jueves, 16 de enero de 2025

El segundo viaje a Belgrado (2ª parte)

Continúa de la primera parte.

El sabado, subota

Pues el sábado comenzó como todos los días, nos levantamos temprano y fuimos al bufé del desayuno. Acabamos temprano y, como no teníamos compromisos como el del diccionario, nos volvimos a la habitación y descansamos un rato; Pau leía y yo repasaba gramática.

Cuando se acercó la hora, dimos un poco de paseo y me metí en la facultad, busqué el aula donde nos iban acumulando y allí me senté. Para no desconcentrarme mucho, en lugar de mirar redes sociales, me puse a leer el libro que estoy leyendo en serbio (Лето када сам научила да летим, de Jasminka Petrović). Cuando dieron las doce comenzó el examen, los detalles del cual están en el texto sobre el examen, no los repetiré aquí.

Como ya sabéis, al final del examen me dieron la buena noticia de que había aprobado, así que salí de allí muy contento, me encontré a Pau en la puerta (que estaba haciendo fotos del rodaje de un videoclip que estaba teniendo lugar en la esquina; no sabemos qué canción era, pero sale Aleksandar Simić). Le di la noticia y nos fuimos a comer al Rollbar, donde nos pedimos comida tradicional: una sopa de primero, y de segundo yo me pedí pljeskavica y él kobasice.

A la izquierda las kobasice, a la derecha la pljeskavica

Después de eso, estábamos pendientes de quedar con Aleks, que estaba en Novi Beograd y no sabía a qué hora podía quedar, así que para hacer tiempo nos fuimos a Mercator y vimos un poco de los productos de allí, ya que la compra la había hecho Pau el día anterior y yo no había visto nada. Como Aleks no decía nada, nos volvimos al centro, descansamos un poco en el hotel y quedamos con Uroš, que venía un poco tarde.

Con Uroš dimos un paseíto y luego nos sentamos a tomar algo en una crepería, donde tuvimos una interesante y divertida conversación. Eso significa que no pude evitar merendar, me pedí un chocolate caliente con pedazos de galleta, esponjitas y crema de cacahuete; una bomba calórica que además por su aspecto fue la merienda más queer que jamás he tomado, y me encantó. Eso sí, vi la pinta que tenían las palačinke de las demás mesas y me prometí a mí mismo que para el próximo viaje merendaríamos allí algún día.

Mi taza me estaba gritando "Slaaaaay, queeeeen"

A las 8 nos llegamos a Trg Republike porque habíamos quedado con Aleks. El plan no era cenar (igualmente allí se cena antes de las 8), sino simplemente dar una vuelta y tomar algo. Fuimos a un sitio llamado Meduza, estuvimos charlando un poco, y luego saludamos al novio de Aleks y nos llevaron al hotel. Antes de dormir, como Pau tenía hambre (él no había merendado), pasamos por el chino de debajo del hotel y nos pedimos un plato de arroz y unas gyozas para llevar, nos las subimos a la habitación y allí cenamos algo.

El domingo, nedelja

El domingo sí que fue un día corto; nos despertamos muy temprano porque teníamos temprano el vuelo. A las 6.15 nos estábamos levantando, terminamos las maletas (las habíamos empezado el día anterior) y acabamos justo a tiempo para subir a las 7 a desayunar algo rápido. Y fíjate si fuimos rápidos, que a las 7.20 ya estábamos bajando a que Aleks nos recogiera, dado que nos había insistido en llevarnos al aeropuerto.

La última mañana había una niebla considerable. Por cierto, que eran las 7 de la mañana y había ya esta luz

A las 7.45 estábamos despidiéndonos de él en la puerta de la terminal 2. Hicimos check-in en nuestro vuelo a Zúrich, donde tuvimos una escala de cerca de una hora, y a las 14.00 estábamos aterrizando en Barcelona.

En los vuelos de Swiss están prohibidos taconistas y yuppies


miércoles, 15 de enero de 2025

El segundo viaje a Belgrado (1ª parte)

El miércoles, sreda

El miércoles nos levantamos temprano para ir al aeropuerto. Nos llevó la madre de Pau, estuvimos allí bastante temprano; en el aeropuerto todo se desarrolló como de costumbre, llega, pasa el control de seguridad, busca la puerta y espera. Lo diferente en este caso es que no volábamos directos, sino haciendo escala en Viena, donde íbamos a tener cuatro horas de escala hasta coger el avión a Belgrado.

El vuelo se desarrolló sin eventos destacables; dos horas y pico de Barcelona a Viena con Austrian. No habíamos estado nunca en Viena, así que decidimos que cuatro horas nos daban para poder ir al centro, verlo un poco y comer allí, y volvernos al aeropuerto. Así lo hicimos; la conexión entre el aeropuerto y el centro es muy ágil, bastantes trenes regionales pasan por allí y no hace falta pillar el tren exprés que cuesta un ojo de la cara. Por eso, cogimos el tren y en la estación central nos montamos en el tranvía; nos bajamos delante de la Ópera.

La Ópera de Viena

Viena me sorprendió, aunque no tenía sentido que me sorprendiera. Aun siendo austriaca, me la imaginaba como una ciudad alemana estándar, pero nada que ver: la arquitectura y el ambiente de la ciudad son mucho más majestuosos. Se nota que la ciudad tuvo un pasado muy esplendoroso y ha retenido bastante.

