lunes, 31 de diciembre de 2018

En 2018...

Mi esperadísimo resumen de 2018:

  • Finalmente fui a Eurovisión, uno de mis grandes sueños. Y no solo fui a Eurovisión, sino que lo hice a lo grande, me pasé una semana en Lisboa (una ciudad que me encanta en un país que siempre he amado), fui a seis galas, conocí a gente espectacular con quien llevaba años hablando... Fue una verdadera pasada. Y lo mejor es que tampoco gasté tanto.
  • Empecé y terminé una relación con una de las personas que más he querido en mi vida, y que sigo queriendo, a pesar de que tuviéramos demasiadas diferencias.
  • Dado que en diciembre de 2017 me saqué mi carnet de moto A2, en enero de este año me compré mi querida Kawasaki Z650, una moto que me encanta y que no utilizo lo suficiente, pero que espero usar más en el año que empieza.
  • Viajé muy poco... demasiado poco, pero bueno, estuve en Málaga un par de veces y volví a Lisboa.
  • Conocí sitios como Benahavís, San Nicolás del Puerto o Isla Cristina.
  • En cuanto a la carrera, aprobé las tres asignaturas de las que estaba matriculado; en dos de ellas saqué matrícula de honor. No es por presumir, pero oye, que me lo curré.
  • Y relacionado con lo anterior, tuve un episodio severo de estrés que se manifestó en fiebre y dolores de cabeza todos los días. Todos los días. No se lo deseo a nadie. A raíz de ahí decidí que me bastaba con aprobar, no necesitaba sacar nota.
  • Con esos resultados, la matrícula del nuevo curso me salió gratis.
  • He desvirtualizado a Josep, Bernabé y Antonio. Me reencontré con Cris y con Aitor.
  • Sin novedades en el trabajo, la empresa se va al garete pero yo (todavía) no estoy en peligro. Me sugirieron que me fuera a Alemania, pero no me postulé porque el año anterior ya me habían rechazado por ser sindicalista.
  • Murió mi padre, con quien no hablaba desde 1997. Decidí ir al responso y allí tuve un encuentro un poco violento con su familia posterior que me hizo ver las cosas de una manera diferente. Ya os lo comenté en octubre.
  • De nuevo intenté cambiar de gimnasio pero fue para nada; sigo en el mismo.
Y eso es todo. En el anterior resumen del año dije que 2017 fue malo, y viéndolo ahora lo recuerdo con mucho cariño. 2018 ha sido peor, pero 2019 será muchísimo mejor. Lo juro.

domingo, 7 de octubre de 2018

Cuando ya no hay nada que hacer

Los que seguís mi blog desde hace tiempo y los que me conocéis a fondo sabéis algunas cosas de mi vida de las que no hablo a menudo. Una de ellas es la relación que tenía con mi padre.

Os resumo, mis padres se separaron cuando yo tenía 8 años y estuve viéndolo dos horas a la semana unos cuatro años más; después perdí el contacto.

La cuestión es que, por un motivo u otro, he crecido sin padre, no he tenido un referente masculino. Y sin embargo, de él saco un montón de cosas, empezando por el parecido físico. Por la calle he llegado a oír «este es el hijo de Antonio» por parte de desconocidos, que obviamente conocían a mi padre pero yo de ellos no sabía nada. 

El pasado jueves por la tarde, el día después de mi cumpleaños, mis hermanas y yo nos enteramos de que mi padre había muerto.

Al principio no reaccioné porque total, llevaba 21 años sin saber de él, sin tener ningún tipo de contacto con él, así que mi vida no iba a cambiar por esto. Al menos en la cotidianeidad. O eso pensaba yo.

El palo vino al día siguiente, cuando empecé a pensar en todo lo que significaba esto.

Porque una cosa es no hablar con tu padre y otra saber que nunca lo podrás volver a hacer.

Porque he crecido sin saber explicar muchas de las cosas sobre mí, y sin darme cuenta de que tenía esa oportunidad para descubrirme y para descubrir a una persona a quien realmente no llegué a conocer, puesto que dejé de saber de él cuando tenía 12 años.

