Páginas

lunes, 25 de noviembre de 2024

Favoritos

De vez en cuando me encuentro en redes sociales que la gente habla de sus cosas favoritas. No así en abstracto, sino de sus películas favoritas, libros favoritos, series favoritas, cantantes favoritos, canciones favoritas...

Hace tiempo que no participo en estas tendencias sociales de redes porque no tengo ni idea. No puedo elegir una canción favorita, un cantante o grupo favorito... en el caso de libros siempre digo Los Juegos del Hambre porque es una respuesta fácil; me gustaron mucho, pero ni me gustan tanto como para que sean la respuesta adecuada ni me gustan tanto más que otros como para no incluir otros en la respuesta.

Es que ni siquiera creo que pueda comparar una novela distópica como Los Juegos del Hambre con obras de teatro o ensayos políticos. Y no es porque un género sea mejor que otro, ni nada de eso. Es porque igual puedo disfrutar leyendo un libro de un tipo que uno de otro tipo.

Todos los años, con motivo del fin de año, se organiza en Internet una votación masiva a las mejores canciones de Eurovisión. Creo que nunca he llegado a participar porque no puedo hacer un ránking de mis 10 canciones favoritas entre más de 1700. Incluso si pudiera hacer uno, hoy escogería esas diez y mañana otras diez diferentes.

De hecho, la gente incluso tiene un mejor amigo o una mejor amiga. Yo a mis edades no puedo decir que lo tenga. Tengo muchos amigos que son muy buenos, pero no tengo *un* mejor amigo. Sé que en el pasado lo he podido tener, pero ya no, e incluso lo prefiero así. Disfruto mucho de la compañía (aunque sea principalmente virtual) de todos mis amigos.

Sinceramente, no me imagino teniendo un solo libro, canción o película favorita, para que mañana su autor o autora demuestre ser una mierda de persona y me los arruine. No, yo no separo autor y obra y ya creo que lo hago bien así. No me gustaría verme en la piel de mis amigos fans de Harry Potter.

Del mismo modo que siempre me han parecido una gilipollez los enfrentamientos entre fans de un artista y fans de otro. Al principio de entrar en internet, en algún chat dije que me gustaban mucho Ace of Base y me respondieron que entonces tenía que odiar a Roxette porque eran bandas enfrentadas. Y, la verdad, ni lo entendía entonces ni lo entiendo ahora. ¿Por qué voy a odiar a Roxette? Tienen canciones guays, aunque no me gusten tanto como Ace of Base.

No sé quién gana con esta estúpida polarización, pero no puedo sentirme identificado.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Termina de aprender una lengua

Leo en el blog de mi querido amigo Aitor un texto muy bueno sobre lo que la mayoría de la gente piensa acerca del estudio de idiomas.

Hace mucho que estudio idiomas solo por curiosidad. No solo para comunicarme, sino para saber: me interesa mucho cómo funcionan los idiomas, cómo se expresan las cosas.

Sin embargo, la gente no entiende así los idiomas. La mayoría de la gente piensa que las lenguas solo son útiles para entenderse. Por eso hay muchos que se alegrarían si todos habláramos el mismo idioma. Y además, mucha gente no entiende que a alguien le interese estudiar lenguas menores.

Desde chico he tenido que aprender inglés en el colegio, no es nada extraño, todos los escolares tienen que aprender inglés. La primera lengua "menor" por la que me interesé fue el portugués, cuando tenía 13 años. Dado que la estudiaba por mi cuenta e informalmente, mi familia lo encontraba extraño, pero no le daba importancia.

Las cosas fueron diferentes cuando me apunté a estudiar alemán en la Escuela Oficial de Idiomas, con 15 años. Mi madre estaba de acuerdo en que era un idioma útil y que era buena idea, pero ella no habría elegido como yo. Me dijo, "yo preferiría que terminaras el inglés". Terminar. Como si fuera posible.

¿Cuándo terminamos de aprender un idioma? ¿Conocemos del todo el nuestro propio? ¿Acaso podemos hacerlo? Yo pienso que no.

Entonces, ¿qué significa terminar de aprender inglés? Bajo este criterio, ¿cuándo es aceptable empezar a aprender otro idioma? No redundaré en la idea porque ya me habéis entendido.

Solo es un ejemplo de la reacción hacia el alemán, aunque sea una lengua muy popular. Cuando se trata de lenguas menos populares, esta reacción se magnifica. Me pasó lo mismo cuando aprendí catalán. En este caso, además, se trataba de política. Crecí en una zona monolingüe, donde mucha gente tiene una actitud insana hacia otras lenguas del Estado. Y esa gente no cree que sea útil aprender catalán. De hecho, les gustaría que el catalán desapareciera, y que los catalanes y valencianos hablaran solo castellano.

(Por suerte, también hay mucha gente que respeta otros idiomas).

Con el tiempo, la gente ha empezado a respetar mis intereses y aficiones. Cuando era joven, recibía multitud de juicios no solicitados sobre el catalán y sobre mi decisión de aprenderlo. Eso ya no me pasa. Cuando la gente se entera de que aprendo serbio, algunos preguntan por qué, pero nadie me ha dicho que es inútil ni que sería mejor que aprendiera otro idioma.

Creo, como Aitor, que detrás de todo esto se encuentra una mentalidad perversa, la del capitalismo. Todo lo que hacemos debe ser productivo, debe ser útil: y algo solo es útil cuando te permite ganar dinero. Aprender lenguas menores para hablar con gente no es productivo, y por lo tanto no es útil. Aprender para entender libros de otras culturas no es útil, aprender para saber qué pasó y por qué ocurrió no es productivo, no es útil y, por tanto, solo es aceptable si te sobra el tiempo libre.

Yo rechazo este punto de vista y continuaré estudiando idiomas, me da igual su extensión, me da igual su utilidad. Los idiomas me hacen feliz.