Quizá por eso y por el alto estándar de vida austriaco, también es una ciudad muy cara, así que acabamos comprándonos un kebab y comiéndonoslo en un banco junto a Kärntner Straße. Ya nos hubiera gustado ver un poco más de la ciudad, pero en cuanto acabamos de comer solo nos dio tiempo a caminar un poco hasta la parada del tranvía y deshacer el camino hecho, dado que no queríamos arriesgarnos a llegar tarde al vuelo (no conocíamos el aeropuerto de Viena). Así que de nuevo, tranvía y tren, y en el aeropuerto de nuevo. Pasamos el control de seguridad (esta vez con control de pasaportes de salida, dado que Serbia no es espacio Schengen) y nos llegamos hasta la puerta de embarque.

El segundo vuelo ya fue un poco como estar en Serbia, por la clase de pasaje que iba; el 90% eran hablantes de serbio. En una hora llegamos a Belgrado: las dos ciudades están increíblemente cerca, una vez que terminen el ferrocarril Budapest-Belgrado, cualquier compañía que ponga tren Viena-Belgrado va a tener los trenes llenos, a juzgar por la magnitud de la diáspora yugoslava en Viena.

Ya antes de salir de Viena había anochecido (alrededor de las 16h), así que todo el vuelo se desarrolló de noche. En Belgrado nos esperaba mi amigo Aleks, a quien recordaréis de la crónica del viaje anterior. Fuimos en su coche hasta el centro, aparcamos en un párking en las inmediaciones del hotel y fuimos al hotel a hacer check-in. Dejamos las maletas y nos fuimos a comer; quisimos ir a una pizzería, pero estaba llena, así que cenamos en un mexicano, donde probamos un plato de tres tipos de tacos.

Después de eso nos volvimos al hotel para dormir, que queríamos aprovechar el jueves.

El jueves, četvrtak

La noche del miércoles al jueves tuvimos problemas para dormir, dado que nuestra habitación tenía ventana a Zeleni venac y durante toda la noche se oían autobuses. Por eso, por la mañana fuimos a la recepción y pedimos si nos podían cambiar la habitación; nos la cambiaron, nos dieron una más alta pero con vistas a un patio interior. No era problema, porque tampoco buscábamos expresamente las vistas, nos era más importante poder dormir. Nos fuimos al bufé del desayuno, desayunamos y salimos.

La primera parada que quisimos hacer fue a la librería Aleksandar Belić. Teníamos que ir allí porque el diccionario gordo que compré en el viaje anterior tenía un error de imprenta: se le repetían páginas y le faltaban otras, así que le escribí a la editorial (Matica srpska, una especie de RAE serbia) y me dijeron que cuando volviera a Serbia me pasara por esa librería. Le expliqué a la librera lo que había pasado y me dijo que ya la habían avisado los de Matica srpska, así que me cambió el diccionario sin ningún problema. Volvimos al hotel a dejar el diccionario y nos fuimos a dar un paseo, porque hacía un día muy templado y soleado (de hecho salí sin chaqueta).

La idea era visitar la catedral de San Sava, así que decidimos ir caminando. Pasamos por Slavija y visitamos San Sava, esquivando a todos los vendedores de iconos y elementos religiosos que rondan por la entrada. Después de eso, intentamos visitar la Biblioteca Nacional pero solo se permitía la entrada a socios, así que nos fuimos, emprendimos ruta a Tašmajdan y la iglesia de San Marcos.

En la catedral de San Sava están prohibidas las armas.

Caminamos un poco hasta Trg Republike y se iba haciendo hora de comer, así que cogimos un autobús hasta Zemun. Que por cierto, desde el 1 de enero los autobuses de Belgrado son completamente gratuitos; no voy a entrar ahora en comentar esta medida, pero daría para mucho.

¿Por qué fuimos hasta Zemun? Porque a Pau le apetecía que repitiéramos el sitio donde comimos la última vez, en Ćiri bu ćiri ba, un restaurante de comida serbia donde la comida está bastante buena y no es excesivamente caro. El problema es que volvimos a comer con la vista, así que pedimos muchísima comida y nos costó acabarla. Ni postre, ni nada; salimos de allí rodando y dimos un pequeño paseo junto al Danubio, pero pronto nos volvimos al hotel.

Panorámica del Danubio junto a Zemun, con sus cisnes

Descansamos un rato en el hotel, hasta que Aleks nos escribió por si queríamos ir a tomar algo con él. Estuvimos por la zona de Zaokret hasta que dieron más o menos las 19.30, ya que él había quedado con un amigo y nosotros con mi profe, Nemanja. Así que anduvimos hasta donde habíamos quedado con Nemanja, en la fuente de Terazije, junto al hotel Moskva. Poco antes de llegar me caí de boca, suerte que puse las manos y solo me hice un raspón en la palma de la mano izquierda.

Con Nemanja tuvimos una animada conversación, hablamos de todo un poco, como siempre, aunque más que nada del examen. Además, tuvo un detalle muy tierno, me regaló una bolsa con chocolates, un paquete de café doméstico (que será para Pau) y un libro que había sido suyo para que lo leyera (Kruna od perja, de Singer). Al acabar, nos volvimos al hotel y a dormir.

