Hoy voy a hablar de dos de mis series favoritas, Friends y Cómo conocí a vuestra madre.
El título quizá es demasiado duro: series que envejecen mal. Creo que la expresión no es del todo ajustada a lo que les pasa a estas series. No es que envejezcan mal, hoy en día se pueden continuar viendo y puedes seguir divirtiéndote con ellas. Pero no podemos negar que existen ciertos problemas con algunos de sus chistes o algunas de sus tramas.
Voy a hablar de las dos porque las dos me encantan y porque tienen paralelismos. Igualmente, se llevan unos trece años, y eso socialmente se nota. Quizá no en el grueso del argumento, pero sí en la manera en que se narran los acontecimientos, y sin duda en el humor. Y también voy a hablar de ellas ahora, en 2023, porque las estoy volviendo a ver, las dos, de principio a fin.
Antes de seguir, quiero advertir de que esto no es ni un ejercicio de revisionismo, ni es una cuestión de generación de cristal, ni nada de eso (cualquier comentario relacionado lo voy a rechazar y eliminar). Vivimos los tiempos que vivimos, y por suerte en justicia social hemos evolucionado. No porque algo fuera correcto en su contexto tenemos que hacer como si fuera aceptable hoy.
Voy a empezar con Friends, por ser la primera, la más antigua. Friends comenzó en 1994 y duró hasta 2004, diez temporadas en total, éxito de público y de crítica, blablabla. Qué voy a decir de la serie que no sepáis ya, todos la hemos visto mil veces, y los que no la han visto (porque no les gusta) saben de qué va.
¿Cuál es el problema de Friends? La estricta heteronormatividad obligatoria. Aunque la serie intenta estar al día en cuanto a la existencia de la homosexualidad, incluyendo en la trama la pareja formada por Carol y Susan, la verdad es que esto es meramente nominal. Toda aparición de cualquier elemento que se desvíe de la heteronormatividad es para ridiculizarlo:
- Phoebe está casada con un hombre gay al que no ve nunca. Por supuesto, esto es normal en Phoebe, un personaje que está ahí para ser excéntrico. Las cosas que hace Phoebe nos hacen gracia por absurdas, así que dentro de lo que cabe esto es otra locura más de Phoebe. Este hombre gay, por supuesto, se gana la vida como artista, porque en los 90 los gays no podíamos dedicarnos a otras profesiones de personas normales.
- Chandler tiene un padre que trabaja como transformista en Las Vegas y que, a juzgar por los testimonios del profundamente traumatizado Chandler, ya era transformista durante su adolescencia y se acostaba con hombres, lo cual Chandler saca a relucir cada vez que le apetece para que veamos lo dolido que está de que su padre no fuera normal. Chandler nos hace pensar que es normal avergonzarse de tu padre si es como el suyo. No sabemos si es por ser gay, por transformista, por todo a la vez, o porque no lo oculte.
- Por supuesto, varias veces durante la serie se insinúa que Chandler le parece gay a la gente, lo cual es divertidísimo.
- Ross, por supuesto, también está dolido por la homosexualidad de su expareja Carol. Esto puede ser entendible porque entran en juego los sentimientos que tienes hacia tu pareja y la tristeza de que se deshaga un proyecto de vida. Pero Ross en ningún momento muestra empatía hacia lo que puede haber pasado Carol. Por otro lado, tiene una extraña fijación en competir con Susan, la nueva pareja de Carol, y en demostrar en todo momento que él sí que es un hombre. Aun así, la homosexualidad femenina aparece representada con un enfoque mucho más permisivo que la masculina, y la propia serie se encarga de explicarnos por qué: cuando Rachel y Ross contratan a una niñera muy guapa de la que Joey se encapricha y luego resulta que su pareja es otra mujer, Joey resuelve la situación diciendo que es su sueño hecho realidad: los gays son objeto de risas, las lesbianas de deseo; pero ninguno de los dos casos se trata con normalidad.
- Esto enlaza con que la mitad de los gags y chistes que hacen los tres personajes masculinos se basan en la asunción de heterosexualidad obligatoria: si se insinúa que cualquiera de los tres puede tener alguna desviación, si cualquiera de los tres hace algún gesto que pueda interpretarse como poco masculino, sensible o afectuoso hacia otro personaje masculino, aparecen las risas e, inmediatamente, el otro personaje implicado en la escena tiene que reafirmar que él no es así. Los tres personajes pueden adquirir cualquiera de los dos roles según la escena de la que se trate.
- (Iré añadiendo cosas aquí si se me van ocurriendo).
Tengo mutuals en Twitter que alguna vez han tildado la serie de reaccionaria por estas cuestiones y la han equiparado a otras series como La que se avecina, que es claramente retrógrada en temas sociales, y que es mucho más clasista, homófoba y tránsfoba que el grueso de la sociedad. Friends no era reaccionaria: iba en la línea de lo que era normal en esa época e incluso podríamos decir que algo más avanzada, pues no era normal en series televisivas que apareciera, por ejemplo, una pareja de lesbianas o que se hablara abiertamente de otros personajes homosexuales (aunque en otras series anteriores ya hubiera ocurrido).
