jueves, 19 de noviembre de 2009

Escondidos... y cobardes

A veces, tenemos nuestra realidad tan bien formada, que en cuanto encontramos algo que no encaja en ella no terminamos de comprenderlo por más que nos esforcemos.

Como sabéis, tengo 25 años. Salí del armario a los 15 para mi familia y a los 16 para el resto del mundo (sí, voy al revés que los demás). Desde entonces vivo abiertamente mi sexualidad y defiendo la igualdad de derechos (que no la asimilación, conste). No voy proclamando por todas las esquinas que soy gay pero sí es cierto que no lo oculto, entre otras cosas porque no tengo ningún motivo para hacerlo.

Esto genera situaciones algo inesperadas... y normalmente, no explícitamente resueltas.

Situación 1:
Compañero: ¿quién es esta de la foto?
Daniel: ah sí, es Isa, la becaria.
C: ¿y está buena?
D: pues no sé.
C: ¿no lo sabes?
D: no, nunca me he fijado.
-C pone cara de no entender-

Situación 2:
Compañero (hablando con otros compañeros): ...con mi amiga X, ah por cierto, que es de Cádiz. Dani, ¿quieres su número?
Daniel: jajajaj, no, gracias.
C: pero está buena, ¿eh?
D: ¿y a mí qué más me da? xDD
C: ¿tienes novia?
D: no, precisamente novia no tengo.
-C deja el tema-

Sin contar las veces que paso mi móvil a mis compañeros y cuando cuelgan se encuentran la foto de mi novio de fondo.

Soy consciente de que soy afortunado por haber vivido en una época y un lugar que me permiten vivirlo así y no tener que esconderme. Y me alegra que los que son más jovenes que yo puedan ser abiertos sobre su sexualidad en ambientes tan hostiles como, por ejemplo, el instituto. Precisamente por la época que estamos viviendo, no entiendo que muchos, en general, se escondan (y mucho menos, que finjan ser lo que no son - esto incluye a los que se casan con mujeres). Cuidado, cada persona es un mundo y hay gente que es comprensible que sigan en el armario por circunstancias personales. Pero no es el caso de la mayoría, que lo hacen por cobardía o por comodidad. Porque es más fácil seguir como estamos que arriesgarnos a ser honestos.

No lo entiendo, no lo comparto y, en los casos en que las razones son ésas dos (ya digo que cuando hay otros motivos me callo), no lo respeto lo más mínimo. Más que nada, porque si todos hiciéramos eso, jamás avanzaríamos.

Trabajo en una empresa donde todo o casi todo el equipo directivo pertenece al Opus Dei. La gente del Opus Dei es tan buena y altruista, que sé que si descubren que soy gay no se pararían dos veces y decidirían no renovarme el contrato o incluso rescindírmelo (estoy por obra y servicio). Sin embargo, y aunque existe ese riesgo, creo que es más necesario para mí y para los demás que sea honesto, no mienta y sea consecuente. Hoy, mientras iba de la mano con mi novio, me he cruzado a un compañero de trabajo y he esperado a que se diera cuenta para soltarle la mano a mi novio y saludarlo. Haberlo hecho de otro modo sería falso por mi parte -después de 10 años fuera del armario no voy a meterme ahora-, además de mezquino y cobarde.

Por eso animo a todos los que me leéis a ser abiertos, honestos con ustedes, con los demás y con el resto del colectivo. Por favor, no os escondáis. Porque la visibilidad es tarea de todos... y beneficio para todos.

2 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Genio y figura.. como si te viera la cara jajaja,.. pero con el Opus, ten cuidado, te lo digo por experiencia :)

Landahlauts dijo...

Puede que haya gente a la que parezca que se ha avanzado poco. Yo no estoy de acuerdo. Se ha avanzado muchísimo, no sólo a nivel político o institucional, sino también a nivel persona (como es tu caso) sabiendo mirar a la vida de frente sin necesidad de esconder algo que no hay porqué esconder.

Mi padre (tiene setenta y tantos) cuenta que cuando niño era frecuente que pandillas de niños (de barrios marginales) corretearan a los "maricones" y los acabaran tirando al río. Como una gracia... hemos cambiado, a pesar de que haya mucha cabeza cuadrada aún por ahí.

Y sí, ten cuidado con el Opus.

Saludos.