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lunes, 28 de junio de 2010

12 horas

12 horas llevo en la ciudad occitana de Tolosa de Languedoc, más comúnmente conocida por su nombre francés, Toulouse. Y aunque gran parte de ese tiempo lo he pasado durmiendo, ya he salido a la calle y tengo algunas primeras impresiones que compartir.

Lo primero es que es una ciudad excesivamente húmeda. Este calor húmedo es del que te hace sudar. Después de dos años viviendo en Sevilla, donde te da el sol y sólo te agobia pero no sudas, porque no hay humedad, y toda una vida en Cádiz, donde el calor es húmedo pero el incesante viento lo alivia, esta sensación se me hace un tanto incómoda. A este paso voy a acabar sudando todas las camisetas antes de lo previsto.

Las panaderías-pastelerías (más centradas en pan y bocadillos que en dulces) están por todas partes. No he probado todavía nada de lo que venden, pero lo haré pronto.

Siempre pensé que París era caro, pero no me imaginaba que Francia entera lo era. Lo es, ciertamente. Esta mañana he ido a Carrefour (siempre nos quedará Carrefour), donde los productos Carrefour tienen un precio razonable pero los de marcas conocidas son MUY, MUY caros. La diferencia es abismal, más del doble y a veces del triple.

No he paseado mucho, mañana me acercaré al centro y eso; hoy sólo he estado por una avenida que me recuerda a la Ronda Histórica de Sevilla, pero con árboles grandes. Es de destacar que la gente tiene la costumbre de cruzar por los pasos de cebra, sí, pero cuando están en rojo para los peatones, en lugar de esperar el verde. En un par de ocasiones me he sentido gilipollas esperando el verde cuando toda la gente que llegaba a mi lado cruzaba como si no hubiera un mañana.

Hay más cosas que destacar, como lo moderna que va vestida la gente (sobre todo de 50 años en adelante), pero ya lo dejaré en alguna otra entrada.

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