El viernes, petak

El viernes nos despertamos temprano (bueno, como todos los días), aunque esta vez pudimos dormir cómodamente. Fuimos al desayuno, aunque tampoco mucho tiempo porque habíamos quedado a las 9. ¿Y con quién? Con un vendedor con el que estuve en contacto el día anterior para comprar el mítico diccionario serbocroata de 6 tomos, elaborado durante los años 60. De él he hablado en mi blog en valenciano; es el más completo que hay sobre la lengua serbocroata. La edición que compré es la reimpresa en 1990 y, aunque se ve antigua, no tiene marcas de uso; el vendedor dijo que creía que nadie la había usado.

Rečnik srpskohrvatskoga književnog jezika, diccionario de la lengua literaria serbocroata

Cuando acabamos, llevamos los seis tomos al hotel, descansamos un poco (yo repasé algo de gramática) y salimos en dirección al examen. Yo llevaba mis plumas de casa (las de escribir, no las de gay, que esas las llevo siempre) pero pensé que sería buena idea comprar un bolígrafo, lápiz y goma por si se me acababan las plumas. Tres plumas, bolígrafo, lápiz y goma, porque yo no soy neurótico. Pues comprar el lápiz y la goma fue la mejor decisión de mi vida, dado que me permitió hacer anotaciones a lápiz en el examen.

Llegamos a la Facultad de Filología, donde se celebraba el examen; los chicos que bloqueaban la puerta me preguntaron, les di los buenos días y les dije que iba al Centro de Serbio como Lengua Extranjera, así que me dejaron pasar. Todo esto y el examen lo cuento en mi publicación sobre el examen, así que no me repetiré aquí. Solo diré que la facultad estaba llena de mensajes llamando a la resistencia, contra la corrupción y por la solidaridad con los estudiantes.

Un tablón de anuncios con carteles sobre las actividades en lengua catalana. Encuentras más actividades en catalán en Belgrado que en Sevilla, vergonzosamente.

Justo al salir me encontré en la puerta a Nemanja, así que se vino a comer con Pau y conmigo, mientras le contaba cómo había sido la parte escrita del examen. Después de comer nos fuimos al hotel a descansar, hasta la tarde: a las 5 salían las notas, así que a eso de las cinco y media volvimos a la facultad (esta vez Pau entró conmigo) para ver los resultados. Como ya os conté, aprobado, así que volvimos al hotel a descansar. Fuimos a cenar algo al restaurante chino de debajo del hotel y después me fui a tomar algo con Vlada, Pau se quedó descansando. Estuvimos tomando algo en un pequeño bar junto a Cvetni trg y a eso de las 23 volví al hotel.

Seguiré en la segunda parte.

lunes, 13 de enero de 2025

B2 en serbio

Queridos lectores, ya os he hecho un spoiler en el título, pero es lo de menos.

Como ya muchos sabéis, he estado en Belgrado unos días, desde el miércoles hasta ayer domingo. El motivo era la convocatoria de examen oficial de lengua serbia, que se celebraba los días 10 y 11 de enero. Decidí presentarme al nivel B2 después del consejo de mi querido profesor, Nemanja. (Si buscáis un tutor de serbio o de croata, poneos en contacto con él; pulsad en su nombre para ir a su página web).

Y la buena noticia es que ¡he aprobado! Me ha costado lo mío, y tenía muchas dudas, pero he aprobado y con buena nota. Así que paso a contar cómo es el examen y cómo fue mi experiencia, tal y como hice cuando aprobé mi examen de moto.

El examen

El examen oficial de serbio que he hecho lo organiza el Centro de Serbio como Lengua Extranjera (Centar za srpski kao strani jezik), que se encuadra dentro de la Facultad de Filología de la Universidad de Belgrado. Creo que la Universidad de Novi Sad celebra otros exámenes oficiales, pero yo hice este.

Se organizan tres convocatorias al año: una en enero, otra en junio, y una extraordinaria en agosto, exclusivamente para la gente que necesita el título para poder inscribirse en un estudio universitario. Las fechas se publican algún tiempo antes, pero no siempre lo hacen con la misma antelación y tampoco te garantizan que las fechas sean inamovibles. En este caso, publicaron la fecha a principios de septiembre y no hubo cambios.

El examen se celebra en dos días consecutivos: el primer día se celebra la prueba escrita y el segundo la oral. Consisten de las secciones que aparecen en la tabla siguiente, dependiendo del nivel al que te presentes.

Secciones del examen por niveles


El examen oficial de serbio no tiene la misma demanda que pueden tener otros como el inglés o el alemán, y esto se refleja en algunos detalles organizativos. En primer lugar, que citan a todo el mundo en el mismo sitio y a la misma hora, y de ahí cada profesor se lleva a uno o dos niveles a otra aula. En segundo lugar, que la prueba escrita es eliminatoria, aunque la oral sea al día siguiente: en el mismo día se corrigen todos los exámenes. Y en tercer lugar, que el resultado lo obtienes inmediatamente y el título lo tienes en una semana (porque lo tienen que firmar y sellar). Esto es lo que más me llamó la atención antes de ir al examen, pues cuando hice el de inglés tardé unas 5 semanas en conocer el resultado y 6 en obtener el título en papel.

