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miércoles, 18 de junio de 2014

Orgullo (LGTB)


Los que me conocéis por Twitter o Facebook sabéis que no sólo soy gay sino también muy activista en ese tema. Y ahora que se acerca el día del orgullo, el 28 de junio, voy a hacer un par de reflexiones sobre esta cuestión.

El día del orgullo, con su manifestación y fiesta correspondiente, es fuente de polémicas dentro del colectivo LGTB. Aunque inicialmente se supone que es una fiesta que nos une a todos, la realidad es muy diferente, y nos acaba separando en diversas sensibilidades. Vamos por partes.

Vaya por delante que el nombre de orgullo LGTB es, quizá, demasiado fácil de malinterpretar. Cada uno pensará lo que quiera, pero como yo lo veo, el orgullo no es de ser LGTB, sino de luchar por una causa; es orgullo de ser una persona íntegra, de ser consecuente con quien eres.

Hay quien dice que «si no somos diferentes y no queremos un trato diferente, no tiene sentido un día del orgullo gay/LGTB, porque no hay un día del orgullo heterosexual». Una reflexión muy bonita en la teoría, pero absurda en la práctica. No hay un día del orgullo heterosexual porque los heterosexuales nunca lo han necesitado. Son la porción mayoritaria de la sociedad. No han de vivir estigmas, ni discriminación, por ser heterosexuales. No tienen nada que reivindicar por el simple hecho de ser heterosexuales. Nosotros, desgraciadamente, sí que tenemos, porque aún sufrimos discriminación cada día. Y no hay que irse muy lejos para encontrarla, aquí mismo hay, en nuestra tierra. Cuando dejen de venderse libros que curen la homosexualidad, cuando dejen de existir las palizas callejeras por ser homosexual, cuando nos dejen de mirar mal por ir cogidos de la mano por la calle, quizá será momento de plantearse dejar de celebrar el día del orgullo. Hoy por hoy no estamos en ese caso.

Hay quien dice que el orgullo está mal porque se ha mercantilizado. Estoy de acuerdo. Hemos de evitar caer en el problema de ver el orgullo sólo como una fiesta. Es una fiesta, sí, pero reivindicativa. Quitarle el matiz reivindicativo es lo peor que nos podría pasar a todos, porque conseguiríamos precisamente lo contrario de lo que pretendemos.

Ahora, lo que más me molesta son aquellos que dicen que el orgullo LGTB es perjudicial porque «da una imagen errónea de los homosexuales». Desgraciadamente, esto lo dicen muchos gays, que incluso se lo creen. Analicemos por qué lo dicen.

Tuit de @GaysdeDerechas
(Todo viene por este tuit que enlazo, que me lo he encontrado hoy en Twitter, aunque fue publicado en diciembre pasado.)

Cuando nos hablan del orgullo LGTB, ¿qué nos viene a la mente? Gente disfrazada de manera extravagante, gente vestida con miles de colors, gente con comportamiento descarado, quizá incluso gente semidesnuda. He asistido todos los años desde 2008, y confirmo que esa gente va. Seamos sinceros: son una minoría de la gente que asiste, pero son lo más llamativo de la marcha/cabalgata.

Los homosexuales que rechazan las marchas del orgullo porque dan una imagen errónea, no quieren que se les identifique con ese tipo de gente. Normalmente dicen que quieren «ser normales» y «no llamar la atención». ¿Qué es ser normal, entonces? ¿Tenemos que hacer lo que se espera de nosotros con tal de no llamar la atención? ¿Hasta qué punto tenemos que evitar llamar la atención?

Es un ejercicio de autoodio, de intolerancia propia. Y viniendo de un homosexual, tiene un nombre: homofobia. Quien dice que un homosexual no puede ser homófobo, se equivoca estrepitosamente.

Esta gente que se disfraza, y que sale a la calle como le da la gana al menos por un día, ¿está haciendo algún tipo de daño? ¿Perjudica a alguien? ¿Cuál es el problema, que no se comporta como tú quieres que se comporte? La tolerancia no es admitir a alguien sólo si hace lo que quiero que haga. La tolerancia es admitir al otro como es, y haciendo lo que quiere, siempre que no haga daño a nadie. La igualdad que reclamo no es ser igual que los demás; la igualdad que reclamo es que se me respete siendo quien yo soy, no quien otros quieren que sea.

Y no hace falta que diga que este rechazo a la gente que «llama la atención» es de ser muy, muy desagradecido. Si hoy tenemos lo que tenemos, ha sido gracias a esa gente que siempre ha llamado la atención. A esa gente que no ha querido fingir, hacerse pasar por quien no es sólo por encajar. Esa gente que ha preferido no vivir escondida, incluso cuando estar fuera del armario significaba ser apalizado o encarcelado. Gracias a que no se escondieron, que lucharon por conseguir un lugar digno en nuestra sociedad, hoy muchos ni siquiera nos planteamos escondernos y tampoco lo necesitamos. Porque algunos han luchado para que hoy nos beneficiemos todos; los que se esconden y los que no lo hacemos.

Por todo esto, pienso que el orgullo es más necesario que nunca, nos da visibilidad, nos da todo tipo de visibilidad. Porque en el orgullo tenemos que estar todos, los que nos comportamos de una manera y de otra. Los que se disfrazan y los que no lo hacemos, los que suben a las carrozas y los que las vemos desde abajo. Sólo la visibilidad que consigamos ahora nos permitirá vivir con más normalidad en el presente y en el futuro.

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