Páginas

domingo, 26 de abril de 2020

Retoma de contacto

Bien, mi querido Aitor me ha recordado que hace tiempo que no escribo en el blog y le tengo que dar la razón. Y de hecho, hace tanto tiempo, que he entrado en Blogger e incluso habían cambiado la interfaz. Ahora sí que parece otro servicio de Google.

También me ha dicho que no tengo que limitarme a volcar frustraciones porque acabo muy viciado. Pero en este momento es lo único que me viene a la mente.

Hace cuánto, ¿cuarenta días? que estoy encerrado en casa y los efectos no están siendo devastadores, pero los siento como pasos atrás.

Para hacer una verdadera retoma de contacto os tengo que actualizar. Por fin de año volví de Hamburgo y lo hice decidido a dejar atrás los hábitos destructivos que había adquirido en el último año. Decidí visitar una terapeuta, con quien hice algunos progresos. Entre otros, me ayudó a pasar página de lo que pasó con Juanjo, identificando lo que había estado mal en esa relación, y me dijo que en mi vida faltaban gravemente las recompensas, por eso las acababa buscando donde no tocaba.

Estaba empezando a salir más, a quedar más con gente con quien normalmente no me atrevía, cuando nos sobrevino la pandemia esta, i ahora estoy encerrado en casa sin hacer nada excepto salir a hacer la compra. Exactamente como era mi vida en el año 2005, un año para olvidar. Cuarenta días después lo que siento es que no me veo capaz de hacer nada, de tirar adelante. Por un lado, quiero que las cosas sean como antes; sin embargo, por otro, no quiero verme en la situación de tener que enfrentarme a la vida.

Tengo un trabajo adonde no quiero volver porque el ambiente se ha vuelto imposible, y en algún momento el ERTE se acabará.

Tengo una carrera que estoy dejando abandonada porque no soy capaz de ponerme a estudiar y el tiempo se me va: estamos acabando abril, han pasado tres meses de cuatrimestre y no he estudiado nada. Me he hecho un calendario de estudio que ni siquiera estoy cumpliendo. Verás qué risa el mes de junio.

La vida afectiva no existe, pero ahora mismo tengo excusa para que no exista. Cuando levanten el confinamiento no tendré y no me podré quejar de que nadie me quiere porque no estaré poniendo remedio. Hablar por Whatsapp o por Twitter es muy cómodo, pero cuando haya que quedar en persona volverán las inseguridades. Por Internet somos todos fantásticos, y si alguien no lo piensa, nos da igual porque podemos pasar de él.

Ya me he viciado de nuevo. Pero prometo que el próximo texto no será tan frustrante.