La prueba escrita tiene diferente duración dependiendo del nivel: los niveles A1 y A2 duran 2 horas, los niveles B1 y B2 3 horas, el C1 dura 3 horas y 20 minutos, y el C2 dura 3 horas y media. Además, existen reglas acerca del alfabeto que puedes utilizar para hacer el examen: los niveles A1, A2 y B1 los puedes hacer tanto en latino como en cirílico; sin embargo, el B2 tienes que hacerlo en cirílico (en cursiva o en letra de imprenta), y el C1 y el C2 los tienes que rellenar en cursiva cirílica obligatoriamente.

El mismo día de la prueba escrita, por la tarde, publican las puntuaciones y las personas que han aprobado y pueden hacer la prueba oral al día siguiente. Se publican de manera presencial, colgando una hoja impresa en la puerta del aula. Nada de publicaciones virtuales, ni correos electrónicos.

La prueba oral se lleva a cabo en grupos de tres. Reúnen a todo el mundo en un aula y van llamando a grupos de tres para que pasen a otra aula, donde harán el examen. Los tres candidatos no interactúan, pero están presentes en los exámenes de los otros; además, los exámenes son consecutivos: el primer candidato hace todas sus pruebas, después el segundo, después el tercero. Al acabar, los tres candidatos salen, el tribunal delibera, y los candidatos vuelven a entrar para saber la puntuación y el resultado (aprobado o suspenso).

Ahora os cuento mi experiencia concreta.

Mi experiencia

Un mes antes de la convocatoria, abren el periodo de registro. Tienes que ir a la web del Centro, abrir el enlace para registrarte, rellenarlo y enviarlo. El formulario está todo en inglés, así que no te hace falta tener un gran nivel para enviarlo. Después de eso, tienes que pagar el examen por transferencia bancaria SWIFT: no es posible ni por tarjeta de crédito, ni por PayPal, ni por ningún otro medio electrónico moderno. Así que comprueba en tu banco cuánto te van a cobrar. Yo, por suerte, pude hacerlo por Banco Mediolanum porque tengo cuenta allí y solo me cobraban 17 €; en ING, que es donde tengo la nómina, me cobraban 32 €, así que ni soñando. Creo que en Revolut se puede hacer más barato, pero no llegué a comprobarlo. Una vez que reciben el formulario y el pago, te envían un mail confirmando tu inscripción al examen.

El día de la prueba escrita, el viernes 10, decidí llegar temprano. El examen era a las 12, pero estuve allí a las 11.20 por si acaso: estos días los estudiantes están bloqueando las universidades en protesta contra la corrupción del gobierno y no sabía si iba a poder entrar ni si me iba a costar encontrar el aula. Me preocupaba mucho pasar a través del bloqueo, porque me hacía sentir como un esquirol, pero me dejaron pasar sin problemas. Lo que fue más difícil fue encontrar el aula: el Centro no está indicado en ninguna parte, así que tuve que preguntar a una señora de una ventanilla, que educadamente me indicó el camino: sal hacia la derecha, gira a la derecha, cruza un pequeño puente (?!), pasa al otro edificio y allí lo encuentras. Mientras lo encontraba, me sentía como en el videojuego de los 90 de Indiana Jones y la Última Cruzada.

Imagen real de mí paseando por la Facultad de Filología

Al final encontré el aula; la abrieron para que fuéramos pasando y sentándonos conforme llegábamos. Pensaba que seríamos pocos, pero al final fuimos 34 personas (entre todos los niveles). A las 12 llegaron los profesores y nos repartieron en grupos: los de B2 éramos bastantes, nueve, así que no nos mezclaron con otros niveles. Fuimos a otra aula con un profesor joven y muy simpático.

El examen se celebró de la manera más tradicional posible. Nos sentamos en el aula, nos repartieron el examen (que eran unos cuantos folios grapados), y el profesor nos dio las instrucciones: duración de tres horas, sin interrupciones, sin posibilidad de salir; de hecho nos dijo que si queríamos ir al baño, fuéramos ya. Una vez que volvieron todos, comenzamos.

El examen comenzó por los ejercicios de comprensión auditiva:

  • El primer ejercicio constaba de 10 preguntas, que tuvimos 20 segundos para leer (a mí no me dio tiempo a leerlas todas). El profesor leyó un texto dos veces, a partir del cual teníamos que responder a las preguntas. El texto iba sobre un hotel de lujo en las Maldivas, cuyas habitaciones se encuentran bajo la superficie del océano.
  • El segundo ejercicio consistía en cinco preguntas a las que había que responder sí o no, a partir de un texto que el profesor leyó también dos veces. Esta vez el texto era una noticia sobre el premio L'Oréal a las mejores científicas del área del Danubio.
  • Por último, el dictado: el profesor leyó tres veces un texto que teníamos que escribir al pie de la letra. La particularidad del dictado es que es el único ejercicio en el que no se permitía tomar notas, solo escribirlo directamente. El texto era sobre la miel y sus efectos sobre la salud.