Paso ahora a Cómo conocí a vuestra madre, la que durante mucho tiempo ha sido mi serie favorita. He visto cada capítulo al menos cinco veces, me sé frases de memoria y si hablas conmigo no será raro que te relacione situaciones cotidianas con escenas de la serie. Eso es lo que más me gusta de la serie, la cantidad de escenas o situaciones que refleja y que tienen paralelismo con la vida de alguien que tiene entre 25 y 35 años (ya estoy fuera de ese rango de edad, pero cuando la vi estaba dentro).
CCAVM duró nueve temporadas, empezó en 2005 y terminó en 2014. También tuvo buenas críticas, aunque no tan buenas como Friends, y al principio hubo muchos que se apresuraron a compararlas o incluso a decir que CCAVM era una copia porque compartían algunos gags (como si Friends no se hubiera inspirado en Cheers, en Apartamento para tres y en otras decenas de series anteriores).
Y se nota que los temas sociales como la homofobia y los roles de género los tienen bastante más superados en CCAVM, sin que estemos hablando de ninguna maravilla, puesto que también falla en bastantes momentos, pero para lo que le podemos pedir a una serie yanqui de 2005 creo que es correcta.
CCAVM falla en dos cuestiones importantes: la misoginia de Barney y la mitificación del amor romántico.
Barney es un personaje parodia, una caricatura, un personaje al que han cargado con un montón de comportamientos inaceptables para poder reírnos de él. Ya era una parodia en 2005, pero verlo en 2023 es bastante doloroso y da vergüenza ajena.
El problema es que, en primer lugar, no todo el mundo tiene claro que Barney sea una parodia. Hay bastante público masculino heterosexual que considera que Barney es un triunfador y un tío que vive bien la vida; es uno de los problemas de crear una caricatura sobre un comportamiento que una parte de la sociedad no ve criticable. En segundo lugar, si su comportamiento es tan inaceptable, ¿por qué los protagonistas son amigos suyos? ¿No estaremos ante un blanqueamiento de la misoginia?
Al final de la serie, cuando Barney se casa con Robin, parece que estamos ante una redención del personaje, que sienta la cabeza y hace lo que debe con su vida, pero el último capítulo nos desvela que ese cambio solo es temporal y que vuelve a su vida anterior, aunque solo el nacimiento de su hija consigue hacer que siente la cabeza.
La segunda cuestión, que cuando vi la serie en 2005-14 no me llamó la atención pero ahora me resulta muy chirriante, es la mitificación del amor romántico. Ted, el protagonista, que al principio todos queríamos y después acabó resultándonos el más pesado e insoportable de la serie, personifica el amor romántico y todos los mitos tóxicos que nos han contado sobre él: que existe tu media naranja, que tienes que buscarla, que si diferís en ciertas cosas es porque la relación no tiene que ser... Los principios de Ted son incompatibles con una relación de pareja sana.
Por supuesto, no es el único personaje donde se muestra esta ideología predominante en la serie: Lily y Marshall son la pareja ideal, son a lo que todo el mundo debe aspirar, y desde luego, a lo que Ted aspira. Llevan juntos desde que se conocieron, apenas han tenido otras parejas (Lily sí, pero ninguna seria, y Marshall solo conoce a Lily), y coinciden en casi todo. Por otro lado, Robin es la encarnación de lo contrario. No puede tener una vida sentimental satisfactoria porque comete el error de anteponer su carrera y, precisamente por no dejarla de lado, no funciona su relación con Barney.
Quizá por eso fui de los pocos a los que les gustó el final de la serie. Quizá no es lo que te esperas, pero es mucho más realista. Es verdad que la serie te ha estado metiendo con calzador la ideología del amor romántico, que hay una media naranja, una persona para ti... pero la vida no funciona así. Y en el caso de Ted, esa persona tan buscada, esperada y elegida, Tracy, se muere, y Ted se ve en la situación de tener que rehacer su vida, en el sentido de relacionarse sentimentalmente con otras personas. Si solo existe una persona para ti, ¿por qué ibas a buscar a otra? Porque todo lo que Ted creía y predicaba sobre el destino y sobre the one es falso. Y al final rehace su vida con Robin, a pesar de todo lo que los diferenciaba y separaba, porque el amor no es un ideal de perfección al que estás (o no) destinado con alguien, sino que el amor se construye.
En definitiva, las dos son grandes series, las dos son muy divertidas y las dos tienen elementos que reflejan situaciones de nuestra vida cotidiana y por eso nos encantan. Pero no caigamos en el error de idealizarlas ni de normalizarles ciertos aspectos que hoy en día son inadecuados.