Como todos estamos hartos de los posts trascendentales, vamos a por uno un poco más mundano.
Mala idea es, por ejemplo, tener un ataque de nostalgia gaditana y, al pasar por un freidor a la vuelta del gimnasio, comprar un octavo de chocos.
Que no es que los chocos estuvieran malos, es que simplemente... no eran buenos. Se podían comer, pero podía haber pasado sin ellos. Y además no han sido ni baratos.
Pero bueno, ¿y lo que he disfrutado comiendo el papelón de chocos por la calle? Eso nadie me lo quita, jajaja.
En otro orden de cosas, he de declarar al mundo que me encanta ducharme en el gimnasio. Y no me vengáis con mentes calenturientas porque todos sabéis que los hombres desnudos no me gustan (me dan más morbo vestidos). Pero la verdad es que es comodísimo, además esa sensación de ir desnudo y que nadie te esté prestando atención es impagable.
Y como soy un gallo de pelea (como bien me apodaron mis amigas del bachillerato), os dejo con una canción con la que me identifico mucho a veces.
Para hacer honor a la canción, esta noche voy a pelearme conmigo mismo.
jajajaa
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