Acabados esos tres ejercicios, el examen continuó en silencio, y tenía los siguientes ejercicios:

  • Lectura comprensiva: Un texto de varios párrafos, tres de los cuales se habían desordenado y había que indicar en qué orden iban en el texto.
  • Vocabulario: indicaban cuatro palabras, dos en masculino y dos en femenino, y había que rellenar la tabla con la pareja de género.
  • Sinónimos: a partir de tres palabras indicadas en el texto, te pedían que indicaras un sinónimo que funcionara en el contexto. En mi caso, fueron inovativan (respondí moderan), specifično (određeno) y potencijal (sposobnost).
  • Un texto con diez huecos y diez palabras, había que colocar una palabra en cada hueco. Las palabras estaban en la misma forma en la que aparecerían en el texto, así que no había que declinarlas ni conjugarlas.
  • Escritura: un texto en latino para escribirlo en cursiva cirílica. Es el único ejercicio donde se nos exigía escribir en cursiva cirílica, aunque yo los hice todos así porque escribir en letra de imprenta se me hace muy lento.
  • Escribir un pequeño texto, en cinco frases. En mi examen era sobre un objeto que siempre te lleves de viaje y que no sea ni el pasaporte, ni el dinero, ni la tarjeta. Yo me inventé que tengo un anillo de plata que me regaló mi madre.
  • Escribir un texto largo, tipo carta. En mi examen pedían escribir un mail a una inmobiliaria porque queríamos vivir en Serbia y debíamos describir cómo era el piso que queríamos.
  • Uso de la lengua (es decir, gramática): Un texto con diez huecos y diez verbos sin conjugar, para colocarlos en el lugar debido, conjugándolos en presente, perfecto, futuro I, aoristo, potencial, adverbio verbal de presente o adverbio verbal de pasado.
  • Diez preguntas tipo test de gramática: colocación de los pronombres átonos, formación de algunos tiempos verbales, formación del comparativo, concordancia de los números, genitivos irregulares, formación del recíproco, esas cosas.

El examen fue largo, pero no fue difícil; tuvo exactamente la misma estructura que el examen de ejemplo que tienen en su página web, así que me vino muy bien haber practicado haciéndolo. Tardé dos horas y media en hacerlo todo y pude repasarlo un par de veces; al acabar, entregué y el profesor nos dijo que esa misma tarde, sobre las 5, estaría la lista colgada en la puerta. De nuevo, ni mails, ni aulas virtuales ni nada: había que ir otra vez a la facultad y mirar la lista. Fui a eso de las cinco y media, por estar seguro y no ir demasiado temprano, y allí estaba la lista. Aprobé con un 73/80, así que pasé a la prueba oral.

La prueba oral se celebró el sábado, también a las 12. Nos reunieron a todos en un aula y allí esperábamos a que nos llamaran. Allí iban llegando profesores y llamaban de tres en tres, por nombre; a los dos primeros grupos los llamaron a la vez, en el segundo turno me llamaron a mí. Fui en un grupo con un chico polaco y otro japonés, y el examen nos lo hicieron dos profesoras muy simpáticas.

Antes de empezar la prueba oral, nos dieron la escrita corregida para que la revisáramos, ahí pude ver mis errores. Cuando hubimos acabado, nos preguntaron quién quería empezar y, al no ofrecerse nadie, empezaron por el chico polaco. Aunque entramos los tres a la vez, no nos hacían interactuar, solo estábamos presentes; el polaco hizo todas sus pruebas, luego el japonés y después yo. Estas pruebas fueron:

  • Una lectura en voz alta de un texto escrito en latino y otro en cirílico.
  • Una presentación de nosotros mismos: quiénes somos, dónde vivimos, a qué nos dedicamos.
  • La descripción de una imagen. En mi caso, me dieron una foto de cuatro personas en una fiesta de cumpleaños. Después de las descripción, unas cuantas preguntas sobre el mismo tema, así que hablamos un poco sobre las fiestas de cumpleaños, las sorpresas y los regalos.
  • Un pequeño diálogo con las profesoras. A mí me tocó hablar sobre por qué había decidido estudiar serbio, cuánto tiempo llevaba estudiándolo, si había visitado otras ciudades serbias.

Mi impresión fue que yo hablaba menos fluido que ellos, también porque ellos llevaban tiempo viviendo allí. Yo aún tengo que pausarme mucho para pensar las palabras.

Al acabar, nos hicieron salir al pasillo mientras deliberaban, y luego volvimos a entrar. Nos dieron el resultado de viva voz, incluido el número de puntos. En nuestro caso aprobamos los tres; nos dijeron que los tres habíamos tenido errores gramaticales pero que no eran importantes porque no dificultaban la comunicación. A mí me dijeron que había sido el mejor de los tres y que había hablado muy bien, lo cual me sorprendió y me alegró mucho. Al final, 73 puntos en la parte escrita y 17 en la oral, hacen un total de 90/100, así que ya me da para estar contento y orgulloso.

(Parecerá estúpido, pero después del examen estuve increíblemente relajado para usar el idioma. Tanto, que pude hacer el check-out del hotel completamente en serbio y aparentaba mucha más seguridad hablando).

Mis consejos

A diferencia de lo que hice cuando aprobé el examen de moto, apenas puedo dar consejos para este examen. Simplemente, estudia y practica, estudia y practica. Quizá el mejor consejo es que no dejes nada de lado, y que lo que más te cuesta lo estudies más.

Y a pesar de lo que te digan muchos serbios, practica sobre todo el cirílico, aunque estés en niveles bajos: cuanto antes lo domines, antes estarás preparado para situaciones reales.

