en 2009 llevaba una mochila pequeña pero pesada, y cuando empecé con la de 2012 notaba otras cargas. No sé cómo llegaré a la próxima (ni siquiera sé si la habrá), pero tengo claro que habrá que hacer todo lo posible por soltar las cargas más pesadas.

Una vez, hace nueve años, conocí a un chaval que me dijo que no quería conocer a personas con problemas (así en general), que las quería muy lejos de él. En su momento me chocó que me dijera eso, pero no sabía realmente por qué. Hoy en día creo que lo identifico, y es porque no existe la gente sin problemas. La gente viene en paquetes completos, con virtudes y defectos, con circunstancias positivas y negativas.

Y, sin embargo, no paro de pensar en que, cuando te gusta alguien, si de verdad te interesa, no ves su equipaje como un problema. Al revés, quieres hacer lo posible por conocerlo, y así poder ayudarlo a desprenderse de él, si fuera necesario.

Pues precisamente eso me pasa estos días. Sé que viene cargado, pero no me importa el equipaje que traiga. Sé que merece la pena.

martes, 4 de octubre de 2016

Anuncio. Desdoble de blog

Queridxs lectorxs:

he decidido desdoblar mi blog, porque me ha acabado chirriando demasiado la mezcla de temas.

Así que a partir de hoy, los artículos sobre política los he pasado a otro blog que os enlazo aquí.

Últimamente me apetece escribir cosas más personales y me he cortado para no mezclarlas con textos más serios y bien pensados.

Un saludo a todxs.

lunes, 3 de octubre de 2016

Treinta y dos

Un año más ha llegado el otoño, ha llegado octubre, y ha llegado el día 3, el día en que celebro mi cumpleaños. Una fecha como otra cualquiera, pero que por caer justo al final del verano, se junta con muchos otros cambios, comienzos y fines. De hecho, siempre he contado mis años por cursos académicos, día arriba día abajo.

Este año se cumplen treinta y dos. Tampoco es un número especial. Pero ninguno de los cumpleaños es como los anteriores. Son más años, más kilos, menos vitalidad, y más experiencia. Cada edad tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y hay que saber aprovechar las ventajas y minimizar los inconvenientes.

Los treinta y dos me llegan en un momento de incertidumbre, en el que no sé lo que me espera, no sé lo que voy a hacer, no sé adónde voy a acabar. Si bien esto es cierto durante toda la vida, porque el futuro es desconocido, este año es más cierto porque no tengo planes a más de dos semanas vista. Muchas ideas, muchos deseos, algún que otro proyecto de futuro, mis castillos en el aire (si no no sería yo), pero nada sobre el papel.

Sin embargo, a pesar de todo esto, me pilla en un momento positivo. Quizá sea por toda la gente que he conocido durante los treinta y uno, y que espero conocer más en los treinta y dos, pero confío en que este nuevo año será globalmente enriquecedor. No sé si en lo profesional, pero desde luego, sí en lo personal.

Por todo esto, bienvenidos sean los 32 y todo lo que van a traerme.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Calma

Aquí escribí el miércoles un texto sobre mi reciente viaje a Madrid.

Lo he ocultado porque fui muy rápido en sacar conclusiones. Calma y que las cosas fluyan, que ya veremos adónde van. Según acaben, lo volveré a poner visible o no.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Reencuentro con Berlín (Hauptstadt der DDR)

Ayer por la tarde volví de un viaje a Berlín de cinco días.

Ya conocía la ciudad, había estado allí tres semanas en 2007 con una beca del ministerio para hacer un curso de alemán. Por entonces hice poco turismo, solo el justo y necesario, me dediqué más a hacer una vida cotidiana, así que me faltó toda la parte turística de la ciudad.

En este viaje he suplido esa carencia, han sido cuatro días y cinco noches de no parar, aún me duelen los pies y las piernas de tanto caminar. Pero ha merecido la pena, eso lo tengo seguro. Esa ciudad se merece eso y mucho más.

Paso a haceros una breve reseña de mi experiencia como turista. Los ordeno por temas y cronológicamente. Obviamente no voy a hablar de los sitios donde no he estado.

(Descargo: Que nadie se lleve las manos a la cabeza si pongo algo incorrecto. No soy historiador, no tengo conocimientos de arte, y hablo desde el punto de vista de un usuario medio. Ah, y a diferencia de otros que se hacen pasar por neutrales, yo no niego mi sesgo político, pero qué os voy a contar que no sepáis).

