Bueno, si vivís en el mundo os habréis enterado de que el lunes decidieron echar a Leire Martínez de la Oreja de Van Gogh. Fue un día duro.
Que sí, solo es un grupo musical que no afecta en nada a mi vida, pero también era un grupo musical que hacía canciones que me gustaban y que me han acompañado casi toda mi vida adulta.
LODVG en mi vida
Conocí a La Oreja de Van Gogh en 1998, como casi todo el mundo. En las radios sonaba El 28 y no tardé en cogerle el gusto; tanto, que en cuanto pude fui a alquilar el CD de Dile al sol al videoclub para grabármelo en un casete (cosas que se hacían en los 90) y oírmelo una y otra vez en el walkman, hasta que por mi cumpleaños me regalaron el CD original.
Era un grupo que me encantaba, tenían muy buenas canciones, bonitas y pegadizas, y en sus apariciones en público me parecían gente sencilla y simpática.
Si bien Dile al sol me acompañó los dos últimos años de instituto, en 2000 salió El viaje de Copperpot y me acompañó el primer y segundo años de universidad. Sinceramente, no me parecía tan bueno como el primero, de hecho la segunda mitad del disco se me hacía un poco aburrida y monótona, pero podía vivir con ello, y las canciones que me gustaban me parecían muy buenas.
Me desenganché un poco con Lo que te conté mientras te hacías la dormida. Si bien una de las cosas que me gustaban mucho de ellos era que eran de San Sebastián y sus canciones estaban claramente ambientadas allí, el primer single del tercer disco hablaba de "las noches de invierno por Madrid" y, aunque es legítimo que canten de lo que les da la gana, ahí para mí perdieron esa singularidad geográfica que me había gustado de ellos. Además, Puedes contar conmigo no me llamaba nada la atención, y 20 de enero me cargaba (y me sigue cargando) muchísimo, aunque me encante Rosas y alguna otra canción del disco. El cuarto disco, Guapa, ni me lo conozco, salvo los singles, que sonaron mucho.
Así que en 2007, cuando anunciaron que Amaia se iba del grupo, no me dio mucha pena -ni alegría tampoco, porque no los seguía-. De hecho, su voz había dejado de gustarme, en los últimos singles no me sonaba igual que al principio. Al año siguiente, en 2008, dieron la noticia de que tenían nueva vocalista, una chica del Factor X (programa que yo no seguía), y que sacarían nuevo disco, y tampoco le di mucha importancia porque para mí eran ese grupo que me había gustado, pero ya no.
(No tengo nada contra Amaia Montero, igual que no tengo nada contra tantas otras vocalistas, simplemente no me gusta su manera de cantar).
Peeeero con lo que yo no contaba era con que A las 5 en el Astoria era diferente. Tenía la voz de Leire Martínez y el estilo de la música había vuelto un poco al de los inicios. Por un motivo o por otro, El último vals sonaba en la radio y no tardó mucho en gustarme, lo mismo que me había pasado diez años antes con El 28. Esta vez no alquilé el disco: me lo descargué y lo metí en mi reproductor de mp3. Me oí ese disco innumerables veces.
Desde entonces LODVG no han dejado de estar presentes en mi vida, incluso cuando mi ritmo de vida me ha hecho estar menos pendiente de las novedades musicales. A las 5 en el Astoria me acompañó durante mi primer año de vivir en Sevilla; Cometas por el cielo me recuerda a mi primera época trabajando en Atis y a viajes en coche con Fede. El planeta imaginario es, quizá, mi disco favorito de ellos y también el que más me cuesta escuchar porque me recuerda a 2017 y a lo perdido que estaba en la vida por culpa de mis malas decisiones. Por último, Un susurro en la tormenta es el disco que menos he oído y lo asocio a la pandemia y a mi año de paro, el último que pasé en Sevilla antes de venirme; me recuerda a quedadas con Aarón, a quien le encantaba también el grupo.
Y por último, no puedo olvidar que en 2022 los vi en directo, vinieron a las fiestas locales de Cornellà y fui con Pau a verlos. Me divertí muchísimo, me encantaron. Lo hacían genial y además se lo pasaban bien. Me dije a mí mismo que me gustaría volver a ir a otro concierto de ellos... pero jamás pensé que no iba a ser posible de nuevo.
El final de La Oreja
Precisamente porque me han gustado tanto, y porque le tenía especial cariño a Leire Martínez, me ha dolido tanto este final. Vale, que oficialmente el grupo no está disuelto, pero me va a costar volver a escucharlos con gusto después de lo que ha pasado.
¿Que qué ha pasado? Pues que han echado a Leire de la forma más fea posible, con un comunicado unilateral en redes en el que dejaban claro que ya no contaban con ella, como si ella no hubiera sido parte del grupo.
No solo es rastrero, sino también desagradecido, porque gran parte del éxito del grupo entre 2008 y 2024 ha sido gracias al talento y a la voz de su solista.
Sobre el motivo hay tantas conjeturas como gente en cada país fans. La historia que todos están dando por buena es la que dio a conocer Odi O'Malley, la de que alguien había propuesto a la banda un par de conciertos con Amaia y sin Leire para relanzar la carrera artística de Amaia, y al no parecerle bien a Leire han decidido echarla. Nadie se ha pronunciado oficialmente sobre esto, así que a saber si es cierto o no, pero a la mayoría de la gente le ha valido como explicación provisional.
No sé qué va a hacer el grupo ahora. Intentar encontrar una nueva vocalista sería bastante absurdo, sabiendo que se trata de un grupo veterano y asentado, que tiene mucho más tirón entre gente mayor (más conservadora) que entre jóvenes. Experimentos parecidos, como el de Presuntos Implicados con Lydia en 2008, no han sido demasiado exitosos.
Por otro lado, pocas vocalistas iban a prestarse a eso cuando han visto lo que ha pasado con Leire. Si nos fiamos de las declaraciones de Amaia, ella no está por la labor de volver al grupo.
Desde aquí, desde este blog que no lee nadie, le mando mis mejores deseos a Leire Martínez y un agradecimiento por habernos regalado su voz en tantas canciones que nos han acompañado y marcado.
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