Mis planes

¿Y ahora qué? Sabemos que un idioma no se termina nunca de aprender. Sin embargo, tengo un poco la impresión de que he acabado, en el sentido de que ya he cumplido el objetivo que me había marcado. Ahora quiero mejorar, pero no me pongo presión. No me planteo sacarme el C1, porque requiere un manejo de la lengua que no veo alcanzable sin vivir allí. Pero quiero seguir descubriendo la lengua, leer y escuchar más, mejorar mi comprensión auditiva y mi fluidez. Le propuse dos ideas a Nemanja: la primera, trabajar vocabulario laboral, por si diera la casualidad de que encontrara algún trabajo donde pudiera aplicar mis conocimientos de serbio; y la segunda, practicar con material croata y bosnio, para acostumbrarme a escuchar y entender mejor estas variedades, aunque yo hable serbio.

(En estos días se viene otro artículo que se centrará más en el viaje).

Agradecimientos

No estoy en una ceremonia de los Óscar, pero como es mi blog y escribo lo que quiero, no quiero acabar sin agradecer a:

  • A mi profesor, Nemanja, por hacer unas clases tan entretenidas, didácticas y por darme la confianza para hablar, sobre todo.
  • A mis amigos serbios, a los que conocí en Twitter: Aleks, Vlada y Uroš. Con los tres he podido pasar algún rato estos días y son un amor, y con los tres he podido practicar el idioma.
  • Y, sin duda alguna, a Pau, quien me animó a empezar a aprender serbio y me ha apoyado en todos los pasos del camino, aparte de acompañarme a Belgrado para hacer esta locura. ❤️

martes, 31 de diciembre de 2024

En 2024...

Mi resumen del año. En 2024...

  • En el plano laboral no ha habido cambios. Pero empiezo a estar cansado de sentirme un marginado dentro de la empresa. Aunque no voy al trabajo a hacer amigos, uno agradece una cordialidad, conocer a los compañeros y poder hablar con ellos de vez en cuando.
  • En el plano sentimental tampoco ha habido cambios. Sigo en mi relación con Pau, seguimos viviendo juntos, y la cosa va bien.
  • En el plano académico, he seguido estudiando serbio por mi cuenta. Mi ambición de presentarme a un examen oficial me ha llevado a inscribirme a una convocatoria, que se celebrará próximamente. Ya os contaré el resultado.
  • Me he apuntado a un curso de euskera por la UNED, pero he estado tan ocupado con el examen de serbio que apenas he pasado de la segunda lección. Tendré que acelerar para ponerme al día.
  • En cuanto a amistades, he visto poco a mis amigos, demasiado poco. Quedo regularmente con Antonio y Carles, y con Dani y el resto del grupo kink de Barcelona (de hecho, el domingo cené con Cris y Bernat). Por lo demás, en marzo vi a Eloy, a Vicent y a Àlvar en Lleida, y a Cristòfol dos veces, en agosto y en diciembre.
  • Viajes no ha habido muchos, pero estuvimos en Cádiz en febrero (para carnavales) y en julio, en que por fin pude volver a la playa. Además, en junio fuimos a Andorra, en agosto a Tossa de Mar y a Bilbao, y en noviembre a l'Alt Urgell. Ha sido un año de moverse mucho, pero no de ir lejos ni de explorar lugares nuevos.
  • No puedo dejar de lado mi accidente de coche en febrero. Un choque en cadena, de cuatro coches (yo fui el segundo), en el cual perdí mi Seat Ibiza, que me acompañaba desde 2012. Aunque salimos sin ninguna lesión física, perdí mi coche y le cogí algo de miedo a la carretera. Sigo teniendo mi moto, pero solo la uso para ir a trabajar, lo cual no me ayuda.
  • Físicamente, noto el paso del tiempo de manera inexorable y estoy un poco desesperado con mi cuerpo. Voy al gimnasio cinco veces por semana, como muy pocos dulces y la mayor parte de mi dieta son verduras, pero parece que jamás volveré a perder el peso que he ganado. Igualmente, la piedra de mi vesícula sigue creciendo, supongo; a veces duele, pero no me ha dado fiebre y por eso no he ido al hospital. Espero deshacerme de ella en el año próximo.
  • Me he vuelto a cambiar de gimnasio, ahora a finales de noviembre. Como siempre, el gimnasio en el que estaba había entrado en una espiral de no mantenimiento y había subido los precios, así que había que decir adiós.

jueves, 19 de diciembre de 2024

El academicismo, el conservadurismo y el inmovilismo lingüístico

Hace años que quiero escribir aquí sobre estos temas. No tengo claro cómo estructurar el texto, y tampoco tengo mucho que decir, salvo quejarme de estas actitudes.

Recientemente he tenido dos interacciones en Bluesky que me han hecho pensar de nuevo en esto.

Ya os comenté hace diez años, en esta publicación sobre la incompetencia comunicativa, que la gente era excesivamente academicista. ¿A qué me refiero con esto? A dos cuestiones.

Por un lado, existe la actitud generalizada de tomar las prescripciones de la Academia como leyes a las que hay que adherirse en todo momento y en todo lugar, que además son infalibles y siempre correctas. Por ello, si en algún momento te desvías de esas prescripciones, estás hablando (o escribiendo) mal.

Por el otro, además, estas prescripciones se asumen como inmutables, talladas en piedra y merecedoras de conservarse por los siglos de los siglos. La consecuencia de esto es que cualquier modificación que haga la Academia de su propia normativa será inadecuada, inapropiada, incorrecta, y va a debilitar el idioma, empobrecerlo, corromperlo o cualquier otro verbo negativo que se os ocurra.