Berliner Dom (Catedral de Berlín). Muy interesante. Es la primera catedral evangélica en la que entro y las diferencias con las catedrales andaluzas son claras. El interior es mucho más luminoso, y en algunas estancias puedes encontrarte obras de arte moderno que en una iglesia católica serían impensables (concretamente vi una sobre refugiados). Lo mejor, para mi gusto, fue la subida a la cúpula. Las vistas de Berlín desde allí son impresionantes, sobre todo de la zona de Alex y Hackescher Markt. Pero cuidado, que son casi 200 escalones.

Altes Museum (Museo viejo). Gran colección de obras de arte y restos griegos, romanos y etruscos: bustos, esculturas, mosaicos, monedas. Lo encontré muy interesante, las esculturas clásicas me llaman mucho la atención.

(Nota: En general, si quieres disfrutar de los museos de Berlín, tienes que abstraerte de la situación política e histórica. El 90% de los restos expuestos son de fuera de Alemania y son el resultado del expolio, saqueo o comercio privado con unas piezas de alta importancia histórica y cultural. Ya te digo, olvida eso si vas a visitar estos museos o saldrás muy cabreado/a).

Alte Nationalgalerie (Vieja galería nacional). Aquí se encuentra una extensa colección de pinturas del siglo XIX. Personalmente soy poco de cuadros así que no puedo entrar a valorarla, pero me llamaron la atención algunos cuadros realistas e impresionistas.

Neues Museum (Museo nuevo). Dedicado a prehistoria e historia antigua, hay restos de la edad de piedra, hierro y bronce, y de la civilización nórdica. Destaca la colección del antiguo Egipto, y de hecho publicitan como su máxima atracción el busto de Nefertiti.

Pergamonmuseum (Museo de Pérgamo). Dedicado principalmente a las culturas de oriente próximo, también hay una exposición de arquitectura de la Edad Antigua. Aquí es donde se encuentra el museo de arte islámico, con una sala dedicada a piezas de la Alhambra. También me pareció muy interesante, quizá por lo exótico.

Bode-Museum (Museo Bode): El que menos me llamó la atención de la Isla de los Museos y fue, obviamente, por mi falta de conocimientos. Sus exposiciones permanentes son sobre arte bizantino y sobre escultura y pintura de los siglos XIII a XVIII, además de una extensa exposición de monedas y medallas. Además este año había otra sobre arte abrahámico en Egipto (uno se acaba preguntando si han dejado algo en Egipto o está todo aquí).

Schwules Museum (Museo gay). No sé si es que vimos mal el museo y nos faltó todo (no creo), pero me pareció muy pobre y vacío, solo había una exposición sobre las corbatas en la historia. Entramos porque venía incluido en la tarjeta de los museos, pero la entrada cuesta 15 € y me parece un verdadero fraude.

Madame Tussauds. Igual que en el caso anterior, entramos porque venía en la tarjeta. Personalmente me parece una horterada visitar un museo de cera, pero bueno, entras y te haces fotos con los muñequitos y tiene su punto divertido. Nunca he estado en otro Madame Tussauds, así que supongo que serán todos parecidos, aunque este tiene la particularidad de que hay bastantes famosos alemanes (de hecho me hice una foto con Honecker, jajaja).

Sea Life Centre. Como acuario está curioso para quien le guste ver vida marina. El día que fuimos no funcionaba el AquaDom así que no sé lo que es ni puedo opinar.

Vamos con los sitios con connotación política. Cuidado porque son una gran arma de manipulación de la opinión.

Checkpoint Charlie. En este lugar se encontraba uno de los lugares de paso entre Berlín Oeste (sector estadounidense) y Berlín Este. La garita de seguridad se ha conservado y lo han convertido en un lugar teatralizado, con actores simulando ser militares estadounidenses, y con los que puedes hacerte una foto pagando 4 €. Bastante parodia todo, la verdad. En este lugar también se encuentra el Museo del Checkpoint Charlie, el cual no recomiendo. Es muy poco visual y el contenido es básicamente morralla y propaganda.

El Checkpoint Charlie, teatralizado. Detrás de la caseta se ve a los actores haciendo de militares yanquis. El soldado soviético solo está en foto, porque, ugh, qué actor iba a querer hacer de soviético

Ya que hablamos de propaganda, el DDR Museum (Museo de la RDA) es una visita obligada para aquellos a los que nos interesa esa parte de la historia alemana. Recomiendo ir leído e informado, porque todos los textos de allí están brutalmente sesgados en contra de la RDA (ya se sabe quién ganó la guerra fría); si entras en el museo conociendo un poco de qué va la historia y pasas de lo que te cuenta el régimen de la RFA, puedes disfrutarlo mucho. Se recrea materialmente la vida cotidiana de la república de obreros y campesinos.

