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martes, 26 de abril de 2011

Consumismo a la francesa

El que sólo sepa de mi vida a través del blog pensará que me he tirado un mes en Toulouse. Aclaremos: la última vez que escribí no duré ni una semana aquí, y volví el domingo pasado para irme también, posiblemente, la semana que viene.

En esta ocasión me hospedo en el municipio de Blagnac (Blanhac, en occitano). Es un municipio pequeño (21.500 habitantes) que está ocupado al completo por el aeropuerto, urbanizaciones residenciales de casas con jardín y el centro comercial del que voy a hablar.

Esta vez he podido ir por primera vez a un hipermercado francés. Ya sabéis de mi pasión por los hipermercados; además, soy de la opinión de que un hipermercado te da muchísimos más datos sobre la sociedad de un lugar que muchos estudios sociológicos.

Así que hoy me he acercado a E. Leclerc, una de las cadenas más grandes de Francia.

A lo grande

El E. Leclerc de Blagnac está situado en el centro comercial Grand Noble, un centro comercial ENORME, con 16 salas de cine, multitud de tiendas (casi todas franquicias, claro) y varios restaurantes (también de franquicia). Típico centro comercial moderno. El E. Leclerc es el hipermercado que corona el centro comercial, y para no desentonar es monstruosamente grande.

El hipermercado consta de todas las secciones que se estilan en un hipermercado de ese tipo: comida, limpieza, higiene, menaje, electrodomésticos, informática, textil. Incluso un espacio cultural (discos, libros, DVDs y videojuegos) bastante completo.

Diversas costumbres

Aun siendo el mercado francés y el español bastante parecidos en tendencias de consumo (conclusión a la que llego comparándolos también con el alemán), hay cosas que chocan mucho.

Cuando se me ocurrió escribir sobre este tema en el blog, me encontraba en la calle de los aceites de cocina. Nací en el Estado español en 1984, así que crecí en plena psicosis social sobre el síndrome tóxico. Después de todo aquel escándalo, hoy en día es impensable ver en ningún supermercado español aceite de colza (algo que yo sólo conozco de oídas y los nacidos en los 90 no sabrán ni que existe); sólo se ve en los ingredientes de algunos productos fabricados por compañías que no conocen muy bien la situación -los que la conocen se limitan a escribir "aceite vegetal"-. Sin embargo, en la calle de los aceites de E. Leclerc (y de otros supermercados franceses) el aceite de colza está muy visiblemente presente, incluso diría que tiene la misma presencia que el de girasol, y por supuesto mucho mayor que el de oliva. Incluso he llegado a ver un aliño de ensalada cuya etiqueta decía en grande "Olive & Colza", una mezcla que para nosotros sería poco menos que un sacrilegio.

Otro factor muy curioso es la carne. Mientras en Andalucía el cerdo es la estrella de la carnicería, al nivel del pollo y mucho más presente que la ternera, en Francia la situación es muy diferente. Las aves (pollo, pavo y pato) ocupan bastante sitio, pero la carne de vacuno (más buey que ternera) sobrepasa con creces la de cerdo. Por no decir que los lineales de vacuno estaban llenos de gente mirando la carne y los de cerdo estaban abandonados a su suerte... parece que el cerdo no gusta mucho por aquí. Salvo para hacer embutidos, claro, que la calle de los embutidos sí que tenía éxito.

Y un último apunte curioso es la presencia de las marcas blancas. Mientras que en Alemania la marca blanca es omnipresente, en Francia su presencia es muchísimo menor. Hay muchas más marcas de fabricante que de distribuidor, y normalmente la marca blanca se sitúa en la estantería más baja del lineal, en lugar de en la más visible.

Nos llevan años de ventaja

Precisamente en esta célebre frase de Homer Simpson pensé cuando fui a comprar la fruta. Todo normal, elijo mi fruta (por supuesto los plátanos de Canarias no existen, pero los hay de diversas ex-colonias francesas, como Ghana o Costa de Marfil Côte d'Ivoire), la meto en una bolsita, me voy al peso y... no tengo botones para escoger qué fruta es. Cuando miro la pantalla del peso, la cámara incorporada ya me ha dicho qué fruta es la que estoy pesando y me está pidiendo confirmación. Las manzanas Granny y los plátanos los acertó, las mandarinas no (bueno, no pidamos tanto, que con la bolsa de color gris por medio es fácil equivocarse).

Además me llamó la atención un sistema (que no he probado pero me gustaría) para ir escaneando los artículos con una maquinita a medida que los vas metiendo en el carro, para ahorrarte el tostón de esperar en la caja. Sales por un sitio especial donde entregas la maquinita y pagas la compra (por lo que he podido ver). Vale, sí, admito que destruye trabajo, pero estas maravillas de la técnica me encantan desde un punto de vista tecnológico.

En fin, creo que no se me queda nada, ya me ha salido bastante largo el post. Nos hablamos en Sevilla.