domingo, 11 de agosto de 2019

En lugar hostil


Te despiertas en una habitación de hotel de mala muerte. Has dormido algo más de cinco horas porque llevas tres semanas trabajando de noche y aún tienes el ritmo cambiado. Y no has podido seguir durmiendo porque se oye todo lo que pasa en las habitaciones de al lado y los portazos de los otros huéspedes al salir de su habitación para entrar en el váter compartido por toda la planta, que tienes justo enfrente de tu puerta.

Te preguntas si es el peor sitio en el que hayas dormido jamás y te das cuenta de que probablemente sí, a porfía con ese mugriento hotel en Coimbra en el que pasaste una noche en un viaje escolar en el año 2000, la primera vez que dormiste fuera de casa. Este al menos no está sucio, pero vives con el miedo de que, en cualquier momento, alguien aporree tu puerta gritando cosas que no entiendes.

Estás en el centro de Hamburgo, junto a la estación central de ferrocarril. Sabes cómo has llegado hasta aquí, eres capaz de reconstruir todos los sucesos que te han traído hasta donde estás, pero no sabes qué demonios estabas pensando cuando aceptaste sucesivamente todas esas proposiciones que te han llevado lejos de casa y de aquello que te gusta.

Te quejabas de que no estabas bien, pero ahora miras esta habitación con ducha y un lavabo que no traga, tan pequeña que si abres la maleta no puedes abrir la puerta, y te preguntas si la solución a tus problemas era huir a un sitio hostil, a un trabajo que no conoces, y del que ya te han avisado que va a ser desagradable.

Echas de menos tu casa, tu cama, tu ciudad, tu coche, tu moto, incluso tu verano, ese del que tanto te quejabas. Y aun así no puedes permitirte pensar en esas cosas. Reprimes la nostalgia porque recuerdas que necesitas encontrar piso en esta ciudad antes de que acabe la semana, sabiendo que no vas a encontrar nada por menos de la mitad de tu sueldo mientras estés aquí, porque la ciudad es cara y ninguno de esos propietarios de casas en las que no viven quiere alquilarle un piso a un tío que solo viene para cuatro meses. Vuelves a sentir asco por el capitalismo, pero te ves obligado a jugar con sus reglas, así que ya es otro sentimiento que reprimes.

Hace un mes estabas en Sevilla y no tenías ni idea de que te iban a enmarronar yendo a Bremen primero y a Hamburgo después. Tú no querías esto, tú lo que querías era dejar el trabajo y terminar tu carrera. Ahora sigues atado en la misma empresa pero con un plus añadido de supervivencia, y por otro lado, lo único que te llenaba, tus estudios, los has dejado aparcados un cuatrimestre por esta mierda de idea de la que apenas sacarás quinientos euros al mes.

Y encima te quedas colgado de un compañero de curro al que solo conoces de tres semanas y que no volverás a ver pero, aunque lo hagas, no tienes claro si es hetero o si tiene novio, solo tienes claro que tus posibilidades son cero y que, probablemente, aunque las tuvieras, no te conviene.

Quieres pensar que has tocado fondo, pero en ese instante te recuerdas que eres un dramático, que «por lo menos tienes trabajo», y esa malintencionada conciencia que te introdujeron en tus años de crianza y aprendizaje te hace sentir mal por no estar bien, por no sentir los sentimientos correctos, los que se esperan de ti.

Feliz domingo Dani, disfruta de tu vida.

Actualizo: el mismo día que escribí esto, por la noche, encontré chinches en mi cama. Me habían picado. No, la habitación no estaba limpia como yo me pensaba.

1 comentario:

APMB dijo...

Dani :(
Pensa que t'està servint de viatge espiritual i sense haver d'anar al sud-est asiàtic a fer la bàsica amb frases manides i fotos estúpides. Pensa que és una experiència amb data de caducitat i que en uns mesos haurà acabat tot. I pensa que la nostàlgia és traidora, que fa recordar les coses millor de què han sigut i idealitzar tot el que ara existeix sols a la teua ment. Pensa que tot això t'espera a la tornada i gaudeix de l'experiència. Una forta abraçada i ens veiem prompte!