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viernes, 22 de marzo de 2013

De nuevo aquí... pero lejos de casa

Iba a escribir aquí ayer, el mismo día en que volvía de uno de mis últimamente frecuentes viajes a Valencia. Se me pasó y no lo hice, y lo que siento ahora es diferente a lo que sentía ayer.

Precisamente mientras volvía en el tren no me sentía triste. Me sentía extrañamente tranquilo. Mientras el tren salía de Valencia para dirigirse al oeste, tenía la sensación de aquel que sale de casa y sabe que volverá pronto, y no la sensación de volver de unos días de vacaciones, que es a lo que se supone que había ido.

Casi cuatro horas de viaje para bajar del tren en Sevilla, de nuevo en la capital de mi país. Un sitio que conozco bastante bien (no como un sevillano, pero bien de todos modos), donde llevo cinco años viviendo y donde no me resulta difícil saber cómo desplazarme, porque pocos rincones tiene que no me suenen al menos ligeramente. Un lugar donde al hablar no llamo la atención porque todos hablan (casi) como yo.

Y sin embargo, bajaba del tren con la sensación de llegar a una ciudad bonita, impresionante,... pero vacía.

Esta vez han sido cinco días y seis noches en Valencia, pero con suficientes experiencias como para haberme hecho sentir parte de ella.

Quizá por eso hoy me sienta increíblemente agotado en el trabajo, incluso cuando sólo llevo media jornada de hoy y me quedan dos jornadas maratonianas más, de diez horas cada una, por delante. Quizá por eso sienta que este ya no es mi sitio... y se me haga tan dura la espera.

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