La mejor muestra de esto son las reformas ortográficas. ¿Cuánta gente rechaza las reformas ortográficas, añadiendo frases tópicas como que son la resistencia? Lo mejor es que estas personas se creen con mejor criterio que la Academia, a la que consideran que se ha traicionado a sí misma por haberse desviado de las inmutables e infalibles reglas.

A día de hoy tenemos un nutrido grupo de infelices que defiende a capa y espada la ortografía que aprendieron en el colegio, tanto en castellano como en catalán. En castellano porque la Asociación de Academias eliminó acentos en 1999 (guion, pio, rio) y en 2010 (solo, este, aquel), y en catalán porque el Institut d'Estudis Catalans en 2016 y la Acadèmia Valenciana de la Llengua en 2018 redujeron la cantidad de acentos diacríticos a quince.

Esto no es más que conservadurismo e inmovilismo, y no tiene ninguna justificación lingüística.

Estas personas tan preocupadas por la corrupción y el empobrecimiento del idioma, en su mayoría, no se han parado a pensar en las reformas anteriores a la ortografía que aprendieron en el colegio. La ortografía castellana fue reformada en 1959 para eliminar los acentos en palabras como fue o fui, y las consonantes superfluas en oscuro o sustancia. ¿La lengua se ha corrompido porque ya no escribimos esa substancia fué obscura? Sabemos que la respuesta es que no.

Y podríamos hacer lo mismo con cualquier modificación anterior de la codificación castellana, incluso antes de la Academia (sí, había vida y había el mismo idioma antes de la creación de la Academia).

Empecemos por partir de la base de que la ortografía es un convenio arbitrario. La ortografía nos sirve como criterio para poner por escrito lo que hablamos, que es la lengua oral real. Pero el proceso de reducir la lengua oral real (formada por sonidos) a signos gráficos puede hacerse de miles de maneras, y la ortografía que conocemos, la oficial que nos han enseñado en el colegio, solo es una de ellas. De hecho, es obvio que no todos los que creemos hablar la misma lengua (la lengua es un constructo sociopolítico, pero eso para otro día) la hablamos de la misma manera, incluso aunque la escribamos igual: la equivalencia entre grafías y sonidos es diferente para cada grupo humano, incluso para cada persona.

Podríamos escribir esta misma lengua:

  • con caracteres ideográficos que nos inventemos, o con emojis
  • con los caracteres ideográficos que usan los chinos, ya sean los tradicionales o los simplificados
  • con los silabarios japoneses
  • con un abjad, escribiendo solo las consonantes, como hacen los hablantes de árabe (de hecho, ya se escribía así el mozárabe, estrechamente emparentado con el castellano)
  • con otro alfabeto, como el griego o el cirílico
  • con nuestro mismo alfabeto, pero usando otros signos: si decidimos que el signo s se pronuncia como una f, se le cambia el significado al signo y sigue siendo válido en ese sistema
  • de cualquier otra manera, siempre que sea conocida y compartida por varios hablantes

...y todas estas maneras serían válidas porque permiten la comunicación.

De las dos interacciones que os hablaba, en la primera me decían que eliminar el acento de solo debilitaba la lengua, aunque no fueron capaces de explicarme por qué y al insistir me acabaron bloqueando. ¿Cómo la eliminación de ese acento puede debilitar una lengua como la castellana? ¿En qué puede debilitarse la lengua castellana? ¿Va a haber gente que deje de hablarla por eso?

La segunda, mucho más civilizada, fue con un chico que defendía la coma vocativa en todos los casos y situaciones, a lo cual le dije que yo no la uso en algunas, de manera consciente y decidida. En concreto, en publicaciones de microblogging (como Bluesky) o en memes. Tanto la utilización como la supresión de la coma vocativa añaden un matiz emotivo o contextual al escrito. Y esto es así porque, igual que la lengua oral ha tenido siempre registros de uso mientras que la escrita los tenía mucho más limitados, desde la aparición de Internet y de la mensajería instantánea los registros de uso de la lengua escrita se han multiplicado, y la misma variabilidad que antes teníamos en la lengua oral (no solo en léxico, sino también en entonación, ritmo, gestos...) ahora la tenemos en lengua escrita, para lo cual nos hacemos servir de variaciones en la ortografía, la puntuación, o el uso de emojis o emoticonos (que algunos lingüistas ya consideran un tipo de signos de puntuación).

¿Qué hacer frente a esto? Difícil de decir. Muchas de estas ideas academicistas se transmiten en el colegio y en la familia durante la infancia, y son muy difíciles de combatir. Sí que es cierto que las redes sociales están permitiendo que muchos lingüistas hagan a la gente pensar sobre estos temas y cuestionarse lo que habían aprendido. Espero que sea un comienzo para derribar estas perjudiciales ideas respecto a la lengua.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Favoritos

De vez en cuando me encuentro en redes sociales que la gente habla de sus cosas favoritas. No así en abstracto, sino de sus películas favoritas, libros favoritos, series favoritas, cantantes favoritos, canciones favoritas...

Hace tiempo que no participo en estas tendencias sociales de redes porque no tengo ni idea. No puedo elegir una canción favorita, un cantante o grupo favorito... en el caso de libros siempre digo Los Juegos del Hambre porque es una respuesta fácil; me gustaron mucho, pero ni me gustan tanto como para que sean la respuesta adecuada ni me gustan tanto más que otros como para no incluir otros en la respuesta.