Porque todo lo que sabía sobre mi padre era lo que contaban mis hermanas (con mi madre, en general, no podía hablar mucho de él). Y, en palabras de mi hermana mayor, «lo que más te gusta de ti mismo, lo heredaste de tu padre». El sindicalismo, la cultura del trabajo, el intentar hacer las cosas bien hechas. Y en gran medida, el sentido del humor.

Pero no me acerqué a él en estos 21 años. Primero, por no disgustar a mi madre. Pero una vez que no estuvo, me faltó a mí el valor de llamar y preguntar. Llamémoslo miedo a ser rechazado.

Es cierto que se cometieron muchos errores por ambas partes. Pero yo solo puedo culparme de los míos. Es cierto que pude hacer y no hice. Pude enmendar y no enmendé. Y eso me lo tendré que llevar.

Porque si una cosa he aprendido en la vida es que la culpa no lo es todo, que el daño no siempre se hace con intención, y que los problemas siempre tienen dos puntos de vista y no siempre vemos los dos.

Pero eso ya no importa, porque ya no tiene solución.

Solo queda aprender que cuando quieres algo, no puedes esperar a que lo hagan los demás. Y cuando necesitas algo, no puedes patalear que los demás no lo hicieron, si tú no moviste un dedo. Y el orgullo nunca va a hacerte feliz.

Si quieres algo, búscalo. Si necesitas algo de alguien, díselo. Mañana puede que ya no esté.

jueves, 11 de enero de 2018

If you love something, let it go.

(A estas alturas ya estaréis hartos de mis idas y venidas, pero mira, mi blog es el sitio donde desahogarme. Lo siento por las tonterías que tenéis que leer.)

Dice el refranero que Quien con niños se acuesta, mojado amanece. Nunca me ha gustado ese refrán, porque cuando se aplica a alguien suele ser bastante despectivo. Yo no lo aplicaría a mi crush, porque no se merece ese desprecio. Simplemente cada uno es como es y hay que saber en dónde nos metemos. Con el mismo trasfondo, me parece menos ofensivo Si saben cómo me pongo, pa qué me invitan. O muchos otros con significado similar: genio y figura hasta la sepultura, o el que decía mi abuela, el que tiene un vicio, si no se mea en la puerta se mea en el quicio.

La cuestión es que yo sabía que esto era una posibilidad, pero la había borrado de mi mente. Ya cuando lo conocí comentaba que se quería ir a vivir a Málaga. Pero claro, los motivos por los que lo decía en verano ya no eran aplicables ahora, así que yo ya no lo contemplaba. Error.

Así que sí, quería irse de aquí y ha decidido hacerlo. Aún no se ha ido, pero lo hará en breve. Y desde que tomó la decisión he pasado unos días horribles, para qué negarlo. Sobre todo porque no puedo quedar con él sin que ese sea el único tema de conversación.

Y claro, como dice otro refrán, en este caso anglosajón, si amas algo, déjalo ir. Sus motivos para irse están bien argumentados. Y aunque yo en su situación no lo haría, no puedo desanimarlo. Es mezquino y egoísta. Y yo no puedo ser así, porque es injusto, porque no se lo merece, y porque quiero ser un buen amigo suyo. Así que aquí me tenéis, animándolo a dar el paso aunque por dentro me esté matando.

El refrán continúa con si vuelve a ti, es tuyo para siempre; si no vuelve, es que nunca lo fue. Dejando a un lado que las personas no son posesiones, él nunca fue para mí, y no va a serlo, así que sé que no va a volver. No puedo contar con eso. Pero ahora mismo me encuentro paralizado.

Me gustaría no verme en esta situación, pero no está en mi mano. En cuanto se vaya, solo será cuestión de tiempo que deje de doler. Todavía no tiene fecha, y aunque la única solución será esa, no quiero que llegue. No quiero dejar de verlo y de estar a su lado. Pero los días están contados.

Y por favor, que con el próximo no me pase lo mismo. No puedo pasar por esto otra vez.