Un Trabant, coche insignia de la RDA, en el museo de la RDA, equipado con un simulador diseñado para que pienses que el coche era una mierda.
El Berlin Wall Memorial (Memorial del muro de Berlín) es interesante porque se ve la estructura del muro de protección antifascista. Queda, asimismo, en pie una sección importante del muro, así que viene bien para hacerse una idea de lo que había allí.

East Side Gallery. Consiste en pedazos originales del muro que han dispuesto a lo largo de la Mühlenstraße y en los cuales pidieron a ciertos artistas que pintaran sus obras. La mayoría son muy hippies con su paz, su amor y su defensa del sistema burgués, pero hay algunas interesantes que denuncian racismo y homofobia.

No podía faltar la visita al Bundestag (la dieta federal, vamos, el parlamento). Es curiosa no solo por el edificio (la visita a la cúpula es imprescindible), sino también por las particularidades de su sistema político (recomiendo por ello la visita guiada, es gratis pero hay que registrarse y coger hora). Eso sí, indigna y duele ver que todo lo que fue RDA está convenientemente borrado de la historia. Hay una obra de arte que incluye los nombres de todos los diputados elegidos entre 1919 y 1999, donde se encuentra gente como Hitler, Göhring o Goebbels, pero los diputados de la Alemania socialista no tienen sitio ahí: es, cuanto menos, sintomático. Incluso la guía reconoce que el Palacio de la República (erigido por la RDA) fue demolido por revanchismo político (la guía, por cierto, siempre que hablaba de la época de la guerra fría decía "nuestro gobierno en Bonn..."). El momento más emotivo de la visita: pasar por los muros donde los soldados soviéticos escribieron su nombre y su ciudad cuando liberaron el edificio en 1945.

"Shpakov de Stalingrado estuvo aquí 3.5.45" y echó a los fascistas de tu ciudad.
Otros lugares de interés M-L:

Existen cuatro memoriales soviéticos, aunque yo solo visité tres. En primer lugar, en el Tiergarten, se encuentra un pequeño memorial soviético, construido para honrar a los soldados que liberaron la ciudad. Otro, mucho más grande, se encuentra en Treptower Park; incluye una gran estatua de un soldado soviético sosteniendo a un niño alemán, además de dieciséis sarcófagos de piedra con textos de Stalin y un portal con dos soldados arrodillados. El último de los tres, y el más emotivo, es el que se encuentra en Schönholz, y donde hay 13.200 soldados soviéticos enterrados, con sus nombres escritos en las paredes del recinto y en las tumbas.

Soldado soviético con niño alemán en Treptower Park
En la Karl-Liebknecht-Straße, la que va de la catedral hasta Alex, está el Marx-Engels-Forum, donde se encuentra un gran busto que rememora a Marx y a Engels. Y, por último, hay un pequeño busto de Karl Marx en Strausberger Platz. Es de destacar que en todos estos lugares nos hemos encontrado con ramos de flores recientes.

Y por último, para saborear lo que queda de la experiencia socialista, recomiendo montar en el S-Bahn y pasear por los barrios residenciales del este (yo lo hice por Lichtenberg), fijándose en el urbanismo y la arquitectura. Los grandes bloques de viviendas socialistas siguen intactos.

Mi experiencia personal (si no me lees a menudo o no me conoces, puedes dejar de leer aquí, gracias).

Berlín es una de mis ciudades favoritas, y este viaje de cinco días me ha recordado todo lo que me gusta de ella. Me he dedicado a conocer cosas que en 2007 o bien no sabía que existieran (como toda la parte socialista) o bien no me atrevía a descubrir (como el barrio gay). Además, mi alemán estaba en una salud sorprendentemente buena, a pesar de que nunca tengo ocasión de practicarlo con nadie. Mi punto álgido fue cuando fuimos al Curry 36 (junto al metro Mehringdamm, lo recomiendo) y pedí como un nativo, jajaja. (Bueno, como un nativo no, pero como un extranjero que lleva años allí sí. Ya me entendéis.)

Y este viaje también me ha recordado que me encantaría vivir allí. Es la misma sensación que tuve cuando me volví en octubre de 2007. Pero la vida nunca es tan fácil.

jueves, 4 de febrero de 2016

Limpia, fija, y... se mete donde no la llaman

Queridos amigos, después de unas cuantas entradas sobre política, hoy hablamos sobre Eurovisión y sobre idiomas, dos de mis grandes aficiones.