Es que ni siquiera creo que pueda comparar una novela distópica como Los Juegos del Hambre con obras de teatro o ensayos políticos. Y no es porque un género sea mejor que otro, ni nada de eso. Es porque igual puedo disfrutar leyendo un libro de un tipo que uno de otro tipo.

Todos los años, con motivo del fin de año, se organiza en Internet una votación masiva a las mejores canciones de Eurovisión. Creo que nunca he llegado a participar porque no puedo hacer un ránking de mis 10 canciones favoritas entre más de 1700. Incluso si pudiera hacer uno, hoy escogería esas diez y mañana otras diez diferentes.

De hecho, la gente incluso tiene un mejor amigo o una mejor amiga. Yo a mis edades no puedo decir que lo tenga. Tengo muchos amigos que son muy buenos, pero no tengo *un* mejor amigo. Sé que en el pasado lo he podido tener, pero ya no, e incluso lo prefiero así. Disfruto mucho de la compañía (aunque sea principalmente virtual) de todos mis amigos.

Sinceramente, no me imagino teniendo un solo libro, canción o película favorita, para que mañana su autor o autora demuestre ser una mierda de persona y me los arruine. No, yo no separo autor y obra y ya creo que lo hago bien así. No me gustaría verme en la piel de mis amigos fans de Harry Potter.

Del mismo modo que siempre me han parecido una gilipollez los enfrentamientos entre fans de un artista y fans de otro. Al principio de entrar en internet, en algún chat dije que me gustaban mucho Ace of Base y me respondieron que entonces tenía que odiar a Roxette porque eran bandas enfrentadas. Y, la verdad, ni lo entendía entonces ni lo entiendo ahora. ¿Por qué voy a odiar a Roxette? Tienen canciones guays, aunque no me gusten tanto como Ace of Base.

No sé quién gana con esta estúpida polarización, pero no puedo sentirme identificado.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Termina de aprender una lengua

Leo en el blog de mi querido amigo Aitor un texto muy bueno sobre lo que la mayoría de la gente piensa acerca del estudio de idiomas.

Hace mucho que estudio idiomas solo por curiosidad. No solo para comunicarme, sino para saber: me interesa mucho cómo funcionan los idiomas, cómo se expresan las cosas.

Sin embargo, la gente no entiende así los idiomas. La mayoría de la gente piensa que las lenguas solo son útiles para entenderse. Por eso hay muchos que se alegrarían si todos habláramos el mismo idioma. Y además, mucha gente no entiende que a alguien le interese estudiar lenguas menores.

Desde chico he tenido que aprender inglés en el colegio, no es nada extraño, todos los escolares tienen que aprender inglés. La primera lengua "menor" por la que me interesé fue el portugués, cuando tenía 13 años. Dado que la estudiaba por mi cuenta e informalmente, mi familia lo encontraba extraño, pero no le daba importancia.

Las cosas fueron diferentes cuando me apunté a estudiar alemán en la Escuela Oficial de Idiomas, con 15 años. Mi madre estaba de acuerdo en que era un idioma útil y que era buena idea, pero ella no habría elegido como yo. Me dijo, "yo preferiría que terminaras el inglés". Terminar. Como si fuera posible.

¿Cuándo terminamos de aprender un idioma? ¿Conocemos del todo el nuestro propio? ¿Acaso podemos hacerlo? Yo pienso que no.

Entonces, ¿qué significa terminar de aprender inglés? Bajo este criterio, ¿cuándo es aceptable empezar a aprender otro idioma? No redundaré en la idea porque ya me habéis entendido.

Solo es un ejemplo de la reacción hacia el alemán, aunque sea una lengua muy popular. Cuando se trata de lenguas menos populares, esta reacción se magnifica. Me pasó lo mismo cuando aprendí catalán. En este caso, además, se trataba de política. Crecí en una zona monolingüe, donde mucha gente tiene una actitud insana hacia otras lenguas del Estado. Y esa gente no cree que sea útil aprender catalán. De hecho, les gustaría que el catalán desapareciera, y que los catalanes y valencianos hablaran solo castellano.

(Por suerte, también hay mucha gente que respeta otros idiomas).

Con el tiempo, la gente ha empezado a respetar mis intereses y aficiones. Cuando era joven, recibía multitud de juicios no solicitados sobre el catalán y sobre mi decisión de aprenderlo. Eso ya no me pasa. Cuando la gente se entera de que aprendo serbio, algunos preguntan por qué, pero nadie me ha dicho que es inútil ni que sería mejor que aprendiera otro idioma.

Creo, como Aitor, que detrás de todo esto se encuentra una mentalidad perversa, la del capitalismo. Todo lo que hacemos debe ser productivo, debe ser útil: y algo solo es útil cuando te permite ganar dinero. Aprender lenguas menores para hablar con gente no es productivo, y por lo tanto no es útil. Aprender para entender libros de otras culturas no es útil, aprender para saber qué pasó y por qué ocurrió no es productivo, no es útil y, por tanto, solo es aceptable si te sobra el tiempo libre.

Yo rechazo este punto de vista y continuaré estudiando idiomas, me da igual su extensión, me da igual su utilidad. Los idiomas me hacen feliz.