lunes, 16 de enero de 2017

El duelo y el rechazo

Queridos amigos, habéis vivido conmigo el amor, el frenesí y el golpe. Ahora vamos a vivir juntos el duelo.

Hoy vengo a hablaros de que soy como un puñetero perro de Pavlov. Condicionamiento clásico.

Soy una persona de naturaleza curiosa. Cuando me interesa algo, quiero saberlo todo. Por ejemplo, cuando en 2010 empecé en el mundo de la musculación, estuve meses leyendo foros, libros, viendo vídeos. Lo mismo con cualquier otro tema que me pueda interesar. Después la obsesión se me pasa y olvido muchos de los detalles que he aprendido, pero me queda un poso, y en algunos casos, el tema del que me «obsesioné» pasa a formar parte de mi vida cotidiana.

(Entre otros motivos, creo que por eso la gente me dice que sé muchas cosas: porque en algún momento me ha podido interesar un tema y he aprendido mucho sobre él, así que retengo algunos conocimientos).

Pues cuando me gusta una persona, me pasa lo mismo. Intento saber mucho sobre ella, conocerla al máximo. ¿Cuál es el problema? Que hago asociaciones mentales bastante fuertes. Y si todo va bien no hay problema, pero si hay algún desengaño o alguna experiencia negativa, todas estas asociaciones me causan un rechazo igual de fuerte. Ejemplo, en 2008 un tipo estuvo engatusándome para luego pasar de mí, así que luego estuve meses sin pisar el Corte Inglés, porque era su tienda favorita y había ido allí con él. No era despecho, simplemente repulsión, no me apetecía estar allí, se me hacía incómodo. No sé si me explico.

En mi desengaño reciente he hecho algunas asociaciones claras. Tal grupo de música cuya discografía me bajé para ponerla en el pen del coche, por si venía a visitarme. Aquella canción que le encanta. Este producto del desayuno que le gusta y por el cual nos picábamos. Hasta ahí bien, son cosas sin las que puedo vivir. El problema es cuando el rechazo me lo provocan elementos menos evitables como, por ejemplo, su ciudad. No me apetece pisarla ni oír hablar de ella, lo cual es bastante ingrato por mi parte, dado que tengo muy buenos amigos allí.

No me gusta ser así, no me gusta funcionar de esta manera tan irracional. No me gusta coger aversión a cosas que no tienen por qué desagradarme, solo porque una persona me haya herido. Al fin y al cabo también tengo buenos recuerdos y son los que deberían primar, incluso al recordar a esta persona, con quien pasé muy buenos momentos.

Y por supuesto, odio ser así de visceral, así de simple, en definitiva. Vivo con eso, porque me ha pasado siempre; solo espero que esta vez no sea por mucho tiempo. A ver si se notan los años y todo mejora rápido ;)

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