Resulta que el lunes se celebró la final de Objetivo Eurovisión, el programa de TVE que sirvió para elegir representante para el LXI Festival de Eurovisión. La preselección de 2016, vamos. Y la canción ganadora fue Say yay, de la cantante Barei. Aquí os la enlazo por si no la conocéis.


Y bueno, ha habido reacciones a favor y en contra, de gente a quien le gusta la canción y de gente que prefería otras candidatas. Hasta ahí, todo normal.

Y lo que lamentablemente también es algo usual, pero que no debería serlo, es la noticia de la Real Academia Española opinando sobre Eurovisión.

En serio. La Real Academia Española. Sobre el Festival de Eurovisión. Es muy absurdo. Explicaré por qué.

Empezaré por recordar que la Real Academia ya se quejó de que tuvieran partes en inglés las canciones de Ruth Lorenzo en 2014 o de Rosa López en 2002. Se ha convertido en una costumbre: cada vez que TVE elige una canción con algo que no está en castellano, la RAE se queja en los medios. Personalmente, me recuerda mucho a lo que pasaba en Turquía, pero al revés: después de que Sertab Erener ganara en 2003, todos los años que la TRT elegía una canción en turco, Sertab declaraba a los medios que "era una mala decisión" y que "había que llevar algo en inglés". En todas partes cuecen habas.

En España, sin embargo, la cuestión es diferente. En este caso, no estamos hablando de la opinión de ningún experto en Eurovisión, ni en música pop, ni en música siquiera. No estamos hablando de ninguna revista ni programa de televisión. No. Se trata de la Real Academia.

La Real Academia es un organismo fundado en 1713 a imagen y semejanza de la Académie Française. Sus miembros lo son por cooptación y, además, de manera vitalicia. Es decir, que básicamente se trata de un club de amiguetes con trescientos años de antigüedad. Pero, además, es el club que ha venido dictaminando cómo debemos hablar y escribir (afortunadamente están abandonando el tradicional prescriptivismo que propugnaban).

Pero es que, además, dejando aparte lo inadecuado de que una institución de tan rancio abolengo critique la elección de una canción pop, echando un ojo a los estatutos de la RAE encontramos lo siguiente:


Según los estatutos de la RAE, su misión es 'dirigir la evolución' de la lengua (pobres, no quieren reconocer que no pueden dirigir la lengua, sino solo la normativa que ellos mismos elaboran).

Un detalle: la canción de Barei está en inglés. ¿Qué tiene que decir la RAE, una academia cuya competencia exclusiva es la lengua española, sobre una canción en inglés? ¿No es muy obvio que esta cuestión escapa a su campo de trabajo?

Con lo cual, la conclusión es que el señor don José María Merino, el académico que ha expresado su queja en nombre de la RAE, ha meado fuera del tiesto por una cuestión pura y exclusivamente nacionalista. Y digo lo de meado fuera del tiesto porque este señor no ha escatimado en improperios: ha dicho que es «sorprendentemente estúpido» e «impresentable» que TVE lleve una canción en inglés.

Se entendería la postura agresiva del señor Merino y de la RAE si el español tuviera algún problema de vitalidad, si estuviera amenazado o si alguna otra lengua ejerciera presión sobre él. Pero es que no es el caso, y él mismo lo reconoce, es una lengua de 500 millones de hablantes que, además, no para de crecer.

Señor Merino, señores de la Academia: dedíquense a cumplir con la misión de la Academia, que no tiene nada que ver con esta canción. Dejen de intentar meter el español hasta en la sopa, que no necesita más promoción porque goza de buena salud, y sobre todo, respeten lo que los espectadores han elegido. Hagan su trabajo, que tienen bastante por hacer y por mejorar. Eurovisión no es su trabajo.

Posdata aclaratoria: que nadie se lleve a error. Apoyo a la Academia en parte de su trabajo. Por ejemplo, me parece horrible que a cuento de esto la gente se ponga a criticar las nuevas palabras del diccionario (una cuestión que me parece de las más acertadas de la Academia y que, por otro lado, la gran mayoría de la gente critica sin llegar a entender realmente cuál es la función de la Academia). Pero a cada uno lo suyo, y a la vez que critico lo que creo que hacen mal (como el excesivo castellanocentrismo y la marginación hacia las formas andaluzas), también creo que deberían dedicarse a mejorar esto y dejar de intentar hacer política nacionalista.