Tiene gracia (o más bien no) que, después de escribir lo que escribí el día 13, ahora la vida me diga «pues no mi ciela, ahora te vas a adaptar tú».
Y va a tocar eso, a pesar de que mi mente sea un hervidero de «tenía que haber hecho ...» / «tenía que haber dicho ...» / «debí haber evitado ...».
Ya no sirve para nada. Ahora solo se puede buscar una salida.
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